Identidad robada

Prólogo

 

Sufrimiento.

 

Adriana Castillo, una simple criada de la mansión Borja Ballesteros, los más ricos acensados de Texas. Su amabilidad atrajo la atención de Antonio Borja, el dueño y señor de toda la fortuna que amasaba el apellido renombrado en toda el área. Nadie podía disputarle nada a ese hombre, todas sus peticiones debían ser complacidas y cuando él observó la gran humildad de Adriana, se aprovechó para ofrecerle un trato que no podía desperdiciar.

—Adriana, eres una de nuestras sirvientas más confiables y no te hubiéramos pedido esto si no estuviéramos totalmente convencidos de que tú mantendrás discreción al respecto —habló el señor Borja. Ella, temerosa de no tener una idea absoluta sobre aquella propuesta, solamente se limitó a escuchar viendo el rostro de sus empleadores. Sí, bueno, no es que esto sea algo de lo que Celeste quiera que todo el mundo se entere, pero ella no puede tener hijos —manifestó sosteniendo la mano de su esposa.

Adriana amplió los ojos y sin entender aún a lo que se refería el señor Borja, se atrevió a articular una palabra que tenía en mente, no obstante el miedo la obligó a cerrar nuevamente sus labios.

—Mi esposa cree que tú serías la candidata perfecta para alquilar tu vientre, claro, si tú estás dispuesta a aceptar esta propuesta —aclaró, dejando a la señorita Adriana un poco desconcertada. Ella no se había casado aún, y a pesar de que tenía experiencia en el área sexual, no estaba en sus planes ser madre.

—Yo… —fue lo único que pudo responder, y la señora Celeste no le permitió terminar interrumpiendo sus palabras. Se puso de pie acercándose a ella y sostuvo sus manos, viéndola a los ojos con añoranza.

—Adriana, te hablo como una mujer desesperada, no acudiría a ti si verdaderamente no hubiera hecho hasta lo imposible por quedar embarazada, sin embargo, la vida me castigo con la infertilidad. Te ruego ahora, que consideres esta propuesta como algo beneficioso para ti, podemos pagarte una suma razonable de dinero donde tú podrás retirarte y no trabajar más si quieres, solo deseo que pienses en esto y puedas tener en cuenta que también será una ayuda para mí —confesó en medio de su desesperación. Adriana seguía en shock porque esa petición no era fácil de considerar, un hijo sonaba bastante importante.

Ella había sido criada en un hogar sumamente estricto donde la mujer debía darse su lugar y respetarse, sus padres fueron duros con el tema de casarse para tener hijos y criarlos rectamente, pero la propuesta que hacían sus jefes iba en contra de esos principios enseñados en su casa.

—Señora Celeste, yo… ¿Puedo pensarlo? —pidió y la mujer, aunque un poco insatisfecha por el hecho de no obtener una respuesta inmediata, aceptó respetando la decisión de Adriana.

—Está bien, pero por favor espero una respuesta lo antes posible —puntualizó y la mujer asintió poniéndose de pie para salir del despacho. Cuando cerró la puerta soltó una gran cantidad de aire acumulado en sus pulmones, no podía creer todavía lo que acababa de sucederle y sin duda consultaría con su hermana Lucía. Ella siempre le daba consejos sabios para poder tomar una decisión correcta y no apresurada.

Caminó contando los pasos hasta llegar a la cocina, y admiro a Lucía hacer su trabajo por varios segundos. Ella se percató de que la estaba mirando y con una ceja arqueada le preguntó.

—¿Qué ocurre, está todo bien? —quiso saber y Adriana avanzó tomando asiento detrás de la mesada que se hallaba en la cocina. No abrió la boca por minutos y luego detalló los ojos de su hermana para finalmente hablar.

—Lucía, estoy un poco en shock, acabo de tener una rara conversación con los señores de la casa —murmuró por lo bajo para que nadie la escuchara, su hermana se acercó formando un círculo íntimo deseando saber a qué se refería.

—¿Te dijeron algo? —cuestionó y ella afirmó seria—. ¿Qué te dijeron? —insistió y Adriana hizo una mueca de lado con los labios.

—Pues no es fácil de explicar —apuntó con nerviosismo viendo los dedos de sus manos entrelazados—. Al parecer quieren alquilar mi vientre —concluyó difusa y su hermana abrió los ojos de par en par.

Lucía no era como sus padres, en el sentido conservador, sin embargo, tampoco dejaba de sorprenderla esa idea tan descabellada. En cualquier tiempo esa propuesta sonaba escandalosa, no obstante Adriana pensaba aceptar porque ya estaba agotada de tanto trabajo. Ella quería estudiar y graduarse de la universidad como contadora pública y ser una profesional, solo ese sueño la mantenía firme todos los días, no obstante trabajar como servicio para la casa Borja Ballesteros, jamás le permitiría cumplir dicho sueño.

—Lucía, yo quiero aceptar —aseguró la mujer viendo el rostro de su hermana, quien no dudó es cuestionarle si estaba segura, realmente en querer aceptar.

—Pero Adri, es algo bastante serio de lo que hablamos. ¿Estás completamente segura? —repitió y ella asintió.

—Lo estoy y hablaré con los señores mañana a primera hora.

***


Esa noche, luego de tanto trabajo, Adriana pudo descansar en su cama, finalmente, rodó unas cuantas veces reflexionando en la respuesta que daría a sus jefes, los cuales esperaban ansiosos. Ellos estarían felices en saber que Adriana se encontraba dispuesta a recibir el dinero a cambio de alquilar su vientre, dejó que el sueño hiciera su trabajo y en la mañana, cuando el sol se asomó por su ventana a primera hora pidió hablar con los señores.

Les contestó estar de acuerdo y ellos llenos de alegría no dudaron en hacer una celebración, pronto tendrían a un pequeño heredero en casa, el cual llevaría la sangre de Antonio Borja, y también la de Adriana porque ella sería la madre biológica.

Todo salió a la perfección y llegó el momento de hacer la prueba de embarazo, la cual salió positiva, los futuros padres volvieron a celebrar la espera de ese bebé con anhelo y de esa manera los meses transcurrieron como simples segundos en el reloj. El vientre de Adriana crecía rápidamente, mostrando evidencias de su embarazo. Mientras la señora Celeste compraba cosas emocionadas de poder cargar al niño en sus brazos, no obstante cuando supieron que se trataba de gemelos, dicha mujer sintió un poco de temor, ya que no estaba preparada para tanto, por lo cual elaboró un plan el cual ejecutaría el día del parto.




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