Huyendo del Amor

¡Maldito idiota!

Un solo día ha pasado desde que mi nuevo equipo de ventas haya sido cien por ciento asignado, tres meses desde que los conocí a todos.
Axel no ha hecho ningún movimiento por acercarse, conforme pasan los días más distante es. Se comportaba bien y por mí estaba más que perfecto. Amo mi soledad, amo estar esa sensación de calma y seguridad que no presagian contratiempo alguno. Me gusta la tranquilidad de esta hermosa burbuja en que me encierro, apartada del mundo; lejos de gente fisgona; sin molestos compromisos o dramas de cualquier tipo. no puedo  siquiera imaginar cómo alguien puede renunciar a esto. ¡es el puto paraíso!

El día de hoy iba a empezar el verdadero trabajo de campo, mis sentidos estaban afilados y mis deseos de ganar ardiendo por ser cumplidos. 

La primera jornada, antes del almuerzo pasó igual de tranquila que siempre.

A todos les entrené yo, es cierto, pero todos y cada uno de ellos tienen una chispa que los distingue del resto. 

Cuatro chicos y tres chicas superaron el periodo de prueba. Jhon, un colorado fortachon de sonrisa hermosa y un aura carismática era muy bueno convenciendo a la gente, sus argumentos eran sin duda de lo mejor, luego venía Aron, castaño de ojos marrón; delgado y de estatura promedio te intimidava con su seriedad. Siempre silencioso, pero atento a todo. Decía las palabras justas, en el momento preciso y conseguía, casi en el 90% de ocasiones acertaba. 

Marc daba el toque angelical, un rubio de facciones aniñadas siempre atento y dispuesto a ayudar a quién lo necesite cuando lo necesite, también está Axel “el niño popular” guapo, fuerte e inteligente; todos le pedían ayuda cuando no entendían algo y yo  estaba ocupada. Agradecia eso, porque solucionar los inconvenientes que aparecen en el dia a dia es complicado, pero el hacerse cargo de los problemas de 7 individuos es una tarea titánica. 

Luego las chicas, tres que se habían vuelto uña y mugre. Todas son muy amables y simpáticas, entre sí y con el resto. Estaba muy orgullosa de todos y hasta ahora el dia habia sido muy productivo. 

Ahora estaba en la salita cerca a la cocina. Aunque nadie la usa ya que prefieren salir a comer en algún restaurante cercano y ver la luz del dia, a mi me encantaba. Te brindaba mucha privacidad y tranquilidad.

Mi vaso descartable de café se encuentra por la mitad y aún me queda más de media hora libre, cosa que dedicaré a controlar algunos detalles de las ventas que  se realizaron. Con esto en mente me encamino hacia la oficina, la que por cierto no uso casi nunca ya que la mayor parte del tiempo estoy con los chicos. 

Alguién me agarra del brazo y no puedo dejar de pensar en la vez del estacionamiento, mi estómago se contrae y evito gritar. Esa vez no había visto ninguna película de terror que me descontrolara los nervios. 

Un José bastante risueño me recibe con un infantil “buh”. Volteo a ver¿Qué? ¿ahora pasamos de secundaria a jardín de infantes?

Ruedo los ojos y sigo mi camino, no me apetece hablar con nadie. Tengo trabajo por hacer.

-¡Hey! que no te asusté tanto.-

Exclama sorprendido ante mi partida. 

-Tengo trabajo que hacer- digo  continuando con  mi camino. -

No intercambiamos ninguna palabra más, llego a mi oficina y me encierro con llave, no quiero que nadie venga a molestar, aunque no me encierre a trabajar. Este es mi momento de privacidad, mi momento de “no disponible”

-¡Hasta que por fin llegas! pensé que iba a tener que esperar hasta la salida y arriesgarme a un nuevo ataque.- Mi mano se mantiene en la perilla por un par de segundos más de lo estrictamente necesario. ¡no,no,no,no y noo! ¿¡que he hecho!? me pregunto mirando al cielo. Al techo en realidad, blanco, aburrido y sin ninguna respuesta. ¡puto! voy a ordenar que pinten inmediatamente el techo tan pronto como vuelvan todos de comer.

Sí, sí, sí. Ya sé que me estoy yendo por las ramas pero es que no quiero mirarle a la cara, desde ese maldito incidente hace tres meses no había estado de nuevo a solas y tan cerca del pecado andante. Mantengo mi mirada fija sobre el escritorio a sus espaldas, evitando en todo momento mirarle a la cara. 

-Salga ahora mismo de esta oficina si no quiere tener una sanción mañana a primera hora en su escritorio.-

-Valla Norma ¡qué modales tan extraños los tuyos! ¿ni siquiera un hola?-

No respondo y le miro entrecerrando los ojos. 

¿será que por fin me vas a dar los motivos para deshacerme de ti? me pregunto formando una sonrisa cínica y sin apartar la mirada. 

-Está bien ¡tu ganas!- Susurra acercándose. Hoy mis defensas no están igual de bajas que antes, ahora podré ponerlo en el lugar que se merece. 

Es que, en serio, quién es tan presumido y arrogante para creerse con derecho de acercarse así. qué tan presuntuoso puede ser un hombre para creer que todas caerán redonditas a sus pies. ¿¡adivinen qué tan enojada estoy ahora!?

-Sé que esto parece extraño pero tu debes entender que lo que te hago sentir tu igual lo causas en mí. Deja de negarlo ya y vamos a disfrutarlo.- ¿Qué mierda tenía en la cabeza cuando pensé que un cretino y arrogante me gustaba? bueno por lo menos con esto me ha quedado claro que solo estaba pasando un mal momento y de mucho estrés. 

-Axel, usted es un muy buen trabajador y no quisiera perderlo como tal, pero este es el segundo incidente de este tipo.- Mi cara roja de furia denota el nivel de autocontrol que estoy utilizando para no destrozarle la cara.-en este momento voy a pedir el cambio de equipo. Le pido que se retire ahora mismo.-

Señalo la puerta mirándole fijamente a los ojos.

 




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