La bendita gallina
En las orillas de un mar abandonado por la mano de Dios, una sirena merodeaba barcos náufragos, buscaba objetos para decorar su hogar, desde pequeñas conchas hasta las piedras preciosas que había en cofres y por ahí tirados.
Pero mientras merodeaba una caja cae de la superficie casi pegándole en la cabeza a la sirena.
Ella tenía la sensación de que fue una señal divina, veía cientos de burbujas salir de ellas y mucho movimiento, por lo que sintió la necesidad de abrir la caja.
De ella sale un ente alado que desesperado, trataba de subir a la superficie, la sirena sin dudar sube el ave con todo y caja hasta la superficie, pero salieron del agua sus manos y se quemaron, soltando la caja y el ave.
Para su suerte el ave se fue gracias a una tabla que estaba flotando por el lugar, mientras el ente se iba la sirena seguía adolorida, era como si Dios la hubiera castigado por entrar al paraíso.
Inspirada regresa a su hogar, dibuja a esa ave varias veces pensando que era uno de tantos ángeles del cielo.
Empieza a experimentar con la fauna y la flora de su hogar tratando de imitar a ese ente, pero solo creaba deformidades erráticas poco funcionales.
Fueron días y noches intento replicar al ser emplumado al punto de que lo veía en todos lados menos en sus creaciones.
Llegó al punto en que se quedó sin recursos, experimento con su propio ADN, pero el sueño le empezó a afectar y termino cayéndose, derramando su último intento en él.
Cuando despierta mira el charco de líquidos dudosos que dejo, dándose cuenta de que ya no era una sirena, se había vuelto en el ave.
Emocionado va a la superficie de forma lenta por su nueva forma, se sube a una tabla y flota como el ave, al fin viendo el paraíso.
Daysi
Trabajé como conductor muchos años, tantos que hasta he perdido la cuenta, ya no me importan los años, solo forman parte de un gran todo, son números para mí aleatorios, 20, 35 o tal vez sean 40 los años que he trabajado conduciendo a mi hermosa Daysi, no recuerdo los años pasados, realmente no me importan, desde que entré en esa máquina enorme llena de luces neón y un olor característico que es casi tangible, todo dejó de existir, la variabilidad de mis días fue cada vez menor, hasta que Daysi se convirtió en mi casa, mi gran casa nómada, siempre recorriendo el mismo camino, viendo los mismos locales, el boulevard a las 8, el banco a las 10 y la escuela a la 1, subiendo a las mismas personas, viendo como esas personas recorren el mismo camino que yo, ellos tienen su propia Daysi, una gran máquina que los consume, somos su herramienta, nada más, pero encontré una manera de escapar de ella, o más bien rescatándome y saliendo de esa gran masa inorgánica que me succiona, este día de este mes de este año, será el único día que recordaré después de Daysi, olvidaré el pasado consumido y el virgen futuro, al igual que los pasajeros de mi camión, los liberaré de su Daysi, lo haré en el momento y ligar correcto y es este, ahora cuando estoy enfrente de este maldito banco, justo a las 10, mi gran Daysi de unos 200 kilos más el peso de cada pasajero, llevo alrededor de 18 pasajeros, considerando que cada uno pesa casi 80 kilos eso daría unos 1680 kilos en total, a una velocidad de 80 km/h eso debería de ser una fuerza suficiente para arrasar el banco, ¿por qué el banco? Porque es la Daysi del mundo, siento la velocidad, la fuerza y el pánico se solidifica, las 18 personas están gritando y en pánico, los vidrios de mi para brizas penetraron la carne de mi cara con el impacto de la primera pared, aún me podía considerar afortunado, más afortunado que la pobre mujer que salió disparada en contra de varias personas de la fila en ventanillas, aplastándolas como un gran cañón de carne, el sonido de los cráneos y huesos rotos de las personas que estaban ya debajo de Daysi fue tan satisfactorio, las ventanillas colapsando ante la fuerza de Daysi y su velocidad, los papeles rosas, naranjas, verdes y cafés, por los que habría matado que ahora son lo menos relevante, Daysi por fin cayó ante la bóveda, supongo que perdió impulso con la ventanilla y con todas las cajeras que se quedaron atascadas en las defensas de mi Daysi, mientras estaba volando por la fuerza del choque, parecía como si el tiempo transcurriera más lento, ví como mis 18 pasajeros estrellaban sus cráneos contra la bóveda, como eran penetrados por los restos de mi antigua y amada explotadora, todo se destruyó, incluso yo, hecho puré de vísceras y carne, en la maldita Daysi del mundo.