Idiota y Arrogante

UNO

Si me dieran una moneda cada vez que decía que se dormiría más temprano ya sería millonaria. 

Ya debería empezar a hacerle caso a mi cerebro en ese aspecto, vamos que desde que mi hermana se le ocurrió la grandiosa idea de montar una cafetería mis horarios de sueño estaban cambiados.

Por eso estaba planteándome empezar a regularizar mi ciclo del sueño. Aunque siendo sincera eso jamás ocurriría. 

Le echaba toda la culpa a Laurel, mi hermana mayor, a quien en su santa vida se le ocurría la gran idea de hacerme trabajar en su cafetería desde las nueve de la mañana hasta las dos de la tarde. 

No era mucho, lo sé, pero a veces en la vida uno necesita ser dramática para sentirse realizada. 

Estaba terminando de arreglarme cuando veo que llega un mensaje de Florence, Flo para abreviar. Era mi compañera de trabajo con la cual nos habíamos hecho muy buenas amigas. Flo tenía el cabello corto hasta un poco más arriba de sus hombros, era liso, y de color negro, tenía una hermosa sonrisa y unos ojos grises que te atrapaban el alma. 

Flo: Voy a llegar un poco tarde, mi mamá tuvo una urgencia. 

La mamá de Flo estaba embarazada, ya tenía siete meses y en muchas ocasiones mi amiga tenía que pedir permiso para irla a ayudar. Sobre todo después de que su padre decidiera que era mejor jugar a las apuestas e irse con una mujer que le podía dar mucho más dinero. 

Mara: Bueno, cualquier cosa avisas…

Flo: Va, nos vemos al rato. 

Terminé de alistarme por fin y tomé un pequeño bolso que me había comprado la última vez que fui al mall de la ciudad vecina. Yo vivía en un pequeño pueblo, aunque cada vez relucía más por los campeonatos de fútbol que se realizaban. Teníamos a uno de los mejores equipos y estaba encabezado por nada más y nada menos que por Sebastian. 

Mientras caminaba a la cafetería iba revisando las redes sociales, viendo historias tras historias, algunas de mis amistades que se encontraban estudiando en la universidad, yo por mi parte aún no tenía muy en claro que era lo que deseaba, entonces tomé el camino fácil. Un año libre. 

En una de esas historias apareció Sebastian, era el típico chico que salía de fiestas y se acostaba con todas. Durante nuestra época en la secundaria digamos que estuve muy al pendiente de lo que hacía. 

Pase tan rápido la historia que no pase a presionar un me gusta. Saqué lo más rápido que pude la aplicación. 

Decidido, iba a continuar mi camino sin seguir revisando el móvil. 

Al llegar a la cafetería me tocó hacer lo mismo de siempre. 

Abrirla, ver que todo estuviera en orden, encender las luces. Prácticamente preparar todo para comenzar a atender al público. 

Dejé mi bolso en un colgador que había en la zona para los empleados. 

Esperé a que llegaran las nueve y entonces empecé el día. 

*****

Iba a ser muy sincera, la persona más sincera que podrías encontrar en el planeta en estos últimos cinco minutos. 

Apenas Flo llegó, yo fui a la zona de empleados y me puse a dormir. 

No tenía pensado recibir ninguna queja, si de alguien era la culpa era toda de mi hermana por darme los turnos de la mañana. 

Estaba en medio de un sueño de lo más tranquilo cuando escuche más ruido de lo usual, entonces me dirigí a ver qué pasaba. 

La caja estaba repleta, había una fila descomunal mientras Flo intentaba atender a un grupo de chicos que no se decidían nunca por su pedido, y lo peor es que ni siquiera estaban pensando en lo que iban a comer. Estaban tirándole piropos a Flo, y se le notaba muy incómoda. 

–¿Qué rayos está pasando aquí? –me acerque a la zona donde estaban los chicos. 

–N-nada –respondió Flo intentando sonar segura pero aun así se le notaba lo incómoda. 

Estaba claro que esa era una vil mentira, algo que era “nada” no provocaría que Flo estuviera de esa forma. 

Aguantaba pocas cosas, y una de esas es que se metieran con mis amistades. Y Flo era mi amiga. 

–¿Qué van a pedir? –dije señalando al menú que teníamos en el mostrador–. Están haciendo cola. 

–Estamos pagando, deja de meterte –dijo un chico un poco rellenito que estaba al lado de un tipo alto, con el cabello rapado a los lados y la parte de arriba bastante desordenada.

No me importaba perder de clientes a cuatro idiotas que parecían ni siquiera pensar su pedido mientras dejaban que otra persona avanzara.

–Me meto porque en estos momentos estoy a cargo de aquí –me crucé de brazos lo que le causó gracia al tipo alto, seguro que yo era una minion al lado de él–. Repetiré mi pregunta, ¿qué van a pedir?

Esta vez mi tono de voz estaba mucho más cortante que antes, no iba a seguir soportando a esos tipos, eso sí que no. 

Por mi gato, que en paz descansa, que no iba a seguir soportándolo. 

O por Seguismundo. 



#6272 en Novela romántica

En el texto hay: juvenil, romance, amistad

Editado: 30.04.2024

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