Idilio

Capítulo 26

Central Leithold, Cambridge

Iuola miró a los sirvientes con una ceja alzada.

Cuando se asomó por la ventanilla del carruaje y vio la central Leithold la comparó con aquellas mansiones abandonadas de los libros de terror que tanto le gustaban. Ésta poseía tres pisos y la fachada de color blanco, pero estaba muy desgastada, las ventanas estaban a punto de caerse, la puerta principal tenía un pestillo en mal estado y el jardín-si a eso se le puede llamar jardín claro está-estaba muerto.

Todos los sirvientes se encontraban de pie en el vestíbulo, Altaír los había reunido para presentarlos. Ésta miró a los diez sirvientes e hizo una breve observación.

1. Ninguno estaba uniformado

2. Todos estaban sucios y olían mal

3. Eran sólo diez y la central era de tres pisos, los cuales incluían sectores como la cocina-donde debería haber mínimo diez- las habitaciones y pasillos; sin contar las cuadras, el jardín, los cocheros, la administración de las tierras cercanas y un montón de cosas más.

Iuola echó un vistazo al vestíbulo principal. Estaba completamente sucio y abandonado, los muebles estaban cubiertos por sábanas blancas-que ya no estaban blancas-los cuadros estaban llenos de polvo, le preocupaba demasiado las ventanas que estaban a punto de caerse y se dio cuenta que la puerta emitía un sonido espantoso.

—A partir de hoy ocuparemos esta casa—anunció—Mi esposa se encargará de dirigirlo todo

—¿Todo señor? —preguntó el administrador el cual era un viejo rechoncho asqueroso, pensó Iuola al verlo.

—Todo, espero que se coloquen a su disposición—

—¡Sí señor! —exclamaron todos y Iuola evitó sobresaltarse <<¿Acaso estaban en el ejército?>> pensó con desconcierto.

—Bien—dijo Altaír con una sonrisa y luego miró a Iuola—Ya que todo está claro, si quieres puedes irte a refrescar. Nuestra habitación es la primera de la tercera planta, tenemos una puerta que comunica a la habitación del otro así que puedes estar tranquila y tener privacidad.

Ésta asintió—Gracias—luego miró a los sirvientes—Pueden continuar con lo que estaban haciendo

—¡Sí señora! —Exclamaron todos y luego se fueron.

Altaír la miró—Bueno, si me disculpas...

—¿A dónde vas? —le preguntó Iuola

—Al sótano, en mi cabeza tengo una melodía que no puedo dejar escapar

—¿Dónde está el mayordomo o el ama de llaves? Para que le asigne la habitación a mis doncellas

Este lo pensó un momento—Creo que es la cocinera

Iuola abrió los ojos—¿La cocinera?

—No lo sé con certeza, pero esta casa es grande pueden tomar la habitación que quieran

—Por supuesto que no, los criados tienen su propia área de servicio

—Está bien, es tu casa Ma Petite puedes hacer lo que te plazca

Iuola se cruzó de brazos y lo miró—¿En serio vas a dejarme todo a mí sola?

Este le dio un besamanos—Recuerda que me debes una y muy grande Chérie, simplemente te estoy pasando factura—y al decir esto se fue.

Iuola se frotó la frente con las manos mientras veía a su esposo marcharse.

—Esto es increíble, tengo demasiado trabajo por hacer

—Excelencia—comenzó a decir Rose, una de sus doncellas—¿Quiere que nos cercioremos que su habitación este en las mejores condiciones?

—Yo diría que sí, no confío en estos sirvientes si prácticamente la casa se está cayendo sola

—Si me permite decir algo excelencia—comenzó a decir Mary y Iuola asintió en señal de aprobación—Para ser una central ducal deja mucho que decir

—Esos sirvientes no tienen la más mínima educación—añadió Rose—Parecen recogidos de la calle

Iuola asintió—Estoy de acuerdo, evaluaré su eficiencia sino haré algunos despidos. Necesito mucha colaboración de ustedes, por ahora no necesitaré dos doncellas. Necesito que una de ustedes sea mi ama de llaves mientras logro colocar un orden en toda esta locura

Ambas asintieron—Sí excelencia

—Por lo pronto, quiero refrescarme y descansar un poco así que organicen mi habitación y un baño de agua caliente—ordenó.

Ambas hicieron una reverencia—Sí excelencia

***

Altaír abrió la puerta que daba al sótano y la cerró tras sí.

Este bajó dos escalones y se sentó en uno de ellos, colocó ambas manos en su rostro y a continuación se echó a reír.

—Joder todo esto ha sido una completa la locura—susurró—Me casé, me escapé con mi esposa, sus hermanos nos encontraron y me pegaron, ella los echó y ahora estamos en Cambridge

Este se frotó las manos y bajó las escaleras. Este había acondicionado el sótano para que fuese su sala de música personal, allí tenía su piano el cual era muy especial para él, se lo había regalado su profesor de música Pierre Duval en París. Cuando se marchó de su casa a los dieciséis años y se fue a Francia a aventurar, pasó mucha hambre, soledad y desesperación, pero se decía así mismo que no volvería a una casa donde no lo querían. Ser músico jamás se le había pasado por la cabeza puesto que cada vez que se acercaba al piano de Leithold House su madre le pegaba una paliza en las manos.



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En el texto hay: altair, idilio, rosmeryah

Editado: 27.06.2019

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