Idilio

Capítulo 28

Si Iuola pensó que el día anterior había tenido más trabajo de lo normal es porque precisamente no había llegado el día siguiente. Afortunadamente Mary se encargó de recibir a cada uno de los postulantes para los diferentes trabajos que había anunciado el día anterior y le sorprendió ver muchísima gente. Los carpinteros volvieron a continuar con el trabajo y Rose se encargó de la mueblería; no sabía que hubiese hecho sin sus doncellas que les había resultado ser su mano derecha. Iuola confiaba ciegamente en ellas y en su criterio, aparte de eso, las autorizó para que decidieran por sí mismas.

En estos momentos se encontraba montada en un caballo-que no era Atenea y que anotó mentalmente que tenía que mandar a buscar su yegua-junto con el administrador. Ésta tenía un traje de montar de color blanco, con mangas largas y cuello alto-Hizo otra nota mental que tenía que ir a la modista cuando tuviera todo en orden y adquirir un ajuar de diversos colores, puesto que ya estaba casada y no tenía que vestir de blanco siempre-un lindo bonete de color azul y unas botas de montar.

—Hasta aquí llega la propiedad su excelencia—le informó este.

Iuola no tenía ni idea de nada sobre tierras, sin embargo, no era tan tonta como para no darse cuenta los fructíferas que eran y que solo tenían que tener una mejor administración para que den resultados óptimos.

—Muy bien—comenzó a decir Iuola—Dígame ¿Por qué las ha tenido tan descuidadas?

Este sujetó las riendas del caballo mientras se acomodaba el sombrero—Si quiere que le sea sincero, la duquesa viuda solo me mandó a vigilarlas, no les importa en lo más mínimo.

Iuola cada vez entendía menos a aquella familia ¿Cómo era posible que Leithold hubiera quedado de duque del año cuando este ni siquiera sabe manejar las obligaciones del título? Cuando pusiera todo en orden, se sentaría a hablar con Altaír.

—De todos modos, quiero ver los libros de contabilidad—le dijo esta—¿Los tiene listos?

Este suspiró—Sí excelencia

—Muy bien

De repente algo captó su atención. No muy lejos de donde ellos estaban, se veía una pequeña casa de un solo piso, de color blanco muy parecida a un palomar.

—¿Esa pequeña casa pertenece a las tierras?

—N-No

—¿Está seguro? —le preguntó y este asintió—¿Está abandonada?

—S-Si excelencia

Iuola volvió a mirar aquel palomar. Sentía algo inquietante con él, como si percibiera algo maligno allá dentro. Su caballo empezó a sentirse incómodo y ésta dio media vuelta.

—Regresemos—ordenó esta, el administrador asintió y la siguió.

Al llegar a la casa e ingresa por la cocina, Iuola vio a la señora Chase, su cocinera, muy ensimismada en su trabajo. Ésta no podía negar que el olor de la comida era delicioso y que su estómago protestó de inmediato. Cuando ésta se percató de su presencia, le hizo una reverencia. Rose le había estado enseñando modales.

—Su excelencia

—Eso que está cocinando huele muy bien señora Chase.

—¿A que sí? —ésta metió el cucharón y sacó un poco—¿Quiere probarlo?

Iuola la miró escandalizada <<¿Probarlo del cucharón?>> pensó horrorizada.

La señora Chase se dio cuenta de su error y devolvió el cucharón a la olla.

—Disculpe mi atrevimiento su excelencia

Iuola la miró y luego suspiró—Creo que podría probar un poco ¿No está muy caliente?

A la cocinera s ele agrandaron los ojos de alegría y volvió a sacar el cucharón.

—Eso no es problema excelencia—le dijo ésta mientras soplaba un poco.

Iuola aceptó lo que le ofrecía y probó un poco. De inmediato abrió los ojos como platos <<¡Está delicioso!>> pensó. No cabía duda de que esa mujer cocinaba muy bien.

—¿Cómo está excelencia?

Iuola asintió—Muy rico

Ésta sonrió—Serviré en diez minutos ¿Desea que le sirva en el comedor o en el estudio?

—En el comedor

—Sí excelencia

Iuola se marchó de inmediato. Odiaba sobremanera que el hecho de ser bastarda le afectara a tal punto que se sintiera culpable tratando a los sirvientes como lo que son. Cada vez que pensaba en eso la rabia contra su familia aumentaba, simplemente no podía perdonarlos. Nunca lo haría y esperaba no volver a verlos por un largo tiempo. Por su parte no saldría bajo ningún concepto de Cambridge y esperaba que ellos no se acercaran ni siquiera a un kilómetro a la redonda. Lo único que le dolía de todo esto eran sus sobrinos, los cuáles no tenían la culpa y eran los únicos que ella quería ver.

De repente un nombre fugaz cruzó su mente <<Sir Aaron Weasly>>.

No había olvidado nada referente a él ni a Adele Weasly sólo que ahora mismo debía dejar todo en orden para poder estar tranquila y en su momento le preguntaría a Altaír directamente. Confiaba en que su esposo le dijera la verdad, puesto que le había demostrado ser una persona muy honesta y directa. Si había algo en que le pudiera beneficiar al barón se lo escribiría y le enviaría una carta.



#1360 en Otros
#268 en Novela histórica

En el texto hay: altair, idilio, rosmeryah

Editado: 27.06.2019

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.