Tania

- Tania, mucho gusto.
Mi mirada viaja de sus manos a su cara por lo menos tres veces mientras pienso qué hacer.
Hablando de no acercarse a nadie. La vocecita en mi cabeza resuena sarcástica.
Esta chica tiene un no se qué que me da desconfianza. Creo que si le doy mi mano voy a estar comprometiendo nuevamente mi soledad. No sé muy bien por qué, solo lo sé. Tiene un  aire familiar que no logro identificar.
Aún así extiendo mi mano.
-Norma, me tengo que ir. hasta luego ¡que sigas bien!.
¡Tonta, tonta, tonta! ¿que sigas bien? La pobre chica venía llorando y yo le digo solo que siga bien.
Cachetada mental
Si, definitivamente eso de socializar no va conmigo. Me llevo mejor con mi pequeña yo imaginaria y eso que vivimos “peleando”.
Ya estoy de espaldas cuando escucho que la chica, Tania según me dijo rompe en risas.
-Eres muy graciosa. yo en cambio espero no seguir ASÍ de bien. ¡Hasta pronto!
Yo levato la mano sin girarme. ¡JA! ¿Lo ven? no soy tan maleducada después de todo.
Paso por una veterinaria y compro lo necesario para el nuevo integrante de mi burbuja, casa, familia o este grupo cerrado que hacemos la soledad y yo, también aprovecho para que le apliquen lo que sea que usen para desparasitarlo.
Compro un almohadón enorme, me dicen que por el tamaño de sus patas  probablemente crezca mucho así que elijo uno negro de terciopelo que mide algo más de un metro y medio de largo por uno de ancho, junto con algunos juguetes y alimento especial para cachorros.
El pequeño se duerme en mi pecho, escondido bajo mi campera ya que en la calle hoy hace mucho frío. Tengo que hacer malabares para llevar todo hasta mi auto sin que se caiga nada.
El departamento no queda muy lejos y en menos de 15 minutos estoy allí.
Me siento algo nerviosa pero en todo el camino la presión en mi pecho es un poco más ligera, el pensar en las responsabilidades que tendré  a partir de ahora ocupa la mayor parte de mis pensamientos. Se puede decir que hay una chispa de alegría brincando en algúna parte de mi interior.
Ya casi en la entrada me detengo y miro al pequeñito dormir tranquilamente bajo mi campera a la altura del pecho. Una pequeña bolita de pelos que se acurruca tapando sus ojitos con ambas patas.
-Bueno amigo, intentaré ser la mejor de las madres. lo prometo- Susurro y  él destapa su carita como si me escuchara ¡es demasiado tierno! lo levanto un poco más  y deposito un beso en su cabecita.
Una vez en el departamento acomodo un lugar en la sala para que allí pueda jugar, aún es pequeño y no se mueve mucho así que lo dejo en el suelo mientras acomodo algunas cosas en la habitación para ubicar el enorme almohadon-cama que le traje. Al regresar a la sala lo encuentro moviendose al mejor estilo “borrachin” de un lado para el otro. No se puede mantener mucho tiempo de pie y me quedo un rato entretenida observandole olfatear cada lugar al que alcanza a llegr con su caminar torpe. todo muy lindo hasta que orina sobre mi alfombra ¡noooo!
¡maldición! La vocecilla en mi cabeza se rie e imita una voz ronca de hombre diciendo: “que comience el juego”
Niego con la cabeza y suspiro.
¿debo considerarme loca por reirme de las tonterías que hace la vocecilla de mi cabeza? Con esto en mente me encamino a buscar lo necesario para limpiar aquel desastre.
Ya empiezo a hacerme una idea de lo que me espera.

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Pasan los dias y cada vez descubro algo nuevo en mi mascota, el amor incondicional y la alegría con que me recibe hace más soportable el nuevo ruido que hace en mi vida la soledad. ya va a cumplir 15 dias conmigo, sigo sin tener noticias de Axel ni le he vuelto a ver y entre el tiempo que paso en la empresa y el que conlleva cuidar una mascota, son pocos los instantes para desperdiciar en lamentaciones. A veces miro los videos que grabó en mi celular pero no me atrevo a borrarlos.
Horus Aún no camina muy bien por lo que aprovecho este domingo de sol para llevarlo a un parque a 3 manzanas del edificio.
Me calzo un Jean elastizado negro de cintura alta que es muy cómodo y bonito a la vez, un top blanco y una campera estilo sudadera negra suelta, y mis muy comodas zapatillas estilo bans, todo en conjunto luce bastante bien.
No hay mucha gente en la calle y me alegro por ello. no me gusta estar rodeada de personas.
Me siento junto a Horus a la sombra de un enorme arbol que está casi en el centro del lugar. 
Traje conmigo una pelota pequeña para jugar y la lanzo suavemente cerca de su cara para que la busque
Al principio se pone algo tímido pero luego brincaba de un lado a otro, cayendo de trompa al pasto por la emoción y el peso de su juguete.
Estaba muy distaida jugando con él entre risas cuando un par de botines negros entran en mi campo visual. Se detienen justo en frente mio, muevo un poco la cabeza para que la fierecilla no se pierda y luego levanto la vista, cubriendo mis ojos con una mano y así enfocar mejor al intruso.
¡nop! no es un intruso es una intrusa
-También saqué a pasear a Mara, pero me olvidé de sus juguetes. ¿Crees que podamos dejar que los hermanitos jueguen juntos?-
¡Esa voz! Ya sabía yo que no debí ser tan amable.
Levantó la vista y me encuentro con la misma chica del día que adopté a Horus. Hoy lleva un vestido casual verde agua que combina perfectamente con sus ojos y su cabello ondulado suelto resalta unas delicadas facciones, sin esas lagrimas se ve mucho más bonita de lo que ya era. Me sigue resultando conocida pero todavía no ubico dónde la pude haber visto antes.
Suspiro, bueno después de todo sus palabras aquel día me ayudaron a decidirme por Horus y no me arrepiento. Le debo esto por lo menos.
Señalo un lugar a mi lado en el pasto, ella desata la  chaqueta de jean que traía amarrada en la cintura y la tiende en el suelo, se sienta sobre ella.
Yo mantengo la mirada hacia el frente, observando no muy lejos donde los cachorros ahora juegan, pero puedo sentir que me observa y cuando volteo a ver me encuentro con una enorme sonrisa dibujada en su rostro.
¡Alguien que me enseñe a pensar antes de hablar! ¡no quiero tener la plática infantil de...
-¿Puedo saber por qué te ves tan triste?
¡Nooooooo! miro al cielo antes de cometer una tontería. Respiro hondo y no respondo.
Poco me importa lo que piense, no la conozco ni me interesa hacerlo.
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