Huyendo del Amor

¡No te metas con mi soledad!

-Norma…- Su enorme mano se posa en mi mejilla y yo me siento volar, es un tacto sutil cuya calidez convierte todo lo malo que tengo en mi  mente en poco más que extraños pensamientos sin conexión alguna, es indescriptible, es algo extraño. Es tranquilidad, una tranquilidad que nunca sentí, ni de niña ni de adulta. No me muevo un solo paso y le miro fijamente a los ojos. Esos hipnotizantes ojos que me vuelven loca. ¿es posible que alguien sienta esto nada más conocer a una persona?¿o yo estoy completamente loca?

-voy a serte sincero-Susurra junto a mi oído-justo en este momento estoy utilizando toda la fuerza de voluntad que tengo para no besarte, porque es algo que añoré desde el momento en que pude verte a los ojos, tu reacción y ese ridículo intento por esconder lo que causé en tí.-Todo esto está pasando muy rápido ¡maldición! ¿qué carajos es esto? ¡basta! ¡basta! acaricia mi rostro suavemente.

 No se detiene y caigo en la cuenta en que no le he dicho que se detenga  en voz alta. Mi capacidad del habla está bajo llave en un recóndito lugar de mi cabeza y no consigo encontrarla. 

Ya veo a mi voz “mmm estoy aburrida ¡ya sé! ¡hay que dar un paseo!” y a mi capacidad de movimiento respondiendole: bueno yo te acompaño” y bueno ¿yo? ¿yo qué? ¡que les den a ambas! tengo que hacer algo, quiero llorar. Estoy frustrada justo ahora. 

-Eres mi jefa y la mujer más bella que he visto. Eres mi jefa y la mujer más intrigante que me he topado. Eres alguien a quien me encantaria  conocer mejor. No te  voy a besar. No hasta que tu me lo pidas- ¿Quién eres? ¿Una versión mal hecha de Christian Grey? “¡ARRRRGGHHHHHH!” Sí. Ese fue el grito frustrado de mi subconsciente ya cansado de todo este intento barato de episodio romántico.

Creo que mi voz y capacidad de movimiento escucharon cuán frustrada estoy porque de golpe aparecieron y ya puedo moverme. Puedo hablar también ¡ya era hora! de un manotazo alejo a este imbécil. 

-No sé qué carajos tiene en la cabeza imbécil- sí lo tenía que insultar en voz alta para descargarme un poco, qué puedo decir, es simplemente algo necesario-pero le aseguro algo. ¡un puto episodio más como este! ¡uno solo! y por Dios que se queda sin trabajo y sin dientes.- Una cachetada que casi llega a igualar el puño que le dí a mi ex jefe, el de el concesionario de autos, son todo lo que llego a hacer. Con eso me despido y espero haberle dejado claro todo. 

Mientras manejo hacia mi departamento habiendo dejado a un dolorido y muy confundido chico solo en medio del estacionamiento de la empresa, pienso en lo que pasó y de paso le hecho un repaso mental y verbal a todas las maldiciones que he aprendido a lo largo de mi trabajo en ventas telefónicas. 

No sé cómo carajos me siento, es como si hubieran violado algo sagrado para mí, es como si alguien hubiera arremetido con una catapulta gigante contra las enormes murallas que defienden mi soledad consiguiendo fisurar un poco la muralla exterior en la primer arremetida. 

¡No señor, nunca más!. Este es mi lugar seguro, esto es lo que quiero, soledad y tranquilidad. No deseo a nadie cerca, no quiero que alguien se de cuenta de cuán frágil soy, no quiero que ni él ni nadie consiga lastimarme. No lo soportaría. 

Cuando intento hacer un análisis de mí misma, me veo representada por un frágil castillo de naipes, vulnerable y endeble; esa es toda la fuerza de mi estabilidad, la miya y la de mis sentimientos. El viento más pequeño conseguiría destruirme. Solo los muros  que se alzan resguardando mi soledad consiguen protegerme de cualquier brisa que amenacé mi estabilidad. NO QUIERO SENTIMIENTOS. ¡NO LOS QUIERO!

Luego de unas horas llego a mi casa por fín. Un viaje más largo de lo habitual. Necesitaba distracción, algo que me tranquilizara, algo que calmara el retumbar desquiciado que se adueñó de mi corazón. 

El adentrarme en una calle y otra sirvió de algo, me relajé un poco viendo a la gente y los edificios se desvanecerse lenta y suavemente conforme el auto se movía. El rojo, verde y naranja de los semáforos como ancla, como guía; los peatones cruzando la vía, unos apurados, otros tranquilos y dialogando. gente de todo  tipo, vidas normales, gente normal, con deseos normales, con sentimientos normales y luego yo.

Una loca algo extraña que se paraba un segundo a la vez observandoles detenidamente,  queriendo un poco de aquello, deseando esa enfermiza vitalidad que traen consigo los sentimientos, esos mismos que te pueden destruir; me siento una mujer vieja atrapada en un cuerpo joven. Alguien que no cree en nada porque ya vio mucho, alguien que prefiere ver a los demás ser felices mientras el tiempo pasa y me marchito tras estas murallas. Yo lo quise así y así se quedarán. Cueste lo que me cueste.

Poco a poco conseguí controlar un poco el temblor en mis rodillas y aquél sinsabor que deja la peor traición. La traición de a misma; mi propio cuerpo poniéndose de acuerdo con mi enemigo, aquél imbécil que consigue desequilibrarme.

Un café negro y bien cargado es todo lo que tomo antes de irme a dormir. 

¡Mala idea! puto dia de mierda.

 Larga noche me espera.

 




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