Huyendo del Amor

Casi un hechizo

El día terminó sin incidentes. Cuando llegué a mi casa todo estaba en orden. Por lo visto Axel no es ningún metiche, nada fuera de lugar. La caja de zapatos que tengo sobre el Placard está justo dónde y cómo la deje. ¡bien por él!

José dejó pasar un par de días y, al ver el estado de Axel cuando se presentó en la empresa, me pidió disculpas. Supo que había actuado como un idiota. ¡que novedad! Lo deje pasar y me concentré en el trabajo. 

Cada día mi única preocupación era esa. El trabajo, ser los mejores. Tanto que ganamos un premio por llegar al objetivo en la mitad del tiempo estipulado. Podíamos elegir un fin de semana cualquiera para faltar al trabajo. 

Yo aún no decido qué fechas tomarme, un par de chicos tampoco incluído Axel, aún tenemos el resto del año para elegir.

Han pasado algunos meses y cada vez falta menos para poder largarme de una vez por todas, siento que, a pesar de todos mis esfuerzos no he conseguido recuperar mi eje. Aún me pongo nerviosa al ver a ese chico desesperante y de rostro hermoso. Aún noto las miradas suplicantes de José y no soy inmune a ello. Quisiera hablarle, acercarme a él y a Patricia, su esposa. Son personas divertidas que me ayudan a salir un poco de la monotonía que tanto amo y que una vez más se ha apoderado de mi vida. Tengo tanto miedo de perderme. De convertirme en una de esas personas sentimentales acostumbradas y propensas a ahogar sus penas en alcohol y sufrir sus desamores con la distracción de peliculas viejas y helado de chocolate. 

Sería un completo fracaso si permitiera que aquello sucediera con mi vida. 

De nuevo vuelvo a estar irritable, de nuevo necesito una pequeña dosis de alcohol. Sí, soy una hipócrita que piensa una cosa y hace otra. Esto es una emergencia. Necesito salir de mi zona de confort durante algunos minutos. 

No quiero ser como la mayoría de gente, no quiero serlo y voy a intentar aguantar para no convertirme en esa típica chica dolida que se embriaga hasta perder la razón. Solo quiero ir a un bar, distraerme viendo vivir a los demás. El reflejo de lo que pude haber llegado a ser y no soy. Estoy bien así. 

Sola en un rincón, rechazando a los babosos que buscan ligar conmigo. Siento lastima por los pobres ingenuos. Ni toda la palabrería barata del mundo puede con mi mejor cara de culo. ¡tomen eso conquistadores empedernidos!

El licor quemando mi garganta deja un sabor ácido que calienta un poco el frio en mi pecho.

Pido una copa, esta vez necesito algo más fuerte, esta vez necesito derretir mi hielo interno. 

Vodka, nunca lo habia tomado pero ¡valla que es poderoso! 

Estoy tan concentrada mirando la multitud que no noto esa mirada grisácea que no se aparta de mí, ¡Sabrá Dios desde hace cuanto!. 

Después de un rato lo veo. Axel se encuentra del otro lado de la barra, con un trago oscuro en sus manos. Cuando conecto con sus ojos una corriente eléctrica me invade. 

Es algo así como una necesidad imperiosa de sentirle cerca, escuchar su voz diciendo alguna de las idioteces que suele soltar en los momentos menos oportunos, que llegue a irritarme con su presencia que ha sido tan distante últimamente. 

Estoy tan perdida en aquella penetrante mirada que no me doy cuenta de sus movimientos hasta que ya le tengo en frente. Y ni siquiera aquella corta distancia que en cualquier otro momento me hubiese irritado logra que rompa la conexión con su mirada.

 Cuando su rostro se encuentra demasiado cerca del mío intento pero no puedo alejarme. en realidad no quiero hacerlo.

Debo, pero no quiero quitar mis labios mientras los suyos se aproximan cada vez más.

Nuestros labios se rozan levemente

¡eso fue todo! ¡No puedo más!

¡Maldita sea que necesito apartarme! pero en su lugar lo atraigo más hacia mí. Tengo que detenerme pero no quiero. Sentirle cerca se siente tan bien. Su calor logra lo que el alcohol no ha conseguido. Me invade una hermosa calidez desde lo más profundo de mi ser. 

Me abraza y yo correspondo. Nuestros labios apenas acariciándose; algo leve pero innegablemente hermoso.

 Unimos nuestras frentes mirándonos fijamente. Él no habla y yo tampoco. Sus manos posadas con delicadeza en mi cintura hacen a mi corazón palpitar anhelante. 

Tengo ambas manos en su nuca, es la mejor sensación del mundo, sus labios son la gloria. Me besa de una manera tan bella que no alcanzaría a describir por más que intentará. suave pero sin dejar de ser intenso, delicado y agresivo en la medida exacta.

 Perfección en cada roce. 

Cuando por fin nos separamos, la sensación de estar realmente completa por dentro me desarma totalmente. Continúa observándome de una manera extraña, roza su nariz con la mía y aunque nadie lo crea ese pequeño gesto se siente tan íntimo, tan profundo que mis manos tiemblan. Me aferro con fuerza a su camisa blanca. 

No pienso con claridad, nunca. Jamás pensé que esto realmente pasaría. Pero vamos con el destino y sus jugarretas misteriosas. Creo que por fin es hora de rendirme a él, solo por unos minutos deseo experimentar, saber lo que se siente amar. 

Me alejo un poco y él parece perdido. Como si se preparara para el muy lógico y común rechazo por parte de mi persona; en su lugar tomo el trago de Vodka que pedí antes y lo bebo de un solo trago. 

-Salgamos de aquí- tomo su mano y le guío hasta la entrada. él no emite palabra y es mejor que sea así, puede que un mínimo pinchazo en esta burbuja de irrealidad mande todo  al demonio. 

El camino es silencioso, mi departamento queda muy cerca por lo que vamos caminando, quizá en el fondo pienso que el aire frío de la calle conseguiría hacerme razonar. Me equivoque olímpicamente. 

Mis piernas tiemblan y mis manos están heladas. Miedo. 

Sí, tengo mucho miedo, pero no puedo detenerme. No ahora. No en este momento. No con él.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.