—¿Hola?
—Danna, ¿Eres tú?
—Sí, ¿qué ocurre?
—¿Qué, que ocurre? ¡Es lo que yo te pregunto! ¿Qué ocurre? ¿Dónde estás? −Se escucha realmente aterrada, preocupada y noto un tono ligero de enfado en su voz temblorosa- He ido a tu casa durante los últimos dos días y no has estado, tus padres ya no me reciben, las empleadas...
—Estoy bien no te preocupes.
La interrumpo.
—¡Oh!... ¿Cómo no quieres que me preocupe? ¿Porque no habías contestado mi mensaje? Cristian lleva llamando desde que la señorita Danna decidió desaparecer.
—¿De verdad a estado llamado Cristian?
Mi voz se quebró al instante y siento la mirada de Ana que me mira sin entender. Sonrió y aunque sé que es una sonrisa de lo más falsa intento disimular, Ana me contesta con otra sonrisa igual de fingida y se por sus ojos que está preocupada.
—¡Danna!, de verdad ¿estás bien? ¿dónde estás?
—Por el momento sí, estoy bien y si quieres nos podemos ver en el centro comercial.
—Bien... ¡espera! Danna Beristaín, en un ¿centro comercial?
¿Danna? inmediatamente la voz de Taylor resuena en mi cabeza <Señora Dilaurentis> y un escalofrió recorre mi cuerpo que incluso hace que mis manos se sientan helada.
—Sí, bueno... ¿vendrás o no?
—No me lo pierdo por nada del mundo! ¿Estás en el mall de siempre?
—Em... No de hecho estoy en Ciudad de México.
—¿En CDMX? ¿Qué carajo haces haya?
—Es una larga historia, aparte no estamos tan lejos, pero tengo que admitir que extraño Valle de Bravo.
—Bien en ¿qué centro de la ciudad?
Despego el teléfono de mi oreja y miro a las chicas.
—En ¿qué centro estamos?
—En Oasis Coyoacán.
—Gracias.
Sonrió.
Regreso al teléfono. Cuelgo y miro a las chicas.
—No hay problema si una amiga viene ¿cierto?
—No.
Dicen las tres al unisonó.
Estamos sentadas tomando un café las cinco. Ana, Fanny, Daniell, Karls y yo. Estamos en una plática muy eficiente y llena de risas, cuando mi celular vibra y comienza a sonar en mi bolso.
Miro la pantalla y aparece "Número desconocido" Dudo en contestar, pero como es insistente y las chicas me miran desconcertadas, contesto.
—¿Ho... Hola?
—¡Danna!
Inmediatamente, reconozco la voz de Taylor, al otro lado de la bocina. Como grita mi nombre el celular se resbala de mis manos e intento movimientos para que no llegue al piso y con un movimiento épico lo logro. Al parecer está bastante enojado.
—¿Si?
—¿Dónde estás? ¿QUIEN TE DIO PERMISO DE SALIR?
—¿Qué? No tengo que pedirte permiso para nada.
Las chicas me miran con los ojos abiertos.
—Nos veremos en un momento ahora no puedo hablar, estoy disfrutando mucho.
Escucho un muy enojado suspiro acompañado de un gruñido y contesta.
—Bien date prisa.
Y cuelga sin dejarme contestar.
Después de despedirme de Karla y asegurarle que me encuentro bien y pedirle que no le contara nada a Cristian, salimos de allí y Edgar está afuera esperándonos.