Huyendo de algo llamado “amor” [1]

C a t o r c e

Tobías nos encontró parrandeando borrachas. Si, leyeron bien.

¿Cómo comenzó esto? Empecemos con la noche del miércoles. Un día antes del inminente hecho desastroso.

El chico de lunares —sí, tiene trillones de ellos y no me pregunten cómo lo descubrí— se marchó con cierta chica de cabello de fuegos, aproximadamente hace unos minutos. Los acontecimientos fueron más o menos así:

—¡Hey, Em! —«Nadie debía decirme así a menos que yo se lo permitiese» contuve un gruñido— ¿Se encuentra Antony? —cuestionó la chiquilla de ayer.

Le sonreí cortésmente.

—Me comentó que vendrías por él, dijo que le esperaras unos minutos; sólo debe terminar unas cosas —me encogí de hombros, colocando una sobrecubierta de tranquilidad—. Si gustas pue...

—¡Oh, muchas gracias! —me interrumpió, sus labios mostraban sus dientes blancos y se abrió paso hacia el interior del apartamento.

—...do decirle que se apure...—finalicé en voz baja.

Cerré la puerta, en la cual había estado apoyada mientras hablaba con Amanda ¿o era Araceli? Comenzaba con A.

Posó su trasero en mi hermoso sillón de cuero color rojo vino, acomodando una pierna sobre la otra y sentándose derecha. Se atusó el cabello y se retocó la ropa. Alcé mis cejas ante sus movimientos. Ella elevó su cabeza e hice como si no hubiera visto nada.

—¿Deseas algo de tomar?

—No, no. Estoy bien, gracias —me sonrió despreocupada.

El ambiente se puso embarazoso y rígido. Moví mis manos, incomoda y relamí mis labios apartando mi vista de su figura. La chica estaba buena, joder. Todo en ella mostraba una excepcional simetría y dejaba con ganas de echarle una segunda mirada. «Ahora entiendo por qué Tobías quiere algo con ella ¡Por eso se pone nervioso!» me prometí internamente fastidiarlo con ello.

El chico de cabellos oscuros salió de su habitación con pujos. Sus pasos pesados me advirtieron de eso. Claro, semerenda mole cuándo iba a poder andar por ahí con sigilo.

—Hola, Ariana —saludó a la recién llegada—. Llegaste un poco temprano —disertó risueño.

—Sí, yo... hmm —balbuceó con las mejillas encendidas—, decidí salir un poco más antes de casa, ya sabes... ¡el trafico!

Apreté mis labios para evitar soltar una carcajada. Vale, al parecer aquí había dos pajaritos enamorados.

—Vamos —le incitó Tobías. Volteó a verme y me regaló un guiño. Sonreí inevitablemente y rodé mis ojos—. Adiós, Cooper.

—Diviértanse, chicos —me despedí. Tomé camino hacia mi habitación y antes ingresar a esta logré percibir la puerta principal siendo cerrada entre risas.

«¡Sabía que yo no le gustaba a Sanders!» vociferé en mi mente. Entonces percibí los toques en la fricción de segundo en el que me metía a la cama. Bufé en voz alta para señalar mi disgusto.

—Te dije que trataras de evitar que las llaves se te quedara...—no continué. La chica del pasillo era nada más y nada menos que mi mejor amiga.

—¡Emma! —gritó divertida. Alargó la "E" de mi nombre—. ¿A que no sabes?

—¿Estas alcoholizada? —cuestioné e inmediatamente deseé golpearme. Claro que lo estaba.

—No —esta vez alargó la "O". Negó rotunda—. Esto es muy justificado —asintió ferviente.

Le agarré la mano empalidecida, atranqué la puerta con una patada y llevé a la futura AA a la sala.

—¿Me dirás qué te ocurrió?

Me vio con fijeza hasta que sus ojos empezaron a llenarse de lágrimas y tuvo que apartar sus faenas verdosas.

—Hoy es el día.

Dos horas después éramos dos las futuras candidatas a Miss AA.

—Ring, come on ting dem call a broken heart, This blessed love will never part —tarareó Holly desde su posición: arriba de la mesa—, Say I know it from de start mi tell them say, A dutty yeh. Holly and Emma... come sing for them baby

—Tú lo tienes, cariño —solté radiante. Yo sí que estaba prendida luego de unas cuantas botellas de cerveza—. But I can't get your tenderness, Still I can't get you off my mind, What is it about you baby (A dutty dutty love)

Acompañé desde arriba del sofá, una botella de licor era mi genial micrófono. Para el coro ambas nos observamos fijamente y entonamos con más fuerza.

—I'm still in love with you boy...

Moví mis caderas al ritmo de la jodida música que era reproducida en mi pequeño teatro en casa. Mi compañera de tragos azotó su cabello mientras —prácticamente— quebraba en movimientos su cuerpo.

—¿Qué ocurrió aquí? —expresaron impactados dos Tobías desde el corredor. «¿Tenía un gemelo y no me lo dijo? Puñetero mentiroso»




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