I Am Smartest ~ 2da Edición

Otra Escuela

Antes del primer día de clases, cualquiera se prepararía para regresar eligiendo la ropa, -si la escuela no usa uniforme-; cambiando un poco o todo el look, haciendo planes para comenzar un nuevo ciclo escolar, emocionarse por ver nuevamente a sus compañeros, etc. Sin embargo, este caso era un poco diferente…

—¡No puedo creerlo! ¿Qué significa esto? —exclamó un joven, indignado.

Su hermana, que estaba viendo televisión en ese momento, soltó una risa al presenciar la escena en la sala-comedor de la casa. La madre de los jóvenes dejó un momento la computadora. Estaba sentada en la mesa del comedor, trabajando en algunos pendientes. Tomó la hoja que le ofrecía su molesto hijo.

—Es un cambio de escuela. A partir de mañana irás a la Escuela Área 22.

—¿Qué? ¿Por qué? Yo pertenezco al Colegio Área Sur, solo me falta 1 año para terminar. ¿Por qué me cambiaste de escuela? —el joven se molestó más al decir esto— ¿Por qué haces estas cosas a mis espaldas?

—No lo hice a tus espaldas, te iba a decir, pero lo olvidé con tanto trabajo que tengo —respondió su madre, tranquilamente.

—Ahora perteneces al ambiente donde te patearán el trasero —intervino su hermana.

—¡Cállate, Imelda!

—Andrei, no le hables así a tu hermana —defendió la madre—. Te cambié de escuela porque tu comportamiento es horrible. Te has vuelto arrogante, antisocial, solitario… no sé si estés deprimido, pero no me gusta el rumbo que estás tomando.

—Estoy trabajando en algo muy importante —respondió el joven—, no lo entenderías. Si resuelvo esto, crearé algo que jamás se ha creado. No necesito estar con más gente. No estoy deprimido, estoy concentrado. Y ahora, fuera del colegio que me daba los mejores recursos y conocimientos, no voy a lograr nada.

—Yo quiero que seas feliz, que seas normal. Es tiempo de que salgas con amigos, conozcas a alguien y pienses en un futuro más real.

—Tú me inscribiste en el Colegio Área Sur. Tú me convertiste en esto.

—Lo hice por tu bien. Reconozco que pudo haber sido un error aislarte en ese internado, por eso quiero remediarlo antes de que sea demasiado tarde.

Andrei quedó en silencio. No le vio sentido seguir discutiendo, era inútil, el cambio ya estaba hecho. Si tan solo lo hubiera podido evitar.

—Quiero que hagas amigos en tu nueva escuela —reiteró su madre.

Se retiró a su habitación, ignorando estas últimas palabras.

 

Al día siguiente, los alumnos entraban a los salones. Andrei iniciaría el tercer año de preparatoria en una escuela ‘corriente’, después de haber estudiado en el moderno Colegio Área Sur, al lado de personas cultas, con clase, reservadas, cada una trabajando en sus propios proyectos… Esto era un caos. Los pasillos estaban llenos de alumnos desordenados, algunos corriendo, otros bromeando, riendo y hablando en voz alta. Imelda lo alcanzó, a pesar de ser hermanos, no llevaban una buena relación. Esto significaba la regla número 1: no ir juntos a la escuela.

—Oye, acabo de ver que irás en mi salón. ¡Y tú que querías evitarme!

—¿Por qué tenía que ser en el mismo salón? —murmuró, sin ganas.

—Eres 1 año mayor que yo, pero reprobaste antes y ahora nos toca el mismo grado. ¡Qué idiota! Ja, ja, ja, ja, ja.

La chica se adelantó, burlándose de su hermano. Imelda era una joven de estatura promedio, Andrei era más alto que ella. Ambos tenían el cabello negro y un poco ondulado por parte de su madre. Imelda se alaciaba el cabello y se lo peinaba en dos molotes. Aunque lo tuviera largo, no le gustaba llevarlo suelto, salvo el fleco, que casi tapaba sus ojos. Andrei llegó al salón después de ella, ya casi todos estaban ahí. La profesora de Química lo vio y rápidamente lo reconoció.

—Este año tenemos un alumno nuevo —anunció.

Todos pusieron atención.

 

Por otro lado, afuera de la escuela, en una cafetería cercana.

—¿No vas a entrar a clases? ¡Qué ruda! —decía una joven, vestida de negro.

—No quiero entrar a la escuela y ver a Alfred —contestó su acompañante, que vestía de colores vivos, totalmente lo opuesto a ella.

—Al menos no va a nuestro salón. Me alegra mucho que por fin hayas terminado con él. No eres tan tonta, je, je, je —bromeó.

—Aun así, estoy muy triste.

—Oye, Ellie, realmente valió la pena dejarlo. Te celaba mucho, quería manipularte.

—No estoy triste por él, Joanne. Creo que nunca encontraré al amor de mi vida —suspiró.

—¡Por favor! Eres muy joven para decir eso.

—He salido con varios chicos y todos terminan mal. Es una clara señal de que el amor no es para mí.

—¿Y por eso te saltas las clases? Ya es el último año, ¡nosotras mandamos! —animó Joan.

—¿Qué podríamos hacer? Solo aplicarnos para no quedarnos a repasar durante el verano.

—Mira, el amor de tu vida puede llegar en el momento menos esperado. Imagínate que hoy, siendo el primer día de clases, llegue un alumno nuevo.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.