Bajo control

Durante todo el trayecto hasta el allí Coral se había intentado convencer a sí misma de que no estaba nerviosa, de que no era para tanto, pero con cada segundo que pasaba el peso en su cuello de donde colgaba la llave que Lorenzo le había dado y el hecho de saber que se dirigía hacia el momento de una importante revelación cada vez era más pesado.

Eso sin contar que tenía que ser muy cuidadosa con lo que le diría a Lorenzo, pues definitivamente aun no era el momento para revelar completamente su identidad, de hecho, no estaba segura de si eso llegaría a suceder, pues aún no sabe cómo Lorenzo vaya a tomar lo que dirá ese día, y aunque no quisiera admitirlo sabía que eso era justo lo que más le preocupaba.

Claro que ella no contaba con que Lorenzo descubriera parte de esa verdad y mucho menos que su némesis también haya encontrado un hilo que la puede llevar a descubrir lo que para Coral en ese momento es su secreto más importante, incluso más que su propia identidad.

Al llegar al complejo de apartamentos, como Lorenzo le había indicado solo debía ingresar un código en la entrada y desde allí podría pasar sin problema, sin ser detenida por la seguridad o cuestionada por nadie, por lo que así lo hizo, al entrar parqueo su vehículo y subió al ascensor para dirigirse directamente al pent-house.

• Bueno, aquí vamos. – Se dijo para descolgar la llave y girar la cerradura, por un segundo ese simple acto le genero un pequeño sentimiento de alegría, era como si no solo estuviera abriendo una puerta, sino que estaba encontrando un lugar, uno que desde que tenía la llave era suyo, un lugar al cual pertenecer y eso la emocionaba tanto como la aterraba.

Nunca había tenido algo así, desde hacía años había llegado a vivir a la organización, al principio se le dio una habitación que fue mejorando conforme ella también iba ascendiendo, hasta que llego a la cúspide, toda la organización estaba bajo su mando y el dinero que había hecho era incalculable, claro que tenía propiedades en diferentes lugares, pero ella seguía durmiendo en una habitación de la organización, claro ahora tenía la más grande, elegante y segura del lugar, pero eso era todo, ese era su único hogar.

Por lo que entrar allí era diferente, porque ese lugar no era solo suyo, en ese lugar esperaba a alguien.

Una vez llego se puso cómoda, sirviéndose una copa de vino, era lo único que Lorenzo tenía en ese lugar además de agua y café, porque las tostadas se las habían terminado.

En ese momento se dio cuenta cuan parecidos eran los dos, ella tampoco tenía compras en casa, todo lo comía fuera o lo pedía para llevar, así que en un intento por relajarse y olvidar un poco de la tensión que la embragaba por la conversación que la esperaba, llamo a Elías para que enviara a alguien con algunas compras.

• Recuerda, debes manejar todo con el código de seguridad. – Le recordó Elías a la persona que envió con el pedido de su jefa, pues nadie más que él y la persona que se encargaba de esos asuntos, quien era de su entera confianza podían conocer la dirección donde ella se encontraba, ese era el protocolo de seguridad básico que se manejaba con la líder.

• Claro señor. – Asintió y se marchó a cumplir con la misión.

Un poco más tarde Lorenzo ingresaba a su departamento, el cual siempre había sido un lugar oscuro, apagado incluso para él, por lo que casi nunca estaba allí, pero ese día una sensación reconfortante se extendió en su pecho al ver la luz encendida más aun al buscar el lugar de donde venia la luz y darse cuenta que era la cocina a donde se dirigió con paso seguro, pues aún tenía todas las preguntas vivas en su mente después de descubrir una de las múltiples identidades de esa hermosa mujer.

En su mente había planeado no perder tiempo. Apenas la viera inmediatamente le pediría respuestas, pero todo eso desapareció de golpe cuando al entrar a su cocina se encontró con una insólita escena.

Lo primero que llego a él fue el intenso olor, pero no era a comida deliciosa o atrapante como uno esperaría al ver la estufa prendida y a una hermosa mujer con un delantal, sino todo lo contrario era un olor a humo y carbón envolviendo el lugar con una nube de humo negro.

En el momento no supo cómo reaccionar, pero el grito de Coral lo despertó por completo.

• No te quedes ahí parado como tonto, ven y ayúdame. – Había gritado apenas vio a Lorenzo allí de pie con cara de incredulidad.

• ¡Eh! – Dijo Lorenzo volviendo a la realidad. – Si voy, espera. – Reacciono acercándose rápidamente a ella, para tomar el sartén que sostenía Coral con lo que parecían que en un momento había sido pollo, pero que para ese punto ya no se sabía bien que era, lo único seguro es que no podía ser nada comestible.

Lorenzo examino la escena encontrándose con sartenes ennegrecidas, la cocina llena de mil cosas, Coral con el delantal lleno de manchas y su perfecto peinado de siempre completamente desarmado.

• ¿Qué paso? – Pregunto el completamente desconcertado intentando contener la risa que amenazaba con escaparse de sus labios, es más hacia un momento se había quedado de piedra al ver lo que sucedía. Y es que como él no llegaba.

Coral había decidido mantenerse ocupada para no pensar tanto, así que amablemente haría una pequeña comida para compartir con Lorenzo, era algo así como un pequeño gesto de agradecimiento con él, por darle la llave del lugar, pero pues omitió el pequeño detalle que los tutoriales se ven más fáciles de lo que parecen o simplemente son para gente que tiene el mínimo de conocimiento básico de cocina lo que definitivamente no era su caso.

• Lo tenía todo bajo control. – Dijo ella acomodándose su cabello, con la intención de recuperar algo de dignidad, claro que recordaba perfectamente haber pedido ayuda, pero no lo reconocería ni bajo tortura.

• Claro, es más que obvio que esto está completamente bajo control. – Dijo Lorenzo anqueando una cela mientras le mostraba el contenido de la sartén que estaba sosteniendo con el irreconocible contenido. – Supongo que esto en algún momento fue pollo no es así? – Cuestiono divertido.

• Era pechuga a la plancha. – Dijo tomando la sartén con indignación.