I Love You

Capítulo 38

La poca luz que se cuela por la ventana da directo en mis ojos. Trato de moverme, pero el cuerpo de Taylor esta sobre mi – Su pierna esta sobre las mías y su mano me rodea- siento su respiración tranquila y relajada en mi cuello, la cual me produce un estremecimiento. Tengo mucho calor y contando que tengo enzima un oso caliente, no en el mal sentido de la palabra – pero tengo que admitir que sí, es muy sexy- Trato de mover su brazo, pero este se aferra a mí por la cintura. Me revuelvo incomoda por su peso y el calor que tengo.

—Taylor...- susurro – estas ¿despierto?

Bosteza, pero no se aleja de mí.

—¿Que ocurre?

Pregunta un poco adormilado y con el natural rubor mañanero después de un sueño.

—Tu... te puedes... he...

Miro nuestra posición y al instante comprende.

—Lo siento.

—No hay problema, es solo que tengo bastante calor.

—No, discúlpame, no fue mi intención, es solo que me gusta abrasarte.

—¿Por qué?

Pregunto curiosa. Se encoje de hombres en un gesto evasivo, típico de él.

—Es solo, que siento que debo protegerte, me pareces tan frágil... Tan delicada... Que siento que debo abrazarte con mucho cuidado para no lastimarte. Es como si fueses un cristal de los que las abuelas los dejan fuera de tu alcance y entonces cuanto tomas uno, sabes que lo tienes que tratar con un cuidado realmente exagerado o de lo contrario se ira de tus manos y se destruirás... eso, eso me pasa contigo.

¡Oh Dios! ¿Cómo alguien puede hablar así de mí? Soy mucho menos que un cristal delicado, incluso lo alcanzo la etapa del plástico, entonces un cristal, ultra delicado que no está a tu alcance, está realmente fuera de mi rango.

Sonrió a pesar de saber mi realidad... mi triste realidad.

—Vamos a desayunar.

—Bien.

Me levanto y extiendo mi mano para que la tome. Se levanta y rechaza mi brazo para rodearme la cintura.

—¿Oye no se te olvida algo?

—¿Qué?

—Los dientes.

—Oh, es cierto.

Entramos al baño y llenamos nuestros cepillos de dientes con el dentífrico. Cuando terminamos jugamos carreras – Quien llegara primero a la cocina- Llega Taylor obviamente, haciendo trampa. Ya que me empujo y yo le puse el pie y al fin, me tomo de cintura y me beso para después salir corriendo.

Entro a la cocina, suspirando frustrada.

—Que ocurre? ha, ya se.... ¡perdiste!

Arqueo una ceja y le quito el vaso de zumo de naranja que sostenía su mano, para beber de él.

—Eres una ladrona, tramposa, perdedora y ladrona.

Lo miro, termino el zumo. Me limpio con el dorso de la mano y después rio sarcástica. Sonríe y camina, tan sexymente acercándose a mí, que hace que mi corazón se acelere y me ponga nerviosa, coloca una mano en mi cintura y desplaza el dedo meñique un poco más abajo, llegando casi al final de la camiseta. Estamos a centímetros, el aire a mi alcance, se vuelve su olor – Loción, jabón caro y a Taylor – se acerca deliberadamente a mi oído.

—Te daré un premio de consolación.

¿Un premio de consolación? ¿Qué quiere decir con eso? ¿Me llevara de compras otra vez? Porque si es así, no quiero sus premios, me está observando con una mirada las vicia y una sonrisa ladeada.

****

Ha sacado una botella de chocolate que hemos comprado ayer en el supermercado. Aun no entiendo que es lo que hará, estoy sentada sobre la isla de mármol de la cocina, con el cabello atado en una coleta, por petición.

Vierte un poco de chocolate en sus dedos y después se lo mete a la boca, saca el dedo totalmente limpio. Repite lo que ha hecho pero esta vez, lo unta en mis labios.

—No lo lambas.

Me ordena, sé que no debería hacerle caso, que me estoy humillando, que no soy una galleta a la cual untar chocolate, pero aun así le hago caso y no lambo lo que hay en mis labios, aunque este tentada a hacerlo.

Le miro, confundida y trago fuerte, cuando pasa lentamente la lengua por su labio inferior.

—No quiero que te muevas. ¿De acuerdo? – Asiento lentamente.

— Bien, porque si no, tendremos que empezar de nuevo.

Se acerca a mi cuello y comienza a depositar besos mojados muy lentamente, cierro los ojos tratando de disfrutar más la sensación. Cuando llega al lóbulo de la oreja, lo muerde levemente y me estremezco bajo sus dientes.

—Abre los ojos, quiero verlos.

Susurra en mi oreja, con una voz ronca. Esta tan cerca que puedo sentir su erección chocar contra mi vientre. Algo caliente se coloca en mi entrepierna. Siento algo... es húmedo... ¡Oh por Dios! Es su lengua. Su lengua, recorre cada minúsculo centímetro de mis labios, provocándome sentir necesitada. Mi entre pierna arde, es como si algo quisiera liberarse. Algo que no sé qué es. Y de pronto casi tan inesperado como cuando faltan dos minutos para terminar el partido de los Yanquis y estos encestan y salen victoriosos una vez más. Estampa sus labios, con los míos. Toma mis manos y las aprisiona detrás de mi espalda, se coloca entre mis piernas. Su erección está en mi entre pierna, lo que me produce gemir.

Todo es besos y pasión, hay algo en el que hace que lo desee. Me ha quitado la camiseta dejándome en ropa interior, el tampoco lleva camiseta, pero al menos, aún tiene esos sexy pantaloncillo azul celeste cayendo desde su cintura. Su mano juega dudosa en el elástico de las bonitas bragas que él eligió – Negras con detalles rojos y de encaje - en Victoria Secret's.

—Espera...

Susurro entre sus besos.

—¿Que ocurre?

—No...

—¿No?

—Sí.

—¿Sí?

—Sí, no.

Se separa y me mira, confundido con los labios rojos he hinchados. Eso me da ganas de tocar mis labios palpitantes y comprobar si están igual de hinchados.

—No, ¿entiendo?

—Yo.... Yo, soy.... – Cierro mis ojos, respiro profundamente, bien Danna es momento de decirlo, rápido y segura, vamos tú puedes. Me aliento en mi mente, abro los ojos y continuo.




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