Habían pasado las horas y llegaron al acuerdo en el que Andrei haría el informe y le daría tarjetas con datos importantes a Ellie para la exposición. El atardecer era el ambiente perfecto para darse un beso de amor, un beso que ellos estaban esperando desde hace mucho. Un beso que se convertiría en algo más.
«Si sigues así, no me detendré…» Fueron las últimas palabras que él pronunció antes de dejarse llevar por sus sentimientos. Ella lo besaba de una forma tan apasionada que encendió la llama del momento. El deseo entre ambos aumentaba. Las caricias se volvían intimas. Esto sucedía sin que ninguno de los dos se preguntara si era lo correcto o si era demasiado pronto. Su relación no estaba muy clara por parte de él, mientras que ella estaba segura de lo que sentía y estaba dispuesta a entregarse. Era su primera vez, tan especial que no se había atrevido a hacerlo en el pasado, esperando al indicado. Significaba que lo amaba y creía firmemente en que él era el amor de su vida, para toda la vida. En cambio, para él no era la primera vez. Ya lo había hecho con la chica que le gustaba en la secundaria, creyendo que se quedaría con ella y llevándose una gran decepción al final. En esta ocasión, solo quería hacerlo con Ellie o… ¿ya la amaba? ¿Ya estaba pensando en que ella era el verdadero amor? ¿O solo era el deseo de tenerla y después dejarla? No quería hacerse preguntas, era imposible detenerse a pensar. Era más importante acariciarla y besarla en ese momento.
El sol se ocultaba, dejando una luz tenue en la habitación. Cuando se dio la vuelta para quedar encima de ella, pudo contemplar su rostro. Le llegó el recuerdo de la playa en la que la vio hermosa por primera vez. Sin embargo, no solo era su belleza exterior, era la mezcla perfecta que hacía con su belleza interior. Una bella chica que lo amaba a pesar de cómo la trataba, que buscaba la forma de hacerlo feliz cuando podía, que era muy fuerte para ser feliz por su propia cuenta. Al principio creyó que era muy tonta al ser así, pero luego, comprendió que se trataba de amor leal y verdadero lo que sentía por él. Sus ojos brillaban con tanta ilusión que lo dejaron hipnotizado en segundos. Comenzó a acariciar su rostro y poco a poco bajó sus manos al tiempo que la besaba. Acarició su cuello, sus hombros y luego los senos. Ella lo besaba y lo sostenía del cuello con ambas manos, permitiendo que la tocara en donde quisiera hacerlo, dejando libre el camino. Se sentía tan nerviosa al sentir su cuerpo cerca y sus manos acariciándola aun encima de la ropa. Se estremecía al pensar cómo se sentiría si la acariciaba estando desnuda, al sentir que metía sus manos por debajo del vestido. No había ninguna prisa por quitarse las prendas, todo se iba dando, disfrutaban el momento y lo extendían lo más que se pudiera. Estaban haciendo el amor, no solo se trataba de sexo y deseo.
Anocheció. Ya se habían quitado la ropa y estaban acostados en la cama, cubriéndose con la cobija, acurrucados después de su primer encuentro sexual. Descansando, después de una intensa sesión. El frío del invierno todavía podía sentirse.
—Me alegra saber que mi primera vez fue maravillosa —dijo ella—. Siempre pensé que lo haría con la persona que se convertiría en el amor de mi vida. ¿Soy el amor de tu vida? —preguntó, ilusionada.
—Lo eres.
—¿De verdad? ¿Ahora estás seguro? —exclamó, al enderezarse, cubriendo su cuerpo con la cobija—¿Eso quiere decir que hacía falta esto para que estuvieras seguro?
—No, no exactamente —respondió, apenado, con una sonrisa nerviosa—. He estado pensando en ti desde que tuvimos ese viaje a la playa.
—¿Y por qué me evitabas?
—Yo no…
Tomó aire para hablar. Si ya había llegado al punto de hacerlo con ella, debía hablar sobre lo que sentía y esto le era más difícil.
—No quería acercarme tanto y enamorarme —confesó—. No sé qué vaya a pasar en el futuro, solo sé que si me decepciono una vez más… la vida ya no tendrá ningún sentido. Me está costando trabajo admitir que me he enamorado, es una sensación muy extraña en el pecho.
—Es porque estás reprimiendo tus sentimientos. Lo que sientes aquí… —tocó la parte de su pecho, dónde está el corazón— …son tus sentimientos queriendo salir.
Andrei la miró, vio su rostro iluminado por la luz de la ventana y sintió la suavidad de su mano.
—Te prometo que jamás te decepcionaré. Te amo. Te amo de verdad. Quiero que seas feliz —declaró ella, con todo el amor que sentía por él.
Se enderezó para quedar frente a frente. No tenía palabras para esto, pero se sentía tan bien. Ella se veía transparente y sincera, le transmitía una sensación de seguridad y felicidad. La abrazó. Posó sus manos sobre su espalda desnuda y esto lo invitó a descubrirla una vez más. Se besaron nuevamente. El romance estaba a flor de piel.
Al día siguiente. Tuvieron que ir a la escuela después de esa noche mágica, llegaron juntos, enamorados y con una vibra positiva. Las cosas seguían normales para los demás. Al llegar al salón, cada uno fue con su grupo de amigos.
—Ellie, no vas a creer esto —Joan se acercó a ella, hablando en voz baja—, Zack fue a la casa de Marcy, ¿te imaginas lo que pasó?
—Eh… ¿Zack se acercó a ella tan rápido? —preguntó, asombrada.
—No tardó ni un día el maldito perro. Te dije que era tan predecible.