Tomé a Michelle por sus hombros y comencé a jalarla pero quitarla era misión imposible. Esto era increíble, solo la descuide por cinco minutos y ya se había involucrado en una pelea.
— ¡Déjame, saltamontes!.— Gritó molesta mientras seguía repartiendo golpes en la cara del pobre muchacho.
Después de mis intentos fallidos por quitarla, Jess decidió por fin ayudarme y por poco logramos apartarla. — ¡Déjenme!, ¡Le voy a partir su cara por comprar los últimos tacos!.— Movía sus brazos y piernas a todos lados intentando librarse.
— ¿Todo esto por comida?,¿Es enserio?.— ¿Quién rayos se agarra a golpes por comida?.
Miré al chico que estaba en el piso y justo ahora se estaba levantando, en este momento todo tenía sentido. Carlos retiró la pequeña línea de sangre de sus labios y sonrió mirando directamente a Michelle. — Eres ruda, cariño, de seguro debes ser una fiera en la cama. — Su sonrisa incrementó e incluso tenía una pizca de travesura en su mirada.
— ¡Ahora sí sueltame que lo mató!.— Asegure más mi agarre y cada vez se me hacía más díficil retenerla.
— Vete ahora, Carlos, por favor.— Le pedí- supliqué, Jess y yo ya no podíamos resistir más.
— Adiós, muñeca.— Le lanzó un beso a Michelle y luego se fue. Cuando vimos que ya se había perdido entre todos los estudiantes, soltamos a Michelle y por la fuerza que estaba ejerciendo se cayó de cara.
— Lo sentimos.— Hablamos con Jess al unísono.
Escuché a Michelle maldecir, se levantó de inmediato y quitó todo el polvo de su camisa y falda. — ¿¡Qué miran idiotas!?.— Gritó enfadada haciendo que todos los curiosos volvieran a sus actividades. Tomó su bandeja y ordenó una hamburguesa junto a un refresco, ni siquiera nos esperó y se perdió entre los demás. Estaba realmente molesta y lo mejor sería darle su espacio, así evitamos que nos asesine.
Tomé una bandeja y ordené lo mismo que Michelle. Todas las mesas estaban ocupadas por lo tanto Jess y yo decidimos ir a almorzar en la cancha de fútbol. Nos sentamos en las gradas y disfrutamos de un relajante almuerzo a la luz del sol .
— Decidí inscribirme en el club de fotografía.— Anunció Jess con emoción que desbordaba por todo su ser.
Desde que la conocí ella siempre había amado la fotografía, sacaba fotografías de atardeceres o de cualquier cosa que le resultará hermoso ante sus ojos con la cámara de su celular, hasta que para sus diecisiete su hermano decidió regalarle una cámara profesional.
— Eso es genial, así aprenderás más sobre fotografía.— Realmente me alegra que se haya inscrito en ese club, pues así mejorará en su más grande pasión que tiene. De pronto una pregunta surgió en mi mente, tarde unos minutos debatiendo conmigo si decirle o no y cómo siempre la curiosidad me ganó.— Y... ¿Cómo te va con mi hermano?.— Le pregunté a Jess provocando que se atragante. Le dí un par de palmadas en su espalda hasta que logró recuperar su postura.
— ¿Enserio quieres saber?, ¿No te molesta que yo... No sé... Hablé con él?.— Noté nerviosismo y miedo en su voz.
¿Molestarme que ellos salieran?, No tendría porque, se supone que es una de mis mejores amigas y que siempre la apoyaré sin importar que, incluso cuando quiera hacer una estupidez la ayudaré, porque es mi amiga y eso es lo que hacen las amigas.
— Jess, por mí puedes casarte con mi hermano, jamás me molestaría, además estaría bueno que alguien lo controlará y creo que tú eres perfecta para eso.— Ambas reímos ante mi comentario.
Después de nuestra pequeña charla Jess me contó todo acerca sobre mi hermano y él, desde lo que había sucedido antes de que nos mudemos hasta hoy. Resulta que en ningún momento habían roto el contacto y por lo que veo Jess está enamorada de él y creo que Liam también, y si no es así le cortaré las pelotas por ilusionar a mi amiga.
La campana sonó dando por concluído el almuerzo, nos levantamos para ir a devolver las bandejas cuando una escena en especial llamó mi atención. En el otro lado de la cancha detrás de las escaleras vi a Gus hablando con Tatiana, ¿Por qué hablaba con ella?. Tatiana parecía muy interesada en lo que él le decía, de un momento a otro Gus le extendió su mano y Tatiana la estrechó enseguida, ¿Qué sucedía entre ellos dos?.
— ¿Vienes?.— Miré a Jess y asentí, cuando volví mi mirada hacía aquel lugar, ya no se encontraban ninguno de los dos.
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Miré de nuevo la hora en reloj, aún faltaba diez minutos para que las clases concluyeran. Un pequeño papel se estrelló en mi cabeza. Miré al responsable y me encontré con Black, quién trataba de reprimir una risa, ¿Ahora se supone que ríe?. Alcé la bola de papel que había caído al lado de mi pie y la desdoble.
Un amigo mío encontró tu motocicleta, me la dio y cómo buen caballero que soy me encargué de dejarla en el estacionamiento de tu departamento.
Sonreí al terminar de leer la nota, me alegraba que los policías no la hubieran encontrado, no hubiera podido vivir tranquila sabiendo que perdí el último recuerdo de mi hermano. Giré en dirección de Black y susurré un gracias, después de todo él no era nada de lo que pensaba. Al final aprendí que no se debe juzgar a las personas por su apariencia o sus primeras acciones porque al final todos somos una caja de sorpresas.
Volví a acomodarme en mi asiento y traté de entender lo que el profesor de música explicaba, ¿Por qué avanzó música si no me va a servir en un futuro?, Ni que me fuera a dedicar a eso. Con cada explicación del profesor de como trabajar con bemoles mis ojos se cerraban poco a poco. Sentí algo caliente entre medio de mis piernas y entonces reaccioné, estoy cien por ciento segura que está es la peor manera de despertar. Me removi un poco incómoda en mi asiento, esto no podía sucederme a mí, ¿Qué fecha era hoy?, De manera discreta saque mi teléfono y me fijé la fecha, ¡Diablos!, ¿Cómo pude ser tan despistada?, Me había bajado en plena clase ¿Existía mayor vergüenza?, No lo creo.