Una ves superado el dia de tortura, me subo en el auto y encaminandome hacia el departamento. rezo por ver a Axel en el camino de la entrada hasta la puerta de mi piso. . Saber que se encuentra bien. Me siento tan confundida como nunca en mi vida.
Camino atenta a cualquier pecado andante pero no lo veo, el edificio parece más desolado que de costumbre a pesar de tener decoraciones blancas y modernas que normalmente le hacen lucir más luminoso hoy le falta todo, no hay suficiente luz. Se siente descolorido, triste y silencioso. Sacudo mi cabeza, no sé de qué me quejo si esto es lo que quería. O quizá no es lo que quería sino lo que me obligaba a querer (Soledad) pero ahora que es tan real siento miedo de no poder echarme para atrás.
Al cruzar el umbral de mi departamento recargo mi espalda sobre la puerta, las piernas pierden la fuerza, esa fuerza que no sé de dónde saque todo el día para mantenerme en pie, me resbaló por la madera hasta el piso, me siento abrazando mis rodillas, escondiendo el rostro en el hueco entre mis brazos.
¡Esto no me puede estar pasando! ¡yo no soy mi hermano!¡no soy mi hermano! esto no me va a destruir. Convierto mis manos en puños. No-no y no.
Me levanto de golpe dirigiendome a la habitación, no pienso en nada más que dejarme llevar por la inconciencia, no me importa llevar puesta ropa de calle, no me importa el poco maquillaje que debería quitarme. Solo sé que necesito descansar. Mañana todo estará bien. Todo mejorará, me aferró a aquel pensamiento como mi ancla de salvación en el medio de este océano de sentimientos que me resulta totalmente desconocido y aterrador.
Al despertarme estoy echa un desastre. No soy de maquillarme mucho, pero el lápiz de ojos y el rimel hacen desastres a la noche, parezco un oso panda que tiene muchas ojeras.
No pude dormir, pero como si lo hubiese estado. Sin la parte donde descansas y recuperas fuerzas claro, pasé la noche mirando fijamente un punto en la pared. Ni dormida ni despierta. Solo ahí, en ese momento.
No me movía ni pensaba, pero de una manera extraña sentía como el dolor que llevaba dentro latía al rededor de mi corazón.
Suena loco pero creo que fue ese mismo dolor el material que he estado usando para construir las murallas que me mantienen a salvo. Quizá esto me faltaba, un nuevo golpe ¡Algo que me recordara el por que no debo permitirme sentir!. Por qué debo alejarme de las personas, porque debo hacer todo para que nadie pueda acercarse tanto; porque descubrí que el material con el que me cubro, aquellas murallas hechas de dolor se derriten con las rayos cálidos que traen consigo las muestras de cariño, de interés, quizá el mejor ungüento para dañar la armonía que tanto trabajo te ha costado construir. ¡Nunca más! esta vez no falta mucho tiempo para irme de este lugar que tantos sube y bajas emocionales me está haciendo tener. Para olvidar de ese instante corto en el que, por menos de un segundo llegué a pensar que sería capaz de adentrarme en el mundo de los sentimientos. El mundo de la gente valiente o demasiado tonta.
Ahora recuerdo: yo no soy un ratón de laboratorio más, que se estrella una y otra vez contra la pared intentando adueñarse de aquél queso inalcanzable. El amor es eso, un cebo puesto por el destino en sus experimentos injustos porque en serio ¿como se explica esto? tener y perder, sentir intensamente para luego sufrir de la misma manera. seguir repitiendo la misma secuenca una y otra vez. ¡No lo entiendo! No es justo y si lo piensas bien suena ridículo.
Yo prefiero saltarme todo ese sufrimiento, sacrificando la cercanía de un cuerpo cuyo significado emocional me va a lastimar, prefiero estar sola y apartada. Feliz conmigo misma, dedicándole tiempo a cosas y actividades que me gustan. Eso es tranquilidad.
Eso es felicidad.
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Editado: 09.10.2023