I don't like her

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Cuando el olor a pollo asado llegó a mis fosas nasales fue tarde, pasar junto a aquel restaurante era una muy mala idea, la saliva acumulandose en mi boca no hizo más que comprobar mi teoría, cruce mis brazos sobre mi estómago y aceleré el paso, después me preocuparia por comer algo, miré al frente con la esperanza de ver el hospital, pero no, aún tenía mucho que caminar, cualquiera preferiría tomar un taxi, pero ahora, me era imposible darme ese lujo, con lo que tenía ahorrado apenas me alcanzaba para vivir, continúe con mi viaje ignorando mi estómago sonar, un destello brillante seguido de un sonido ensordecedor indicaba que hoy sería un día lluvioso, tomé la sudadera que tenía amarrada en mi cintura y me la puse, no me cubría mucho, pero al menos ayudaba a que mis huesos no se congelaran por completo. Sin muchas ganas, compré un paquete de galletas, para guardarlas en mi pequeño bolso, entro en el hospital, como ya es costumbre, el guardia me mira mientras anota mis datos y verifica que soy familiar de la persona que estoy visitando, distraída vuelvo la mirada a la ventana, la lluvia oscurecía el cielo, el agua había empezado a precipitarse mojando a aquellas personas que corrían a sus oficinas, me preguntaba ¿Sentían que su vida se iba detrás de un escritorio? nunca quise eso para mi, recuerdo mucho la frase de una maestra que tuve en…”si no quieren trabajar un solo día de su vida hagan lo que les gusta” aquellas palabras aun no cobraban significado, pero sabia una cosa, con poco o nada yo era feliz, hablando en pasado, es verdad que no tenía un gran trabajo o un gran sueldo, no podía salir seguido ni darme el lujo de tener todo de último modelo, pero desearía volver a aquel momento, antes del día que cambió todo, cuando empezó mi infierno, uno sin escape, caminé rápidamente por los pasillos, nunca me gustaron, pero poco a poco aquello dejó de ser importante, el internet que el lugar ofrecía era malo, pero mucho mejor que el que tenía en mi departamento, rápido me di una vuelta por el dinero de la cuenta bancaria, no era mucho, era suficiente, suficiente para marcharme, para desaparecer, para irme tan lejos de todo, pero ¿estaba dispuesta a sacrificar una vida?

No, no estaba dispuesta, no sacrificaría  la vida de mi hermano, mientras evitaba chocar con algunas enfermeras recordé aquel día, en el qué lo perdí todo, el daño que puede hacer un semáforo en rojo, todo lo que puede pasar en solo 3 minutos, los recuerdos del accidente golpearon en mi cabeza, como llamé a la ambulancia, como Ángel dio su último respiro, como ahora veía morir a la persona más importante de mi vida, la compresión de mi pecho, la ansiedad de no saber que nos esperaba, la impotencia que sentí ese día y que me había acompañado desde entonces, los ahorros de prácticamente toda nuestra vida parecían tan insignificantes ante los valores que debía pagar para mantener a mi hermano con vida, en coma, pero vivo, o al menos eso es lo que quería creer. Tal vez mi relación con mi hermano era diferente, principalmente porque habíamos pasado por demasiadas situaciones duras juntos o simplemente porque nos complementamos, nos debíamos tanto el uno al otro que me consideraba literalmente incapaz de abandonarlo ahora que era él quien necesitaba de mí. Con una lágrima empecé a recordar que cuando estuve en peligro, cuando tuve hambre o frío, cuando me rompieron el corazón por primera vez, él estaba ahí, me protegió sin importar cómo terminará, él podía quedarse con el estómago vacío si yo tenía algo para comer, él me abrazaba para mantener el calor y me ayudó a darme cuenta de que el único hombre que valía la pena era él, por eso no podía irme, no podía dejarlo, porque cuando él tuvo la oportunidad no lo hizo.

Cerré los ojos con fuerza, ya no quería llorar, con una bocanada de aire abrí la puerta, al verlo, sentí que me dolía el pecho, mi hermano inquieto, espontáneo y activo estaba ahí, recostado en la cama, inmóvil. Reprimir mis ganas de tirarme a llorar a sus pies me resultó aún más complicado, me acerque, sujetando su mano, en su dedo reposaba un pequeño tatuaje de unas alas de ángel, entonces recordé a mi hermano feliz llegando a casa tras conocer a la que según él, era la chica más hermosa del planeta, su expresión de felicidad cuándo acepto ser su novia, todo parecía indicar que mi infierno personal llevaba su nombre, Ángel, con su encantadora sonrisa enamoró a mi hermano y se enamoró de él, lo sé por cómo se miraban, porque, así se miraban mis padres, pero el amor no había sido suficiente, no evitó que a mi hermano lo golpearan unos matones exigiéndole que se alejara de ella, el amor no evitó que al día siguiente tuviera un accidente en el que ella perdiera la vida y yo lo perdería todo.

De todo aquello apenas había pasado un mes, solo 30 días, 720 horas y para mí ya se sentía como una eternidad, empecé a contarle mis día como todos los últimos días, acaricié sus manos y también le hice algunos de los ejercicios que poco a poco había aprendido de las enfermeras que lo trataban, pero al igual que en los últimos 43200 minutos transcurridos no había respuesta, finalmente sabiendo que mi presencia no cambiaria la situación salí de ahí tras besar su frente, extrañaba mucho el sonido de su voz, incluso extrañaba sus ojos recriminado que dejara la universidad o si quemaba la sopa instantánea, siempre creí que en algún punto nos separariamos pero jamás me lo imaginé en estás circunstancias, mucho menos creí que podía extrañarlo tanto. Aprovecharía el tiempo que tenía antes de entrar al trabajo buscando una bodega para guardar nuestras cosas, debíamos dos meses de renta, aquel dinero se había ido con en la cita perfecta junto con el tatuaje que le había organizado mi hermano a su novia, no podía darme el lujo de pagar aquellos meses de retraso ni cubrir nuevos meses, necesitaría hasta el último centavo si quería que mi hermano siguiera recibiendo la mejor atención posible, de todas formas durante el mes apenas y había pisado mi departamento, si no estaba en el hospital estaba haciendo trabajos cortos o en mi trabajo fijo, por lo mismo y aunque doliera empecé a empacar las pocas cosas con las que contábamos, llevándome unas cajas conmigo para dejarlas en la bodega antes de llegar a mi trabajo.



#8878 en Otros

En el texto hay: venganza, embarazo, hermandad

Editado: 02.05.2023

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