Identidad Oculta

Impacto

De pronto, todos los murmullos que recorrían la sala fueron detenidos de golpe. En lo que las cabezas se giraban hacia la entrada atraídas por las miradas de otras personas, el impacto fue masivo.

Lorenzo Rinaldi todos allí lo conocían muy bien, el hijo bastardo del dueño del Banco Central. Claro antes esa era toda su identidad, pero ahora no solo era el dueño de una de las firmas de inversión más grande del país, también se había consolidado como el empresario del año, todos sabían de su inteligencia y poder empresarial, de cómo había levantado IMPERIUM con una astucia impecable, sin contar con que cuenta con suficiente dinero que supera por mucho a varios de los presentes, lastimosamente la alta sociedad seguía siendo demasiado dura con respecto a los origines de sus integrantes, un recordatorio incómodo de los excesos de Rómulo, algo que a Lorenzo le había dejado de importar hacia demasiado tiempo.

Sin embargo, no era su presencia lo que llamaba la atención, de hecho, se esperaba que asistiera, al final de cuentas seguía siendo parte de la alta sociedad y hermano de la nuera de Eusebio, lo que nunca imaginaron fue verlo llegar del brazo de una hermosa mujer totalmente desconocida para todas pero que generaba gran impresión alta, de porte elegante y belleza magnética, vestida con un vestido de satén rojo, que parecía hecho completamente a su medida. Su sonrisa serena, pero todo estaba en sus ojos, hermosos ojos, tan seguros como desafiantes.

  • Ese bastardo siempre buscando llamar la atención. – Murmuro Aníbal, aunque sin poder quitar sus ojos de la imagen, sobre todo de la mujer que seguía caminando con la frente en alto y una sonrisa serena pero segura, casi desafiante y un brillo en sus ojos que declaraba territorialidad y poder.
  • Y lo logra. – Dijo Eusebio que justamente estaba con ellos en ese momento. – Sino solo mira como todos tienen los ojos sobre ellos. – Expuso mirando como todos estaban perdidos en la escena.
  • ¿Quién es ella? – Murmuro Adrián, más para el que para los empresarios con los que se encontraba hablando.
  • Es hermosa. – Comento alguien más.
  • Un ángel. – Aseguro otro.

Completamente absortos en la desconocida mujer, que entra halagos especulaban sobre su origen. Haciendo que Lorenzo sonriera con orgullo, pues, aunque esos hombres miraban con absoluta atención a la mujer a su lado, ella lo había elegido a él, en ese punto no le importaba mucho las razones o la forma de la llegada a su vida, ni siquiera era importante el objetivo que ella perseguía allí, justo en ese momento lo único es que era hermosa mujer le sonreía a él.

Por su parte las damas allí presentes, todas pertenecientes a las familias más ricas e influyentes del país, en cambio, se permitieron sonrisas y miradas largas hacia Lorenzo, sin importar el apellido ni los rumores. El dinero, el poder y un rostro atractivo eran siempre una combinación irresistible, y Lorenzo era eso y mucho más, el único defecto al parecer de muchas era justamente la desconocida que lo acompañaba, Algunas lanzaron comentarios envenenados hacia ella, escondidos tras pequeñas sonrisas y copas de champán. Otras personas de las allí presentes, más prudentes, entre ellos Eusebio, no por nada estaba en el lugar que poseía, midieron la situación: la presencia de esa mujer desconocida era una carta nueva en el juego, y Lorenzo, con su sonrisa segura, parecía saberlo.

El futuro candidato, desde su mesa principal, se limitó a arquear una ceja mientras el silencio que ahora se había transformado en una corriente de murmullos y especulaciones dejando ver que lo que debía ser su noche, ahora giraba en torno a la entrada de aquel hombre al que muchos temían por lo que podía llegar a ser y que al mismo tiempo despreciaban por lo que era.

  • ¿Qué está pasando? – Cuestiono con una mirada aguda Cristal.

Ella como todos había esperado que Lorenzo acudiera solo como siempre lo hacía, es más se había prometido lograr su objetivo esa noche de que todos la vieran con el cómo su pareja, pero ahora esa mujer arruinaba sus panes.

  • ¿Lo sabias? – Le pregunto a Mia, quien estaba aún más perdida.
  • No. – Respondió rápidamente. – No tengo idea de quien es ella, mucho menos que Lorenzo vendría acompañado. – Se defendió, pues pudo sentir un tono de acusación por parte de su mejor amiga.

Los murmullos se hicieron cada vez más densos, como un río subterráneo que cruzaba el salón de gala. La música en vivo seguía sonando, en superficie todo parecía volver a la normalidad, pero todos eran conscientes de que no era así para nada. Como confirmación de ello estaban las miradas que se habían clavado en Lorenzo y la mujer que se mantenía a su lado.

En una de las mesas principales, Aníbal hablaba en susurros.

  • No puedo creer que haya tenido la osadía de venir y menos aún, acompañado de una desconocida. – Dijo con desdén. Aun diciendo eso la verdad es que cada vez que podía le daba una mirada fugaz a la mujer.
  • ¿Qué se podía esperar de alguien sin ninguna educación? – Comento Eusebio con expresión de burla. – Pero lo que me preocupa no es su insolencia, sino su creciente influencia en el mercado.

Un poco más allá, un par de damas de vestidos relucientes lo observaban sin pestañear.

  • Dicen que es bastardo, ¿te imaginas? – Comentó una de ella con cierta intriga.
  • ¿Y qué importa? – Respondió la otra con una sonrisa ladeada. – Bastardo o no, es guapísimo, rico, inteligente y con un aire que ni el más legítimo de los herederos logra tener. – Expuso sin poder ocultar su total interés en ese hombre.
  • Tienes razón. – Comento chocando su copa.

Las risas discretas se mezclaban con las miradas que de lejos acribillaban a Lorenzo

  • Ese malnacido se está ganando contratos que deberían ser nuestros. – Dijo Ernesto Rinaldi, tío de Lorenzo expresando allí su profundo odio por él.
  • No subestimes al bastardo. – Comento con Frialdad Manuel Rinaldi, padre de Ernesto y Rómulo, por lo tanto, abuelo de Lorenzo. – Tiene el instinto de un depredador. Y ahora parece que también sabe cómo mover fichas en lo social. – Dijo mirando hacia la mujer que lo acompañaba.




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