🍃˚♡ ⋆。˚𝑶𝒍𝒊𝒗𝒆𝒓˚。⋆ ♡˚🍃
"Hola, soy Lawrence, ¿cuál es tu nombre?"
Apenas éramos unos niños cuando nos conocimos, pero lo recuerdo bien... la forma en la que te acercaste con esa dulce sonrisa.
"¿Quieres ser mi amigo?"
La etiqueta de amigo... cada que la escuchaba salir de tu boca, sentía agujas enterrándose por todo mi corazón.
"Él es Oliver, es mi mejor amigo."
Cuando me miraste con esos ojos azules, fragmentos de cielo, que yo, condenado, no podía dejar de mirar.
"¿Quieres venir a mi casa? Tengo algo que contarte..."
Tus ojos, paraísos donde parecía que no había lugar para mí.
"Creo que me gusta una chica, se llama Alisson, es un año mayor, pero no importa."
Cuando me enteré de que yo era distinto a ti, ese cariño se volvió obsesión. Estaba loco, sediento de tu atención, de tus miradas y palabras.
"Es muy guapa."
Como iluso te pregunté: "Alisson es atractiva, ¿no crees?"... pensé que te referías solo a ella.
"Siempre eres tan divertido."
Me embriaga saber que te ríes por mí. Porque yo provoco ese sonido, porque es mío.
No me conformo con tu risa, ni con un destello fugaz de tu alegría. Yo quiero habitar en tu mundo entero, besarte cada mañana, cuando los rayos del sol intenten tocar tu rostro, ser yo el que los desplace de tu piel. Quiero que seas mío... ¿acaso serías mío?
"Las chicas son tan hermosas, ¿por qué un hombre querría estar con otro?"
No lo sé. Yo también me lo pregunto... espero que los dos encontremos la respuesta en el otro.
—¿En qué tanto piensas, Oli? —sentí un peso sobre mi hombro. Un recordatorio de que sigo caminando por los pasillos de la universidad.
—Hola, Law, no sabía que estabas en la escuela —mentí. Claro que sé su horario como la palma de mi mano, hasta creo que mejor que el mío—. Estaba pensando en algo de mis prácticas...
—Ya veo, entonces no te molesto. Te veo en la salida. —Se apartó de mí y entró a su salón.
Hoy es nuestro último día del semestre. Ambos estamos en carreras diferentes, pero en el mismo año. Diría que fue suerte que entraramos a la misma academia, sin embargo, yo pedí una beca para estar más cerca de él.
Bueno, necesito explicarles. Lawrence y yo nos conocimos en la niñez. Su padre es dueño de una empresa y mi papá trabajaba para él. En cuanto crecimos, mis sentimientos hacia Lawrence también lo hicieron. No pueden culparme por estar tan enamorado: Lawrence es... perfecto. Atento, gentil, fuerte... y hermoso. Pero eso lo verán más adelante.
Mis días aquí son bastante normales, y al ser las últimas clases, pocos profesores vinieron. ¡Así que día libre! Por suerte hoy me toca práctica. Amo practicar tiro con arco, me ayuda a despejar mi mente.
Lawrence juega básquetbol, por desgracia. Si no fuera tan malo en ese deporte, me hubiera inscrito también. Él es muy popular y tiene muchos amigos, pero eso no le interesa; solo le interesan... las chicas. Y no cualquier chica: casi siempre son rubias o morochas, con gustos en los deportes.
Después de mis clases, caminé por el pasillo. Mi mano tocó mi casillero y, al abrirlo, noté una botella metálica para agua, color azul marino. Era la de Lawrence. ¿Y por qué la tenía yo...? Cierto, ejem... se la pedí prestada en el almuerzo, ya que no quería comer hoy. Olvidé mi comida cuando salí de casa. Como sea, mientras tarareo una canción y camino por el área de deportes, unas voces llaman mi atención.
—¡Yo creo que sí! —era el grupo de amigos de Law, los cuales seguían vestidos con el uniforme de su equipo.
—Ya cállense —dice Law con su voz un poco molesta. Entonces me escondo detrás de una pared. Está mal escuchar conversaciones ajenas... yo solo estoy esperando a Law para entregarle su botella.
—¡No mientas, es obvio que se gustan! —dijo otro compañero, los demás reían.
—No digan eso, qué asco. No veo a Oliver de esa manera, solo somos buenos amigos. —De manera incómoda mueve sus pies, cabizbajo y con una mueca burlesca marcada en su boca.
—Tienes razón, de todas formas, las mujeres te sobran.
Siento cómo el aire se escapa de mi garganta al escucharlo hablar con tanta incomodidad. ¿Es en serio? ¿Realmente dijo eso? ¿O sea que no hay oportunidad? Las preguntas se acumulan en mi mente. No puede ser... todos estos años creía que...
Camino con los puños cerrados a mis costados, tomo la botella y la tiro al suelo. El sonido metálico hace eco por el pasillo. No me contengo y salgo corriendo hacia la salida antes de que me derrumbe ahí mismo. ¡Lluvia de mierda! Las gotas frías empapando mi uniforme no me detienen; la humillación me carcome por dentro como una piraña hambrienta.
Llego a mi departamento, cierro la puerta y me tumbo en el piso. No lo puedo creer... ¿eso piensa de mí? Yo sabía que le gustaban las mujeres, pero aún así creí que se podría fijar en mí... creí que podía llamar su atención. No sé qué hacer, quiero desaparecer.
Es doloroso darte cuenta de que la persona que adoras ni siquiera piensa en ti, que solo eres alguien más en su vida cotidiana, alguien que probablemente desaparezca cuando decida seguir otro camino. Que, por más que lo desees, sus vidas nunca llegarán a cruzarse.
El tiempo que estuve tirado en el piso fue una eternidad, luchando con querer esconderme y no volver a ver a Lawrence otra vez. Aun así, es imposible escapar de esta realidad, por lo que solo puedo suspirar y enfrentarme a ella.
Al parecer ya es de noche. Camino hacia mi cuarto a oscuras y, por imbécil, golpeo mi pie con un mueble. En eso escucho rodar algo y decido prender la luz. Un labial. No puedo evitar prestarle demasiada atención. Volteo al mueble y ahí está la cosmetiquera de Rachel, la hermana de Lawrence. Tiene lo básico, maquillaje para chicas...
Una idea se cruza por mi mente. Lo único que necesito es enamorar a Lawrence, y no lo haré con esta horrible apariencia. Las mujeres son lindas por algo: porque se arreglan, porque son delicadas. Yo no soy así, pero puedo... mejorar.