Ieyasu Tokugawa

CAPITULO 1 (6-10)

Miré por encima del hombro de aquel individuo y vi a Ieyasu saliendo de un bosque cercano.

Hombre- ¿Hm? ¡Es...!

Cuando el hombre vio a Ieyasu, se puso tenso y, por alguna razón, se cubrió rápidamente la cara con un pañuelo.

(¡No sé por qué leyasu está aquí, pero no me voy a quejar de ello!)

Hombre- Nos vamos. Acércate deprisa.

El hombre me agarró la muñeca y me dio un tirón doloroso en el brazo.

MC- ¡Alto! ¡Suéltame!

Hombre- ¡Deja de luchar!

MC- ¡No!

Tiré con todas mis fuerzas y me las arreglé para escapar de su agarre. Desafortunadamente, eso me hizo perder el equilibrio y me resbalé en el barro. Me caí al suelo, golpeándome el hombro dolorosamente.

MC- Owww...

Hombre- ¡Mujer insolente! ¡No dejaré que la concubina de Nobunaga se lleve lo mejor de mí!

MC- ¿Concubina? ¡Cómo te atreves!

Hombre- Es inútil negarlo... ¡no puedes engañarme!

Lanzándome una mirada furiosa, el hombre levantó su espada sobre su cabeza.

(¡Oh, no! ¡Nunca te burles de alguien que te está apuntando con un arma, tonta!)

Traté de alejarme, pero el suelo estaba demasiado resbaloso por la lluvia y no podía levantarme lo suficientemente rápido. Cerré los ojos y levanté las manos, esperando protegerme de alguna manera y... El agudo golpeteo de metal sobre metal me hizo abrir los ojos de nuevo.

Ieyasu- Creí haberte dicho que no la tocaras

Ieyasu- Creí haberte dicho que no la tocaras.

MC- ¿Ieyasu? ¡Gracias a Dios!

Ieyasu se interpuso entre el hombre y yo. Había usado su espada corta para bloquear la hoja del asesino.

(Me salvó por los pelos.)

Hombre- ¡Maldito seas!

Sólo el brillo de sus ojos era visible a través de el pañuelo envuelto alrededor de su cabeza mientras se tambaleaba hacia atrás. La fría lluvia comenzó a caer con más fuerza, dejándome temblando cuando miré a Ieyasu.

MC- Gracias, leyasu. Pero, ¿por qué estás aquí?

Ieyasu- Se me encargó que te trajera de vuelta esta noche.

(Supongo que mi plan de escape no era tan infalible como pensaba.)

Ieyasu- Te guste o no, tu vida está en mis manos. Si no quieres morir, te sugiero que te quedes donde estás.

MC- De acuerdo, sí.

(Aunque signifique no escapar del castillo, creo que esta vez es mejor que me quede con Ieyasu.)

Mientras asentía, leyasu entrecerró sus ojos verde oscuro hacia el hombre misterioso.

Ieyasu- No sé qué esperas conseguir aquí, pero no puedes tener a la mujer. Si te vas inmediatamente, me olvidaré de esto.

Hombre- Bueno, ¿no estamos siendo muy arrogantes?

Levantando su espada una vez más, el hombre arremetió.

(¡Cuidado, Ieyasu!)

Ieyasu ni siquiera se inmutó.

Con su rostro completamente impasible, rompió la espada de la mano de su oponente.

(¡Whoa! Parece que Nobunaga no es el único espadachín hábil por aquí.)

Hombre- ¡Urgh!

El hombre perdió el equilibrio y cayó de cara al suelo. Su espada, ahora en dos pedazos, se hundió directamente en el barro a unos pasos de distancia.

(¡Ieyasu acaba de cortar una espada en dos! ¡Es increíble!)

Ieyasu- No eres rival para mí. Ahora que lo sabes, sal de aquí.

Su voz se mantuvo tranquila, pero miró al hombre con desprecio.

Hombre- ¡Tú... te arrepentirás de esto!

Cubierto de barro, el hombre se puso de pie y salió corriendo bajo la lluvia.

(Uf, me alegro de que haya terminado.)

Dejé escapar un largo suspiro de alivio cuando el hombre desapareció en la noche.

Ieyasu- ¿Planeas acampar aquí durante la noche? Levántate.

MC- Oh, uh, buena idea.

Mis manos temblaban por el shock de lo que acababa de pasar, pero me las arreglé para ponerme de pie.

(Pensé que estaba perdida esta vez.)

MC- Gracias por salvarme, Ieyasu.

Ieyasu- No me agradezcas a mí, agradécele a Nobunaga. Él es quien me ordenó que te encontrara.

MC- ¿Oh? Bueno, entonces también le daré las gracias a él.

Ieyasu- Ahora regresaremos al castillo. Mantén el ritmo, o te dejaré atrás.

Sin decir nada más, Ieyasu se dio la vuelta y empezó a alejarse.

(Nunca tuve realmente ninguna oportunidad de escapar, ¿verdad? No quiero volver, pero no tiene sentido intentar huir de nuevo ahora mismo.)

Empecé a seguir a Ieyasu y rápidamente lo alcancé. Mientras caminábamos uno al lado del otro hacia el castillo, la lluvia comenzó a amainar antes de detenerse por completo, unos minutos después. Cuando llegamos a las murallas del castillo, mi cuerpo empezó a calentarse de nuevo.

(¿Soy sólo yo, o a Leyasu no le gusta hablar con nadie?)

El sol se asomaba por el horizonte, así que las calles seguían vacías y silenciosas.

(Después de huir sin un plan real en mente, probablemente piensa que merecía ser atacada. Tal vez lo merecía.)

Después de otro largo silencio, Ieyasu habló de repente.

Ieyasu- Me sorprende que no estés dando más pelea después de haber intentado huir.

MC- Oye, tú eres el que vino a buscarme. ¿De verdad te vas a quejar de que te lo estoy poniendo fácil?




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