Amor de Árbol
Un goblin que rara vez salía de su cueva, ya que le tenía un profundo temor al mundo exterior, considerándolo como hostil.
En una de sus raras excursiones, se encuentra con un hermoso árbol de múltiples colores. Queda asombrado por la belleza de sus hojas, pero continúa convencido de que el entorno es hostil. Sin embargo, arranca el árbol desde la raíz y lo lleva a su cueva, donde lo planta con muy poca delicadeza.
El goblin no dejaba de mirar el árbol; no comía, no dormía y apenas salía de su cueva, todo porque estaba obsesionado con verlo. Sin embargo, dado que el goblin nunca había cuidado ni plantado un árbol antes, descuidó la planta y observó cómo moría lentamente.
Desesperado, realizó varios sacrificios de animales, rezó a innumerables dioses y entregó todas sus riquezas, creyendo que de alguna manera podría salvar la belleza del árbol. Pero todo fue en vano, el árbol murió y no dejó ni una hoja. El goblin se deprimía solo con verlo, lo que lo llevó a alejarse de la cueva gradualmente. Finalmente, salió con la esperanza de que la hostilidad lo matara, de la misma manera en que él había contribuido a la muerte de la belleza.
Taxi
En una ciudad sin nombre en un país sin nombre, vaga un hombre golpeado por la vida, con el espíritu roto como la mayoría de habitantes que se dignan a recorrer las frías y pútridas calles de esa ciudad, pese a lo grotesco de cada esquina, de cada calle, esta ciudad llega a tener su encanto, una atmósfera deprimente y nostálgica la acompaña y se llega a sentir en sus aires los olores a cadáveres, parecería una ciudad de muerte y desolada, triste, pero este mismo hombre vagante se dispone a eliminar los males de la ciudad, ¿por qué? Te preguntarás, bueno, la razón es simple, el hombre vagante vio algo que fue imposible que lo dejara indiferente, algo tan fuerte que incluso traumó a uno de los ciudadanos de esta ciudad, esta ciudad en las que se encuentran cientos de cadáveres cada noche y esta ciudad en donde en cada esquina existe una armería, algo tan perturbador y grotesco de ver que incluso logró motivar a este hombre vagante, decidió gastar todos sus ahorros en armas, cosas que no eran muy difíciles de conseguir, armas de fuego, armas blancas, bombas, gastó todo lo que tenía para lograr su objetivo, al final se compró una gran gabardina negra, una cajetilla de cigarrillos aunque no era fumador y comenzó su épica historia.
3 años después de comenzar su caza de criminales y de sobrevivir robando lo robado, total es mejor que solo exista un criminal a que existan miles, el hombre pretende dar caza a su próximo objetivo, un hombre blanco caucásico, de mediana edad con un bisoñé más que evidente, esta rata de la sociedad se metió en la fila del supermercado, no hay peor crimen que hacer esperar a la justicia, el vagante después de salir del supermercado y no perder de vista a la basura que iba a sacar esa noche, desinteresadamente
pidió un taxi y le ordenó que siguiera ese Seat Alhambra, coche que previamente había visto que era de esa escoria de la humanidad tan patética.
Mientras iba en el taxi, el hombre con su vieja gabardina iba pensando que le iba a hacer al hombre del bisoñé.
-quizás le corte las piernas, aunque es un castigo muy blando, quizás me esté ablandando con mis castigos, no debe de ser algo más fuerte, se las puedo derretir con ácido, podría ver como su hueso se asoma poco a poco de la piel, como el músculo se derrite para dar visibilidad al hueso, ¿o no se las corto? Que le carcoma el ácido hasta donde llegue, que sea una muerte lenta, para que se le quiten las prisas-
Este último pensamiento hizo que el hombre malencarado de gabardina soltara una risa entre dientes, cuando el taxista interrumpió sus intensos e inmersivos pensamientos con unas cuantas palabras.
-hace frío ¿verdad?
En esa ciudad siempre hace frío, entonces el taxista que era un adolescente moreno y delgado, vestido con una playera casi miserable y unos pantalones de mezclilla, estaba preguntando una obviedad y por un instante le pasó por la mente a nuestro héroe acabar con 2 vidas esa noche, pero se contuvo, porque lastimosamente, se está ablandando
-si- se limitó a responder
El taxista siguió conduciendo y persiguiendo a esa camioneta
-y oiga, ¿por qué seguimos a este auto? -
-Trabajo- con una voz cortante y serena
-exterminador de plagas-
-no veo que lleve un equipo para un trabajo así-
-Meh, voy a un chequeo- dijo él
-señor, tal vez le resulte extraña esta pregunta, pero ¿usted cree en el destino?
- ¿El destino? Es una basura creada para los conformistas, para que realmente no busquemos justicia y solo esperemos una justicia divina que nunca llegará
- pues, yo difiero señor, hoy confirmé que existe el destino, por primera vez puedo estar seguro de algo, algo que haré
-…- no dijo nada el justiciero, pues hay una clara diferencia entre una pequeña molestia y hacer el mal, este hombre no era un enfermo, por Dios
-¿le digo por qué?- su boca no paraba, aunque el silencio le pedía a gritos que dejara de gastar saliva en nuestro justiciero