Nos arrastramos en plena luz del día, llegamos a un callejón y entramos Taylor saca el móvil, que después de ese accidente esta estrellado.
—Isaac, estamos a pocos metros lejos de la escena, estamos en un callejón... te esperamos.
Le miro y él hace lo mismo nuestras miradas se conectan, ninguno dice nada noto que se acerca a mí y yo no puedo retroceder, no puedo moverme no hay razón para hacerlo su mano se coloca en mi mejilla, el calor que desprende su mano, me hace temblar, mis rodillas flaquean y sus ojos me hipnotizan, entro en trance, un trance del que no quiero salir.
—¿Te encuentras bien?
¿Qué si me encuentro bien? claro, nadie estaría impactado, después de haber vivido una aventura, saber que alguno de los dos estuvo a punto de morir y que para colmo llevo el pijama sucio, con unas zapatillas deportivas.
—Si... ¿y tú? He notado que te sangra la cabeza.
Lleva sus largos dedos a la herida y murmura una maldición. Aparto su mano. Podría infectarse, no por nada tome el curso de primeros auxilios el semestre pasado.
—¿Puedo revisarte?
Espero no le moleste, pero en verdad quiero sentir su cabello obscuro. Se inclina y coloca una mano en mi cintura para mayor apoyo, pongo una mano en su cabello y la otra en su frente bronceada.
—Creo que te has lastimado, fuerte necesitas puntos.
Me canso al hablar, no sabía que estaba conteniendo la respiración.
—¿En verdad?
Asiento con la cabeza, mientras observo su cara sorprendida. ¿qué será tan...
—Me ¡sorprendes! ¿Cómo es que lo sabes?
Me sonrojo un poco, aunque estoy segura que parezco un tomate.
—Yo...
No puedo terminar una bocina de auto proveniente del auto que está afuera del callejón me interrumpe, Taylor se dirige al auto y yo le sigo.
—Isaac.
Saluda Taylor.
—Señor y señora Dilaurentis.
Sonrío, no sé quién es, pero al parecer el si me conoce a mí.
Estoy sentada en el asiento trasero del auto, Taylor está a un lado mío, pero al parecer que no está aquí.
Lo miro, su estructura perfecta, pareciera que le han tallado a mano, un dios griego que ha resucitado y le tengo a un lado, su mandíbula esta tensa seguro no piensa nada bueno se gira y me mira me ha pillado mirándole me sonrojo y le sonrío tímida sus ojos han pasado de obscuros a tiernos, pone su mano en mi rodilla y la oprime.
—Todo estará bien, lo prometo.
—Lo sé
Susurro me acerco a él y le beso sus labios tan dulces responden a los míos lento, dulce, delicado... Sus besos me elevan nos separamos jadeando por ese beso.
—Eres asombrosa.
Dice mientras me toma de la mejilla y me besa la frente.
Seguro tengo una sonrisita estúpida en la cara, sus ojos están brillando y también sonríe. Una sonrisa feliz que me dice que tal vez... Solo tal vez, no es tan malo como le imaginado.
Siento algo frio en la cara y me toco, es sangre un poco coagulada estoy segura que no es mía recuerdo que Taylor necesita puntos y le miro horrorizada.
—Taylor, necesitas ir a un hospital.
—Isaac... crees que...
Isaac asiente y el auto avanza a toda velocidad.
***
Le han puesto 5 puntos a Taylor no es una herida muy grave, pero dejara cicatriz.
—Gracias.
Me susurra en el oído, su aliento me hace cosquillas.
—¿Por qué?
—Por preocuparte por mí...
—No es nada.
—Y por salvarme la vida.
Está a punto de besarme, cierro mis ojos y espero a que sus suaves y cálidos labios hagan contacto con los míos. Siento su aliento muy cerca, cuando a Isaac se le ocurre carraspear la garganta.
—Lo lamente, pero hemos llegado.
—Gracias Isaac.
Abro lentamente los ojos, para darme cuenta que Taylor está abriéndome la puerta del auto y que Isaac me mira culpable.
No Isaac estaba a punto de recibir un ¡gran beso! le miro impasible y me giro para salir del auto.
—No te enojes con Isaac, adentro te llenare de besos.
Susurra cuando paso a su lado.
La nueva casa es mucho más acogedora que la otra, está en medio de un bosque, a mi parecer hay muchos árboles y en la obscuridad es muy fácil confundir las coas.
—Entremos.
Me tiende la mano y yo la tomo.
Subimos a la habitación y es que en verdad estoy cansada.
—Taylor mi ropa...
-No te preocupes en ese armario hay ropa... tal vez no de chica, pero, te quedara bien – me sonrojo y no sé porque – ¿quieres ducharte?
—¿Juntos?
Mierda, estoy pensando en voz alta.
—No.… a menos de que quieras. ¿Quieres?
Por supuesto que sí. Entro al cuarto de baño que no es difícil saber dónde está y cierro la puerta para que no pueda ver mi reacción.
—Iré al otro cuarto a ducharme.
Me avisa Taylor y me siento feliz.
Abro el armario y tomo una camisa azul obscuro, la tomo y la huelo que ridícula pienso, pero aun así la sigo oprimiendo contra mis fosas nasales no huele a Taylor, huele a detergente.
Me recuesto en la cama con el cabello aun húmedo no tengo hambre así que me cubro con el edredón y las blancas sabanas.
Alguien llama a la puerta, pero estoy totalmente cansada.
—Danna ¿estas despierta?
—No.
—¿Quieres hablar?
—No.
—¿Tienes hambre?
—No.
—¿Me odias?
—No… aguarda qué? – Me levanto y me acerco a él – Si te odiara ¿haría esto?
Leo beso, un beso corto y casto sonríe al separarnos y yo me siento estúpida bajo el efecto de sus besos.
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TODOS NUESTROS SUEÑOS SE PUEDEN HACER REALIDAD SI TENEMOS EL CORAJE DE PERSEGUIRLOS. – WALT DISNEY.