Prólogo

Corrí por el Bosque de Arnau en plena noche, siendo perseguida por Ryder y todos sus guerreros. Llegue a una cueva y me metí dentro hasta que observe como pasaban por la entrada sin notar mi esencia.

Luego de dos horas me di cuenta que ya no me encontrarían por lo que decidí descansar, cayendo una vez más en aquella horrorosa pesadilla de lo que había sido aquel día.

Se hizo tarde y regresamos a casa. Subimos a nuestras habitaciones a dormir después del hermoso día que pasamos junto a mis padres, Tristán Warrior y Mérida Reedus, y mis tres hermanos; Keilan de 16, y los gemelos, Dastan y Coy, de 15.

Estaba por dormirme cuando sonó la alarma de la manada, que nos informaba que estábamos siendo atacados. En menos de cinco segundos me cambie y tome mi mochila del armario, ya que al ser hija del alfa debía seguir un plan y salir del territorio sin que los intrusos me notaran. Salí de la habitación y mi mama me tomo del brazo, ella me llevaba hacia la entrada de los túneles subterráneos...

—Mami, dónde esta papi— pregunte y vi como sus ojos empezaban a brillar —y Kei... y Co— me interrumpió, ya con lágrimas corriendo por su cara.

—Sas quiero que hagas algo por mami ¿Esta bien?—asentí con la cabeza y me tendió un diario — Debes leerlo y seguir con tu vida, nadie puede descubrir tus raíces, corre por los túneles y no pares hasta llegar al pueblo humano más cercano, nosotros no podremos ir contigo mi cachorrita. Nunca te olvid—no llego a terminar su oración cuando un hombre castaño con ojos cafés le arranco la cabeza delante de mis ojos sin tener una sola pizca de piedad. La sangre de mi madre cubría mi cara, y yo no lograba moverme, me encontraba paralizada de miedo.

—Sigues tu— dio unos pasos hacia mi cuando vi un lobo chocolate interceptarlo, era el beta de la manada, y mi tío, Marcus.

— ¡CORRE!— gritó justo cuando había acertado un golpe en la mandíbula del otro hombre y este, de la impotencia, se comenzaba a transformar.

Empecé a correr por los túneles hasta llegar al bosque y ahí fue donde me dí cuenta de que me habían seguido.