Huyendo del Amor

¿Vuelta a la normalidad?

-¡Sabía que lo conseguiías mi amor!- grita una emocionada patricia nada más vernos cruzar la portería, josé recibe gustoso el abrazo de oso en que lo envolvió.

Y por supuesto ella no podía pasar por alto el hecho de que yo me estaba escurriendo poco a poco hacia la entrada del ascensor.

-¡Alto ahí Norma!¿está todo bien? Yo sé que este hombre no es muy sensible -señala a un ruborizado josé que mira hacia otro lado. -pero si necesitas hablar de “eso” o cualquier otra cosa solo llámame.- sé que es una buena mujer pero tanto afecto comienza a asustarme. No quiero que se inmiscuyan en mis cosas. Pensé en solo largarme y dejarla hablando sola. Pero José tenía una mirada suplicante, además ellos no lo hacen de mala fé.

Respiro hondo y a pesar de todo el empeño que  pongo no puedo dejar de apretar la mandíbula al hablar, no puedo evitar una mirada asesina. Más que unas palabras amistosas parecía que lo que iba a venir  continuación era un grito de guerra.

-Nos vemos luego Patricia.-Sé que pudo haber sido grosero, pero no me interesa, gracias a ella ahora todo el edificio sabe que algo me pasa y odio los chismes de pasillo. 

Una vez hasta yo me enteré de la sarta de barbaridades que hablaban sobre una chica. A veces creo que no salí aún de la secundaria y solo logro diferenciarlo cuando cada acontecimiento especial no resulta ser más que el pretexto de uno  y otro para exhibir sus “logros” jugando a un constante “mi vida es mejor que la tuya” o “mi familia es más perfecta que la tuya” ¡por favor!. Bueno, ¡en fin!, ha pasado solo un día de mi ascenso y creo que no podré con tanto. Un cargo más alto  implica mayores relaciones interpersonales, con gente cada vez más importante. Una travesía en la jungla de sentimentales envidiosos que, con tal de satisfacer su ego son capaces de destruir incluso a sus seres queridos. Creo que ya  va siendo tiempo de poner un fin a tamañas niñerias. ¡van a saber quién soy yo si me llego a enterar de un solo rumor!

Subo al ascensor sola y me niego a esperar a José, va siendo tiempo de volver a establecer mis límites. 

No puedo evitar contener la respiración nada más ver a este hombre que, esta vez había ocupado un lugar  del medio en la mesa larga de la sala de juntas. De perfil a mí, por unos segundos parecía hipnotizada, para cuando notaron mi presencia ya me había recompuesto totalmente. 

El día pasó incómodo entre miradas de soslayo por parte de Axel y mi fría actitud de “no me importa nada ni nadie ¡solo hagan lo que digo!” no se habló de temas personales ni lo hará mientras sea yo quien esté a cargo.

Cuando terminó mi turno José me esperaba a la salida y realmente fue un alivio, no quería más incidentes del tipo “gas pimienta” en un futuro cercano.

Pasaron los días y no hubo ningún acercamiento ni intento de algún tipo, pensé que Axel empezaba a entenderlo, a creer lo que yo me forzaba a proyectar “no me interesas” 

Por otro lado José pensaba que estaba todo bien, aunque no fuera así, por lo tanto se mantenía apartado y sin intervenir en mis asuntos, todo volvia a ser como debía ser.

 Cada día me costaba más venir a trabajar; siempre me asustaba el saber que ese hermoso especímen de hombre iba a estar allí, esperando cualquier oportunidad para dejarme en 

claro que esto era solo una tregua y que solo estaba esperando el momento adecuado. 

Todo pasó el día después de que se cumplieran los 3 meses de prueba. ¡Un día! valla que no estaba esperando el momento indicado, estaba esperando el momento más seguro para él. El puto momento que no comprometa su tiempo de estadía aquí.

 




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