Huyendo al Amor

XIII

Colin y yo no nos hablábamos, Ariadna insistía en que debía hablarlo y solucionar el problema, pero no estaba listo para hablar con mi hermano de ello, la muerte de Katia me había enseñado una cosa, una que me hacía temblar y querer correr lo más lejos posible de Ariadna y es que no importara cuanto amara alguien ellas terminaban alejándose o morían, desaparecen y yo terminaba en el papel del espectador.

Ahora ese miedo era más grande, nunca había dependido tanto de una persona para vivir hasta que ella apareció y puso mi mundo de cabeza cada vez que pensaba en eso ella estaba ahí, mirándome con esa sonrisa en sus labios siempre lista para darme ánimos, podía arrimarse a ella y ella en mí, la cuidaba, al igual que el principito a su rosa, pero esta rosa se molestaba por tanto mimo y me lo dijo.

 

—solo deberá ir un par de días para cerrar el trato — mire al hombre que nervioso se acomodaba las grandes gafas sobre su nariz, pobre lo habían elegido para darme las malas noticias, lo mire de arriba abajo y comenzó a temblar

—les dijo que mi esposa dar a luz muy pronto

 

Ariadna había tenido su control había dicho que en unas dos o tres semanas el bebe nacería y me lo había dicho, más bien me había advertido que no podía tener ningún tipo de viaje de negocios hasta que el bebé naciera, si me perdía el nacimiento de mi hijo ella no me lo perdonaría, así que lo que el hombre me decía era no solo un problema para él, sino para mí, ir a Londres por un par de días seria perder la cabeza aparte que terminaría durmiendo en el sillón.

 

—señor ellos están enterados, pero requieren de usted — el hombre se alejó

—sabes como se pondrá mi esposa cuando se lo diga, dormiré en sillón desde luego — el hombre me miró extrañado apuesto que le dijeron que me como a las personas al entrar, el pobre dejó de temblar e hizo una mueca — está bien iré, pero trata que nadie se entere, porque si llega a oídos de mi esposa seré hombre muerto, ¿Cuándo será?— el hombre revisar sus anotaciones y me miró

—en dos semanas, la semana antes de navidad — estaba de broma no había duda terminaría en sillón o peor ni siquiera quería verme

—bien, puedes irte y gracias — el hombre sonrió y se fue

 

Salí de la oficina hacia la terraza, como se lo diría a Ariadna, sonrió al recordarla la noche anterior le había recordado si ya contrató a la profesora suplen, a lo que me respondió que ya lo había hecho, cuando le sugerí que dejara de trabajar se molestó mucho se puso como loca pase mi mano por la cara al recordarlo cuando le dije que únicamente lo sugiere se calmó.

 

—me dijeron que estabas aquí — no regrese a ver sabía quién era y no quería hablar con él — me dijeron que te he iras a Londres por lo del contrato

—las noticias vuelan — dije

—apuesto que no sabes cómo contarle esto a tu esposa y te entiendo lleva enviando mensajes desde hace unos días para que hable contigo es algo molesta — sonrió

—ahora sé con quién se mensajeaba tanto — dije en son de broma

—sabes a tu esposa le gustan los marginados — se puso a mi lado — cada vez que salimos a comprar coge lo que los demás no, claro que creo que también elige por los precios, pero es muy chistoso parece que se pone triste al ver que un tipo de leche no fue escogido, además debería agradecerle — lo regrese a ver

—¿Por qué? — dije

—porque como a ti, ella me ha mostrado que no soy el monstruo que todos creen que soy — regrese a ver a la gran ciudad que estaba a mis pies

—tus hijos no piensan eso — dije

—ellos me conoces, pero ella una persona ajena que ni siquiera es parte de nuestro mundo o no lo era no ve en mí a un ser horrible, hizo que Josh se quedará con nosotros y dejara de andar como nómada y además dejará que Amelia le ayude a criar a su hijo — lo mire — Amelia se lo contó y ella le dijo que podían criar al niño juntas, ella vino a contármelo llorando que será madre, fue muy dramático— me miro — nunca pensé que en este mundo aun hubiera gente como ella tan pura, una pureza que tú casi arruinas

—no volverá a ocurrir — dije

—lo peor es que yo la conocí primero — negué

—recuerdas cuando te fuiste por esa discusión de hace dos años, te fuiste por tres meses, en el primer día de clases de Ben yo lo fui a buscar y aún no salía en la puerta de la escuela había una maestra con los niños los estaba despidiendo — él sonrió, no quería preguntar, pero tenía que hacerlo —¿sientes algo por ella? — él miró al frente y soltó aire y después me miro a mi

—no, no de esa manera, la quiero como si de una hermana se tratara, la defendería de quien sea incluido tú, como la última vez que fuiste un estúpido — negué — te dije que tenía todo bajo control, fuimos a un hotel — me puse de lado — nada paso, yo dormí en el sillón y ella en la cama y le dije que no me burlaría si lloraba, pero ella es fuerte no lo hizo, me dijo que no tenía sentido llorar por algo que no pasó, lo que ella no sabía era que si pasaba — sonrió — pero estaba triste, yo le conté lo de Katia — lo mire, Ariadna lo sabía — creo que pensó que lo mejor seria que yo mismo te lo dijera, porque no te dijo nada

—así que ella lo sabía — dije

—no te la tomes contra ella — dijo apresuradamente intentando defenderla.

—no lo hago, pero ha guardado un secreto son amigas, ahora tiras para ese lado — dije

—solo quería decir lo siento — lo miré

—Colin Hoffmann me está pidiendo disculpas — él sonrió

—sé que no lo hice cuando pasó lo de Celeste, no recuerdo haberlo hecho, pero lo siento no haberte dicho lo de Katia, pero ya te había hecho suficiente daño y eso te hubiera devastado, no podía dejar que la imagen perfecta de la persona que amabas se cayera — sonrió — aunque te salve de una psicópata — me reí

—si bueno creo que somos hermanos y además familia — asintió — pero — le lance un puñete — creo que ahora estamos a mano — él se tocó la mejilla y sonrió




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