Me había quedado dormida, al despertarme observé la habitación y había oscurecido. Me levanté y observé desde la ventana de mi cuarto hacia fuera notando unos diminutos copos de nieve adheridos al vidrio.
Adoro los días así.
Abrí la puerta y fui hasta el comedor bostezando, miré la hora y realmente era tardísimo. La preocupación me invadió al ver que Janine, John y Liza no habían regresado. No tenía opción que ir y preguntarle al neandertal de aquella habitación. Resignada tomé mi camino hacia las escaleras rumbo a su cuarto, una vez ahí golpeé reiteradas veces para ser atendida rápidamente.
—¿Qué pasa?— Preguntó adormilado.
— Estoy preocupada, no han llegado aún—Dije removiéndome incómoda y nerviosa.
Levantó una ceja— ¿ Y Qué con eso?— Bostezó— Deben estar comprando— Le restó importancia. El teléfono sonó en la casa, corrí desesperada para alcanzarlo y atender.
— ¿Hola? — Contesté intrigada.
— ¿Anel?—En ese momento un comentario sarcástico habría salido de mí, pero como no se trataba de Brandon u otra persona, me callé.
Suspiré aliviada de escuchar la voz de Janine—Si soy yo ¿Dónde están y por qué han tardado tanto? — Pregunté preocupada.
—Está a punto de nevar y han cerrado el paso toda la noche así que no vamos poder ir a casa nos vamos a quedar en la casa de mi suegra que para mi mala suerte está a unas cuadras del supermercado. Preparen algo de comer para ustedes dos, asegurate de que las puertas estén aseguradas y vayan a la cama temprano —Ordenó firmemente—¡Oh! casi lo olvido, si Brandon desea salir, comunicale de mi parte que me niego rotundamente.
Sonreí—Bien, lo haré. No te preocupes.
— Confío en ti y...—
— Cariño, estarán bien— Replicó John interrumpiendola.
Janine suspiró —Bien, te quiero, adiós —
—Adiós.
Brandon bajó las escaleras al mismo tiempo que yo colgaba la llamada, vestido con unos vaqueros color gris, zapatillas Nike colo blancas y una remera blanca acompañada de una chaqueta marrón de cuero, con una bufanda rodeando su cuello.
—No te atrevas ni a pensarlo — Advertí poniéndome en su camino.
Frunció el ceño— Necesito pasar ¿Me puedes dar permiso?
Negué firme—No, está a punto de nevar y es peligroso, tú de aquí no sales.
Elevó una ceja—¿Por orden tuya?
Volví a negar—Por orden de Janine, te cito textualmente lo que dijo "Si Brandon desea salir, comunicale de mi parte que me niego rotundamente".
Bufó—Ellos ya van a llegar.
—Están varados van a pasar la noche en la casa de tu abuela— Expliqué cruzandome de brazos.
Fingió pensar—Bueno, enciende la alarma y listo— Sonrió satisfecho— Ahora déjame ir.
Miré a la nada— NO.
Me lanzó misiles con la mirada—De-ja-me salir—Ordenó fastidiado.
Sonreí— Dije que NO— Tomé las llaves de la puerta principal y las escondí dentro de mis pantalones.
Rascó su cabello frustrado—Entrégame las llaves.
— Mmm... NO.
— ¡DAME LAS MALDITAS LLAVES!— Elevó su voz.
— ¡HE DICHO QUE NO!— Chillé enojada.
Lanzó un gruñido— ¡Eres insufrible! No soporto tu presencia aquí en la casa, siempre es Anel esto, Anel aquello—Se burló— ¿Por qué no solo te vas y vuelves de la pocilga de donde mis padres caritativamente te sacaron?
Lo miré sorprendida por lo que dijo y luego la furia reemplazó la sorpresa—¿Quieres que me vaya?, bien.
— Estoy ansioso contando los minutos para que ese milagro suceda— Comentó irónico.
Lo fulminé con la mirada—Te prometo que lo haré, idiota.
— Me siento ofendido— Le mostré mi dedo corazón y subí a mi habitación a pasos agigantados.
¿Deseaba que me marchara?
Bien.
Mientras preparaba mi maleta un dolor en mi pecho me hizo detener, las lágrimas querían hacer acto de presencia pero me negué a dejarlas salir. Al menos sé que saliendo de aquí volveré con Bertha. Ese era mi verdadero hogar, del cual no debí haber salido nunca.
Tomé mi abrigo y en silencio junto a mi maleta salí de la casa. No quería seguir con todo esto, mi objetivo en ese momento era llegar al orfanato lo más rápido posible. Me extrañó no ver a Brandon en el salón, supuse que le había dado igual lo que dije y se había marchado.
A este punto ya no me interesaba, comencé a caminar en medio de la oscuridad. La nieve cubría las calles y los faroles alumbraban lugares determinados, por lo que veías claridad intercaladamente. Usualmente nevaba, pero hoy parece que todo estaba en mi contra, golpeé una piedra enfadada y resulta que era una roca aún más grande. Me quejé del dolor en mi pie y lo sostuve con mis manos mientras maldecía a esa piedra mentalmente. Cuando pude aliviarme retomé mi camino divisando un puente frente a mi, a su costado en bajada había una gran cantidad de árboles con sus copas cubiertas de nieve. Me acerqué un poco a la orilla para verificar que no era peligroso cruzar y sin darme cuenta al girarme resbalé por causa de la nieve. Sabía de antemano cual era mi punto de encuentro.
Una gran arboleda.
Por inercia cerré los ojos y luego lo único que sentí fue mi cuerpo impactar contra uno de los tantos árboles que habían allí. Genial mi día no podría haber mejorado, después de eso lo que era blanco por la nieve comenzó a tornarse negro y finalmente caí en la inconsciencia.
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Editado: 02.06.2023