MC- ¡Espera un minuto! ¡No tienes que ir tan lejos! Quiero decir, no quisiera molestar a Ieyasu...
Nobunaga- Eso no te concierne.
MC- Pero está claro que no está contento con ello...
Nobunaga- Los deseos de Ieyasu son irrelevantes. Cumplirá con su deber, ya que es el mejor hombre para el trabajo.
(¿Cómo, exactamente, es Ieyasu la mejor persona para vigilarme?)
Observé la gélida expresión de Ieyasu. De todos los señores de la guerra del castillo de Azuchi, él fue el que menos me aceptó.
(Incluso cuando me salvó de ese hombre, sólo estaba haciendo su trabajo. ¿Habría intervenido si no se lo hubieran ordenado? Realmente no quiero forzar a alguien a preocuparse cuando claramente no lo hace. ¿Qué está pensando Nobunaga?)
Ieyasu- No es educado quedarse mirando.
MC- Lo siento, no quise hacerlo.
Nobunaga- No tienes ninguna objeción, ¿verdad, Ieyasu?
Ieyasu- No, ninguna. No es que nunca haya tratado con plagas antes.
(¡Bueno, yo tengo una objeción! No quiero que me pongan en un cuarto cerrado con alguien que me desprecia.)
Nobunaga- Está decidido entonces. Harás lo que se te diga, MC.
MC- Pero...
Ieyasu- Ya lo has oído. Ve a empacar tus cosas.
MC- Ieyasu, yo...
Ieyasu- Accedí a protegerte, pero no tengo por qué complacer tus quejas. Estaré esperando en la puerta del castillo.
(¿Eso es todo? ¿Mi destino está sellado así como así?)
Ieyasu se levantó y salió de la habitación sin mirar atrás. Me volví hacia Nobunaga, con la esperanza de suplicarle una vez más. Pero ya estaba de vuelta en el trabajo, leyendo un documento en su escritorio y fingiendo que yo no existía.
(Sí. No va a cambiar de opinión. Supongo que no tengo otra opción que aceptarlo.)
Regresé a mi habitación a regañadientes para empacar, sin molestarme en despedirme de Nobunaga.
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Ieyasu- ¿Es todo lo que tienes?
MC- Sí, todo lo que tengo en este mundo.
Con sólo el bolso que traje del futuro y una pequeña bolsa de tela, bajé a la puerta. La bolsa contenía una muda de kimono que las doncellas habían encontrado para mí.
(Sería bueno tener un par más de conjuntos, pero no quiero abusar de su amabilidad más de lo que ya lo he hecho. Mientras tenga algo que poner en mi espalda y mi precioso bolso, puedo lidiar con eso.)
Para mi sorpresa, Ieyasu extendió su mano.
Ieyasu- Dámelo.
(¿Eh? En serio esta ofreciendo llevar mis cosas por mí...)
Sin esperar una respuesta, Ieyasu me quitó las bolsas de las manos.
MC- Gracias por la amable oferta, pero soy totalmente capaz de llevar mis propias bolsas.
Ieyasu- No estoy siendo amable. No puedo permitir que intentes escabullirte entre la multitud.
(Así que tiene mis pertenencias como rehenes. Debería haberlo adivinado.)
MC- Aprovechar la multitud para hacer mi escape. La idea nunca pasó por mi mente. Gracias por el consejo.
(Cuando vives en una época de constante agitación, supongo que siempre tienes que estar buscando una ruta de escape.)
No pude evitar impresionarme con su mente aguda. Asentí con la cabeza, guardando el consejo en caso de que surgiera la necesidad de usarlo.
Ieyasu- ¿En serio? Eso es supervivencia 101. ¿No sabes nada?
MC- Sé algunas cosas... creo.
(Supongo que desde la perspectiva de un señor de la guerra Sengoku, soy sorprendentemente ajena a cómo funciona el mundo.)
Ieyasu- Vaya, realmente tiene las agallas para negarlo.
Le oí murmurar algo en voz baja. Así que le lancé una mirada recelosa.
MC- ¿Qué acabas de decir?
Ieyasu- Nada. Ya basta de charla inútil.
Con una expresión de aburrimiento en su rostro, Ieyasu comenzó a caminar. Sintiendo que acababa de perder otro combate verbal, me apresuré a seguirlo.
(¡Wow, las calles están llenas! Tan diferente de la última vez que estuve aquí en la madrugada.)
Me quedé cerca de Ieyasu, sin querer perderlo en la bulliciosa multitud que me rodeaba.
(No tenía ni idea de que Azuchi fuera un lugar tan bullicioso. Tiene razón. Sería fácil esconderse en una multitud como esta y escapar.)
Ieyasu- Deja de abrir la boca y camina recto. A menos que realmente estés planeando tu escape?
MC- No, sólo estoy haciendo turismo.
Rápidamente sacudí mi cabeza y volví mi atención a Ieyasu.
(Supongo que ahora que estamos juntos, debería tratar de llevarme bien con él.)
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MC- Pero está claro que no está contento con ello...
Nobunaga- Los deseos de Ieyasu son irrelevantes. Cumplirá con su deber, ya que es el mejor hombre para el trabajo.
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MC- Entonces, ¿Ieyasu? ¿Qué quiso decir Nobunaga cuando dijo que eras el mejor hombre para el trabajo?
Ieyasu- ¿Eh?
(Sólo intentaba romper el hielo, amigo.)
MC- Sé que no estás precisamente feliz de que esté aquí. Y debe haber innumerables formas de evitar que vuelva a huir.
Ieyasu- Sí, bueno...
Esperaba otra respuesta mordaz, o al menos una muestra de desprecio, pero Ieyasu se quedó atrás. Luchando para encontrar palabras, desvió su mirada.
Ieyasu- No puedo estar de acuerdo con la afirmación de Nobunaga de que soy el mejor hombre para protegerte. Pero cuando se repartieron las tareas, me tocó la paja más corta.