Durante el camino, las chicas no hablan y todos están serios, incluso las respiraciones que se escuchan son tensas.
Llegamos a casa.
No se escucha ni un solo ruido y eso me desconcierta. No se escucha ni la voz chillona de Barbie, que en estos momentos me tranquilizaría escuchar. De una puerta aparece Taylor y con una gélida mirada me examina. Todos se distribuyen y van a sus ocupaciones y yo quedo total e indefensamente sola.
—Ven.
Dice frio para después entrar por la misma puerta. Mis manos comienzan a sudar, mis piernas tiemblan y la chica segura que estaba tomando café con sus amigas, ha desaparecido. Camino por el pasillo que en otras circunstancias me parecería algo pequeño, pero ahora siento que recorro 2 Kilómetros. Llego al lumbral de la puerta, por donde se cuela un poco de luz pálida. Entro y busco a Taylor con la mirada y para mi mala suerte lo encuentro detrás de mí. Me da un susto devastador, pierdo el equilibrio y caigo al piso. Taylor intenta levantarme, pero me levanto antes de que lo haga y levanto las manos, excusándome.
—¿Te encuentras bien?
Parece preocupado. Si, solo me duele mucho el trasero. ¿Quién en su sano juicio se encuentra bien después de caer o sufrir un accidente? Pienso.
—Sí.
Contesto eh intento parecer tímida y con la voz cortada por el golpe.
Me mira de pies a cabeza, pasa por mi lado izquierdo y su caro perfume, invade mis fosas nasales. Eso hace que quiera que me toque, pero no. Ni siquiera me rosa. Me giro para saber a dónde va. Se sienta detrás del escritorio café, pulido que se encuentra enfrente de mí.
—Siéntate.
Señala los dos sillones modernos en color blanco mate. Hago lo que me dice.
Su voz me sorprende, creí que tendríamos una discusión, pero al parecer no es así. Su sorprendente tranquilidad y su frialdad me dan escalofríos, unos escalofríos que intento ocultar, escondiendo las manos en las bolsas de mí abrigo.
—¿Porque le dijiste a Karla dónde estabas?
Su voz cambia de repente. De tranquilizadora a Gruñido. Abro los ojos y respiro, profundamente e intento contestar. Abro la boca, pero no sale nada.
—¡Contesta! - Sale del escritorio y se siente sobre él, justo enfrente de mí. – Aun te ¿importa Cristian?
Lo miro a esos intensos ojos obscuros, que antes parecían tiernos y juguetones.
—Yo... yo...
—¿Tú que Danna?! Grita y se levanta, para caminar por el que parece un despacho. —¿Sabes porque no te hice mía en la mañana?
Niego con la cabeza. Aunque imagino la repuesta "Estabas llorando".
—Porque creí que necesitabas tiempo, para asimilar todo esto... Pero me equivoqué... Creí... Creí que eras diferente...
—Soy diferente! ¡TU NO ME CONOCES!
Protesto.
—¡Te equivocas! Aprovechaste para gastar dinero cuando yo no estaba y no aun conforme con eso... Te haces la ofendida.
Lo último lo dice tan frio que incluso siento mis labios helados. No puedo creer que el piense que soy una casa fortunas y no sé porque esto no me sorprende. Taylor abre la puerta y sale, cerrando la puerta lo más fuerte que puede, creo.
Quiero salir tras él y explicarle que yo no gaste su dinero, que el dinero que gaste era mío y que nunca le traicionaría así, pero no puedo. Estoy paralizada.
Apoyo el dorso de la mano en el escritorio y comienzo a sollozar. No sé, porque lloro por él, el no significa nada para mí. Intenta tranquilizarme la mente. Pero algo, en mi remoto corazón dice que estoy sintiendo algo por él y no sé si lo quiero. ¿Yo lo amo? …Lo amo? Se atraviesa entonces la pregunta por mi cabeza.
¿Amarlo? No, eso es imposible. Eso solo pasa en libros y en películas. Y entonces recuerdo cuando soñaba con tener una vida de cuento... Pero esto... Esto no es lo que esperaba.
No lo amo seria loco y absurdo amarlo en pocos días, pero, me está atrayendo y se podría decir que me gusta, odio tener estos sentimientos hacia él, en ciencia cierta no sé qué vaya a pasar y tal vez nunca lo sepa, las cosas no están claras, no sé si estoy o no casada o realmente cual fue el trato que tuvo con mis padres, pero lo único que sé es que no soy libre, yo en estos momentos debería de estar en la universidad, pero me encuentro aquí, nunca me imaginé vivir algo así a mis cortos veinte años.
Gracias por leer, te invito a que sigas disfrutando de la lectura.