—¿Porque fue eso?
Pregunto Taylor confundido, pero con una sonrisa en los ojos que no estaba en su cara. Me encogí de hombros, en un movimiento evasivo.
—Mira Danna no quiero que te sientas comprometida a hacer este tipo de cosas por lo que paso en la mañana ¿de acuerdo?
¿Acaso creía que en verdad lo hacía por compromiso? No, estaba claro en mi mente y en mi corazón. Simplemente lo quería, lo quería con cada minúscula célula de mi asqueroso cuerpo.
—Lo siento.
Me aleje de él y me dirige a la cama. ¿Cómo era posible que me hiciera sentir tan poca cosa? Me hizo sentir como una zorra, literalmente. Estúpida. Susurraba esa voz en mi cabeza. Pero como negarlo, era la verdad.
—¿Tendría que irme a otra habitación?
Pregunto. ¿Cómo era tan sínico como para preguntar? Me hacía sentir, como una maldita zorra. ¡Una mujer necesitada! ¿Acaso tenía "Necesitada" en la frente? O ¿Qué?
—Si, Deberías.
Trate de sonar lo bastante cortante. Espero no me deje. Repetía en mi interior una y otra vez. Soy lo suficiente cobarde como para quedarme en una nueva casa y sin alguien. Sé que en la otra casa me quedé sola, pero realmente no dormí y sabía en qué habitación estaba Taylor. El chirrido de la puerta cerrándose, me causo escalofríos y el liguero golpe que se escuchó tras cerrarla me hizo hiper-ventililarme.
Me levante apresurada, bastante apresurada de la cama mientras gritaba su nombre y salía corriendo tras él.
—¿Que ocurre, Danna?
Pregunto, alterado. lo abrase fuertemente, incluso creo que lo estaba lastimando, pero él no se quejaba, me separo y me miro a los ojos.
—¿Que ocurre?
—Tengo miedo.
Baje la mira y jugaba con mis pies descalzos, tomo mi barbilla y me hizo mirarle a los ojos, me abrazo, tan fuerte, pero delicadamente, que me hizo sentirme con una pequeña muñeca delicada y de cristal.
—Dormiré contigo ¿si? – Dijo mientras besaba mi frente dulcemente. - oh por Dios Danna! Estas descalza! Te enfermaras.
Me levanto y me llevo a la cama. Y allí estábamos, el abrazándome, en posición cucharita y cobijados bajo las suaves cobijas.
***
Sentía besos por toda mi cara, abrí lentamente los ojos para encontrarme con la intensa mirada café avellana junto con una hermosa sonrisa puesta en un perfecto rostro. Sonreí.
—Hola.
—¿Como dormiste?
—Bien... Supongo y ¿tú?
—De maravilla, ¿Que no te lo había dicho antes?
—¿Decir qué?
Pregunte realmente confundida.
—Que cuando duermo contigo concilio el mejor sueño de mi vida.
Sonreí, satisfactoriamente.
—¿Quieres algo de desayunar?
—Claro, vamos.
Deje levantándome de la cama.
—En realidad, aquí no hay comida hay que ir a comprar un poco al supermercado y quería invitarte a desayunar, para hablar de algo contigo.
—De acuerdo vamos.
—¿Pero iras en camiseta? No es que me dé pena, ni nada, pero ese atuendo es demasiado sexy, ¿sabes?
Sonrió y yo me ruborice. Entre al cuarto de baño antes de lanzarme a sus brazos y decirle que me practicara alguna posición extraña. ¡Oh Dios! ¿Qué te está pasando Danna, este chico me hace pensar cosas pervertidas? Nunca había pasado algo así.
Me moje el rostro para dejar ese pensamiento fuera de mi cabeza, por un rato. Tomé un poco de pasta de dientes y la moví por mis dientes. Cuando compráramos un cepillo de dientes, me los cepillaría correctamente. Alisé mi cabello con las manos y me hice una coleta alta con la liga de cabello, que siempre tenía en mi muñeca, como pulsera.
Bien tú puedes hacer esto, lo has visto antes. Me decía mientras me miraba en el espejo. Saque las manos de las mangas y baje el cuello de la camiseta hasta llegar a mis pechos. No hay problema en que se vean los tirantes del sujetador es negro y por lo tanto contrastan. Tomé una manga y la cruce por el pecho e hice lo mismo con la otra.
Perfecto, estoy contenta con el resultado. Un vestido, casual que no molestara a nadie. No es muy largo, pero si lo bastante como para salir de compras.
Salgo del cuarto de baño para encontrarme a Taylor recostado en la cama, ya acomodada, con sus manos por detrás de su cabeza y observando la tv, en esa pantalla plana de 72 pulgadas. El ya esta vestido lleva unos jean obscuros con una camiseta blanca. Me mira y sonríe. No puedo evitar ruborizarme. Se levanta y me tiende la mano para salir.
***
—Hola!... Emm... Yo y mi amigo apuntamos nuestros números – Dice señalando al chico castaño, fortachón y con sonrisa estúpida que me mira – Si te interesa, llámanos.
Dice mientras pone la pequeña hoja de papel y una copa de helado. Me ruborizo y miro a Taylor. Que está oprimiendo un vasito de plástico hasta que este revienta en sus manos y vierte el contenido.
—Tranquilo- susurro tranquila – De todos modos, no tengo celular.
Bromeo. Me mira y sonríe.
—¿Que acaso no saben que deben respetar a una chica hermosa cuando esta con alguien?
—Ya, tranquilo, que yo no veo a ninguna chica hermosa por aquí.
—¿Qué? ¿Acaso no te has visto en un espejo?
—Si, supongo que sí, pero bueno, no es que sea horrible... Pero si lo bastante fea como para elegir a la mayoría de las chicas antes que a mí.
Digo mientras me encojo de hombro. Siento sus manos sobre mis mejillas y me hace mirarle a la cara.
—Danna tu eres hermosa. no quiero escucharte volver a decir lo contrario ¿De acuerdo?
—Yo....
—¿De acuerdo?
Asiento y recibo un tierno y delicado beso que me hace sentir, realmente hermosa.
—Por eso elegí casarme contigo, porque eres hermosa pero aún no lo sabes y yo quiero ayudarte a descubrir lo hermosa que eres.
Sonrió. Se levanta deja un par de billetes de quinientos pesos, aunque sé que es menos de lo que hemos comido, me extiende la mano y yo la tomo. Nos salimos del restaurant sin antes sentir las miradas de varias chicas que se follan a Taylor con la mirada. Lo miro y está nervioso, pero aun así me besa una vez más. Un casto y corto beso, antes de salir de allí.