Día 1: Ángel guardián 👼
Cuenta la leyenda que hace muchos siglos en un reino medieval, Sir Anthony Stark, un príncipe de armadura de hierro que cabalgaba sobre su hermoso caballo blanco sintió de golpe una luz blanca que cayó sobre el centro de una pradera, terminando con una lluvia de estrellitas brillantes que caía sobre el mismo sector, entre las coloridas flores una figura delgada y pequeña, vestida de blanco, con una capa de plumas blancas detrás de ella, pero su rostro era de un jovencito, pero no de uno cualquiera, era hermoso y sereno, de una belleza adorable y llena de candor.
Por los fuertes rayos del sol el joven de a poco abriría sus ojitos lentamente, con sus pestañas rizadas que se movían de forma tierna, su piel era pálida como las nubes del cielo, con sus mejillas rosadas como si tuviera dos rosas en cada una, sus ojos eran castaños como dos brillantes luceros, su cabello marrón como la tierra fresca, el príncipe no podía dejar de ver su belleza y ternura exterior no dejaba de latir su corazón.
La presencia del hombre lo atemorizó y huyó lo más rápido lejos de él, con su cuerpo temblando y con el corazón palpitando, hasta caer de nuevo mientras no dejaba de escapar de sus labios un gemido fuerte de dolor.
El sir corrió a auxiliarlo, una de sus alas estaba rota y con manchitas pequeñas de sangre encima, el más bajo no podía dejar de llorar. Con mucha delicadeza Tony cogió en brazos al joven herido y se lo lleva a su castillo para curarlo.
Al anochecer, el joven desperto en la habitación del principe, su ala ya estaba vendada pero el dolor de cabeza aún lo atormentaba, a su lado estaba el principe, quien no se separó de su lado por ningún segundo, no solamente para cuidarlo, ya que tampoco no podía dejar de mirarlo, no podía entender como aquella cosita lo dejo cautivado de la nada, no podía apartarlo de su vista.
El ángel estaba todavía con un poco de miedo, pero fue distraído por la cálida mirada del hombre, y a la vez su pensamiento, que llegaron de ser de terror a una asomada atracción.
Tony quería el nombre de aquel doncel celestial, pero la fuerte caída impidió que el ser respondiera, por suerte con su dedo señaló en la túnica un nombre escrito en latín "Petri", el príncipe tenía en su estante un diccionario en esa lengua, cuando leyó su traducción, descifró su nombre, era Peter, el joven asintió sin dejar de mirarlo, ni siquiera parpadeaba, tal como estaba el príncipe en ese momento, con una sonrisa el mayor le da a conocer su nombre:
—no te asustes pequeño, no te haré daño, pero si te llevaré por todo mi reino, te llevaré a los lugares más maravillosos, te voy cuidar, y también voy a protegerte.
Los días que pasaron no podían ser tan maravillosos, con mucho cuidado Tony llevo a Peter por todos los rincones del reino, tal como le prometió, a Peter le encantó todos los lugares que visitó, especialmente el bosque, dónde quería subir al árbol y colgarse de las lianas como un mono, pero su lesión no lo dejo y cayó al piso, el mayor no podía dejar de aguantar la risa disimulando preocupación, aunque no debía se veía muy tierno en el suelo y con la liana sobre su cabeza.
Cada día el amor entre ellos crecía más, estaban tan enamorados que ni siquiera dormían en las noches con su amado en la mente de cada uno, y apenas los rayos del sol aparecían se encontraban, con el saludo del buenos días en forma de un beso de amor, si no hubiera sido obligación respirar, los dos podrían estar una eternidad así.
Pese a su madura edad, Tony nunca había tenido esposa ni tampoco hijos, ni siquiera creía de la existencia del amor verdadero, ni menos de los ángeles, pero esa dulce criatura alada le demostró todo lo contrario.
A pesar de no tener su habla, Peter siempre hallaba una forma y otra de demostrar cuánto amaba a su caballero salvador, le daba sus besitos desde el amanecer hasta el fin del día, lo abrazaba por todos lados y sin soltarlo, le regalaba un montón de artesanías que hacía con las flores de los jardines, y de vez en cuando se dejaba llevar por las caricias que su enamorado le regalaba, mientras lo llevaba de paseo.
Pero un día todo cambiaría para los enamorados, los dos fueron a darse un baño en el río debajo de un sauce, sin ropa y abrazados fuertemente, el más pequeño apoyaba su cabeza sobre el pecho del más grande, mientras éste le recitaba un romántico poema:
"Cuando en sesiones dulces y calladas
hago comparecer a los recuerdos,
suspiro por lo mucho que he deseado
y lloro el bello tiempo que he perdido,
la aridez de los ojos se me inunda
por los que envuelve la infinita noche
y renuevo el plañir de amores muertos
y gimo por imágenes borradas.
Así, afligido por remotas penas,
puedo de mis dolores ya sufridos
la cuenta rehacer, uno por uno,
y volver a pagar lo ya pagado.
Pero si entonces pienso en ti, mis pérdidas
se compensan, y cede mi amargura."
💙Poema de William Shakespeare 💙
En su pecho sentía algo húmedo, no era las gotas del agua, sino las tibias y amargas lágrimas del angelito, quién no podía dejar de llorar.
El príncipe no podía dejar pasarlo, acariciando su mejillas con su dedo pulgar y acurrucandolo a su cuerpo, creyendo que se había emocionado del poema, hasta que una bajita y melodiosa vocecita salio de los pequeños labios del joven:
—tengo miedo.
El caballero no podía creer lo que acababa de oir, después de varios días al fin pudo escuchar la voz de su amado angelito, era tal como lo imagino, dulce, suave y hermosa como su dueño:
—¡oh amor mío...hablaste!
—tengo miedo— su voz temblorosa lo preocupaba más —No quiero mejorarme nunca de mi herida, quiero caer de nuevo y romper mi otra ala para estar a tu lado, si mi ala mejora Dios me buscará y me llevará de vuelta al cielo, y yo no quiero, ya no quiero volver, ahora solo quiero estar en el cielo del amor, en el cielo dónde estás tú, contigo— apenas podía hablar del llanto.