Ilumíname con tu luz

Capítulo III "Secretos al descubierto"

Esperaron en casa temprano a que llegara Dionisio a revisar al pequeño Rito. Cuando hubo arribado les dio la noticia de que el episodio fue a causa de un resfriado y que no debían preocuparse. Todos respiraron aliviados y agradecieron al hijo mayor de los Pardillo.

Dionisio examinó al pequeño Rito con cuidado, escuchando su respiración y palpando su frente para comprobar la temperatura. Luego de unos minutos, se enderezó y se dirigió a la sala de estar, donde la familia Moreno y los Pardillo esperaban ansiosos.

—Buenas noticias —anunció Dionisio con una sonrisa—. El episodio de anoche fue causado por un resfriado común. No hay razón para preocuparse, el niño estará bien.

Un suspiro colectivo de alivio llenó la habitación. Todos se miraron entre sí, agradecidos de que la salud de Rito no estuviera en peligro. Gregoria, emocionada y con los ojos brillantes, se dirigió hacia Dionisio.

—Cariño, tenemos otra noticia que compartir contigo —dijo con entusiasmo—. Horacio se ha comprometido. ¡Se casará con Nieves!

Dionisio miró a Gregoria con sorpresa y alegría en su rostro.

—¡Eso es maravilloso! —exclamó—. Mis felicitaciones a la pareja. Son jóvenes, pero el matrimonio puede ser una bendición. Estoy seguro de que serán muy felices juntos.

La noticia del compromiso fue recibida con aplausos y felicitaciones por parte de los Pardillo y los Moreno (a excepción de los novios). Todos estaban contentos por Horacio y Nieves, a pesar de las circunstancias inusuales que habían llevado a este compromiso.

Mientras tanto, Dionisio notó que Rito, el pequeño paciente, aún necesitaba atención. Se dirigió a la habitación del niño y comenzó a tomarle la temperatura. Justo en ese momento, Nieves entró en la habitación con una expresión de gratitud en su rostro.

—Quería agradecerte por venir y cuidar de Rito —dijo con sinceridad—. Significa mucho para nosotros.

Dionisio sonrió y asintió.

—Nieves, no hace falta que me des las gracias. Es mi trabajo y siempre estaré aquí para ayudar cuando sea necesario.

Ella, queriendo expresar algo más, continuó:

—También quiero decirte que Horacio actuó de manera valiente anoche, sino hubiese sido por él seguramente mi hermanito no estaría aquí ahora.

Dionisio asintió, orgulloso de su hermano y de la valentía que había demostrado.

—Me alegra saber que pudo ayudar. Horacio tiene un corazón noble, y estoy seguro de que será un gran esposo y padre en el futuro.

Nieves notó que Dionisio era un hombre distinto a su prometido, lo recordaba como un hombre amargado, sin embargo, parecía estar bastante contento aquel día. Hasta donde sabía, se había mudado a una hora de distancia de la finca de sus padres, vivía junto a su esposa y su hijo, los cuales Nieves no conocía.

Mientras tanto, en la sala de estar, la familia Moreno y los Pardillo seguían celebrando el compromiso de Horacio y Nieves y la recuperación de Rito, con risas, aplausos y palabras de aliento. Después de un rato Dionisio salió de la casa y encontró a Horacio en medio del patio, arando la tierra con esfuerzo. El sol del mediodía brillaba en el cielo, y el calor era abrumador. El viento agitaba las hojas de los árboles y le golpeaba el rostro a Horacio mientras trabajaba en la finca en la que había crecido. La escena era una combinación de nostalgia y frustración.

La finca, que solía ser un lugar de alegría y juegos de la infancia, ahora estaba marcada por la tensión y las preocupaciones. Horacio seguía luchando con la idea de su compromiso con Nieves, y su expresión mientras araba la tierra reflejaba su conflicto interno. El sudor empapaba su cuerpo, y aunque llevaba un sombrero para protegerse del sol, su esfuerzo era evidente. Dionisio se acercó a su hermano y observó en silencio por un momento. Comprendía la tormenta de emociones que Horacio debía estar experimentando, pero también sabía que su hermano tenía un sentido de responsabilidad hacia su familia y la finca.

Los hombres intercambiaron miradas y luego, Horacio dejó sus herramientas en el suelo y se sentó en una silla junto a su hermano. Se quitó el sombrero cuando estuvo bajo la sombra y se pasó el antebrazo por la frente para retirar el exceso de sudor. Soltó un suspiro.

—¿Cómo te sentiste cuando te comprometiste? —preguntó sin quitar la vista del hermoso paisaje.

Dionisio se recostó en su asiento.

—Feliz —dijo después de unos segundos.

Hubo un silencio repentino, el cual solo era opacado por el cantar de las aves que se paseaban por los árboles en el patio.

—A diferencia de ti —continuó Dionisio —yo sí me casé por amor. A pesar de que ahora llevo una buena vida, al inicio no fue fácil. Después de que madre y padre me dieran la espalda tras saber que me casaría con Telma me dejó destrozado. Me alegro de haberme reconciliado ahora con ellos, pero muy en el fondo sé que aun guardo rencor por eso.

—No puedo casarme con ella —murmuró Horacio.

Su hermano le observó la nuca, esperando que este se diera la vuelta para encararlo, pero nunca lo hizo.

—Tendrás tus razones, supongo… Mi consejo es que sigas el plan de madre. Nieves parece ser una buena mujer. No cometas el mismo error que yo, no permitas que madre y padre te deshereden.




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