I Just Love You

Capitulo 37

Desperté repentinamente debido a unos suaves toques en la puerta de mi cuarto. Refregué mis ojos y en medio de la oscuridad, tanteé con mi mano las cobijas e intenté hallar el celular para verificar la hora. Con éxito lo hallé y pulsé el botón para encenderlo para luego bufar al ver la hora.

Cuatro de la madrugada.

¡Diablos!

Con pereza quité las sábanas de mi cuerpo y como borracha, caminé hasta abrir la puerta encontrándome con Winston en pijamas.

—Ey ¿Qué haces a estas horas de la noche levanta…? —Fruncí el ceño al percatarme de sus ojos llorosos—¿Qué ocurre Winston? —Me acuclillé a su lado preocupada.

Sus labios formaron un pequeño puchero—Duele, me duele mucho.

Tomé sus manos—¿Qué es lo que duele?

—Mis manos y piernas, no puedo doblarlas y me lastiman.

Oh, no.

Tragué saliva pestañando para quitar la molestia de mis ojos a causa del brusco despertar—Tranquilo, todo irá bien ¿Quieres dormir conmigo esta noche?

Winston quitó con su puño una lágrima—¿No molesto?

Negué rápidamente—Por supuesto que no—Sonreí intentando tranquilizarlo—Ven—Tomé su mano izquierda y lo adentré por completo a mi cuarto.  Con tranquilidad lo ayudé a acomodarse y luego me recosté a su lado, dejando la habitación a oscuras. Pasé mi brazo derecho por debajo de su cabeza, de manera que la utilizara como una almohada y el izquierdo lo posé sobre su cuerpo, por encima de las cobijas—Dame tu mano—Winston obedeció liberando un quejido. Con sutileza ejercí suaves caricias en sus muñecas con el objetivo de aliviar un poco su molestia—¿Mejor?

—Si—Dijo en un susurro casi inaudible para mis oídos—Se siente bien.

—Me alegro, intenta dormir. Prometo que no me detendré incluso si ya estás dormido.

—Está bien—Murmuró acomodando su cabeza sobre mi ante-brazo—Eres una buena novia.

Lancé una silenciosa carcajada—Supongo que gracias.

(…)

—Buenos días Bertha—Dije saliendo del baño y encontrándomela por los pasillos.

—Buen día cielo ¿Has visto a Winston? —Preguntó preocupada—Es que fui a su cuarto y no lo encontré.

Asentí—Ven conmigo—Logré que me siguiera y al entrar a mi cuarto, sus ojos se notaron sorprendidos al ver el pequeño cuerpo sobre mi cama.

—¿En qué momento…?

—Apareció frente a mi puerta cerca de las cuatro de la madrugada—Lo observé dormir pacíficamente—Sus articulaciones dolían y estaba llorando—Negué abrumada—Por suerte logré calmarlo.

—Mi pobre niño—Bertha acarició su pelirrojo cabello—Debe luchar contra un gran enemigo y aún no tiene la edad suficiente.

—Sé qué podrá hacerlo, es un niño muy fuerte.

Bertha suspiró—Haz que se levante, iré a preparar el desayuno—Fue lo último que formuló, para luego desaparecer por donde había ingresado.

—Oye, pequeño—Lo removí y este soltó un gruñido—Venga, ya es de mañana y Bertha nos espera con un suculento desayuno.

—No tengo hambre.

—Sin embargo, algo deber desayunar—Volví a removerlo—Arriba.

—Ya déjame, no quiero.

Bufé—Perezoso he dicho ¡Arriba! —Winston saltó fulminándome con la mirada, yo por mi parte reí al ver su alocada cabellera. Rodó sus ojos con molestia y procedió a escapar de mi cuarto como un rayo.

El sonido proveniente de mi celular interrumpió mi risa, sin embargo, la sonrisa seguí en mi rostro. Tomé el celular posado en mesita de luz y observé el remitente.

Pájaro.

Deslicé mi dedo y respondí a la llamada—¡Qué agradable sorpresa, pajarito!

¿Qué hay bruja? —Respondió—Estoy a punto de entrar a clases y solo llamaba porque esta tarde estaré por allí.

¿Eh?

—¿Brandon, no crees que notaran tus continuas salidas?

Lo escuché bufar—Saldrán y no preguntes donde, porque no tengo idea—Suspiró—En fin, no estarán.

—De acuerdo, tú sabrás como manejarlo.

Bien—Contestó—Nos vemos luego bruja.

—Adiós, pajarito.

Guardé mi celular en el bolsillo trasero de mi pantalón y luego de dejar mi habitación en condiciones me encaminé hacia el salón. Mis pasos se detuvieron al observa una pareja charlando con Margareth y Bertha.

La mujer tenía cabello negro y ondulado, ojos verdes y labios pintados de un tono carmesí. En cuanto a su ropa, vestía formalmente con una falda tubo color verde oscuro al igual que su saco, en sus piernas llevaba medias oscuras y en sus manos muchas joyas.

Junto a esta, se hallaba otra mujer, pero al contrario de la mujer formal, esta tenía el cabello castaño, lacio y corto hasta los hombros, sus ojos eran negros y no había rastro de maquillaje en su rostro. Vestía casualmente, pero con estilo.

Fruncí el ceño al ver como Winston aparecía con lágrimas en las mejillas y corría en mi dirección desesperado.

—¡No me iré! —Chilló pegándose como lapa en mí—¡No me llevarán con ellas!

—Cariño—Habló Bertha—Ellas solo quieren conocerte.

—¡Pues yo no! —Se abrazó más a mis caderas—¡Quiero que se vayan!

Mi ceño continuaba fruncido sin entender absolutamente nada de lo que sucedía. En un murmuro pregunté hacia Bertha que me explicara y en el momento en que ella respondió, comprendí.

Adopción.

Winston.

Nueva familia.

Mis ojos se llenaron de lágrimas y con fuerza en mi interior me arrimé hasta el niño, quien no deseaba liberarme por nada del mundo.

—Oye, no te asustes, todo estará bien. Ellas serán tu nueva familia y estoy segura de que lograrás adaptarte bien.

—¡No! —Exclamó sobresaltándome—¡Si me voy no me permitirán verte de nuevo!

Iba a hablar, pero la mujer arreglada me interrumpió—Cariño, jamás te alejaremos de aquí—Sonrió maternalmente—Prometo que cuando tú desees venir aquí, no existirá problema alguno en traerte.

Winston alejó su rostro de mi cadera—¿Cómo sé que no mienten?




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