Huyendo del Amor

¿Es una amenaza?

No sé cuanto tiempo ha pasado, seguimos a escasos centímetros, puedo sentir su respiración y ese perfume que me embriaga, fuerte y masculino que me hace estremecer. El shock es tan fuerte que no consigo reaccionar, me encuentro tan perdida en la velocidad con que está pasando todo que por un momento soy incapaz de reaccionar.

El eleva mi rostro tomándome por la barbilla con su mano libre, Me pierdo por medio segundo en aquella profunda mirada que tanto extrañe estos meses, por la extraña manera en que sus idioteces y estas situaciones bizarras se habían vuelto parte de mi vida.

Sin embargo esta vez soy más fuerte, esta vez él y yo no tenemos nada que hacer juntos. Él se fue y yo... yo aprendí y entendí que no soy nadie en su vida y el tampoco lo debe ser en la mía.

Un pisotón y asunto solucionado.

Mi corazón se parte a la mitad, porque a partir de este momento, esta extraña y corta historia habrá llegado a su final.

Por primera vez mi mini-yo aplaude en mi cabeza.

Aprovecho que está desorientado e impresionado y presiono el botón para que el aparato se ponga en marcha.

Él se aparta un poco y un vecino frena el ascensor, entra un hombre en compañía de sus dos hijas, mirándonos extraño. Yo debo estar ruborisada y él... Él hace gestos raros por el pisotón que aún le duele.

Aparento fuerza, pero quiero salir de aquí ¡YA! mi fachada de mujer de acero no aguantará mucho más. Axel y yo quedamos separados por la pequeña familia. Él me mira con cara de resentimiento y a la vez veo un brillo en sus ojos. Hasta podría decir que se divierte ¡El muy idiota!

--Suerte en la cita de hoy- Grita a mis espaldas, tan pronto abren las puertas de la jaula ¡Digo el ascensor! salgo como alma que lleva el diablo. Por suerte ninguna de las niñas se atravesó en mi camino, de lo contrario seguramente las habría atropellado, mis ojos están empañados y no veo muy bien además soy muy poco delicada ¡nada puedo hacer!.

¿Pueden creer que el idiota no se quedo con las ganas de hacerme pasar vergüenza?

Mi rostro arde y el color debe estar cambiando de rojo escarlata a violeta. ¡idiota! se aprovecha de que hay niños presentes. De lo contrario, el otro pie sería mi objetivo.

-Espero que nadie la vaya a arruinar ese gran momento.- Mi nuca se eriza, pasa junto a mí a paso acelerado mientras susurra estás palabras de modo que solo yo las escuche.

¿eso es una amenaza?




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