Por suerte para Gabriel, la viuda lo tomó del brazo.
— ¿Qué le pasa? Pensé que sería más cuidadoso, casi termina como los demás — le regañó la mujer mayor.
El otro sintió como si lo despertaban de un sueño, parpadeó y se restregó los ojos.
— Baje mucho la guardia, no es lo que pensé, ese ser es muy poderoso — movió la cabeza que todavía sentía pesada.
—Tendrá que tener cuidado, tuvo suerte de que estuviera vigilando este lugar. Pero no siempre estaré para ayudarlo.
— Lo sé, gracias señora Carlton.
Esa tarde Gabriel descansó en el hotel, estuvo analizando todo para tratar de entender que pasaba exactamente y como detenerlo. Ya cuando el sol se perdía en el mar, salió de nuevo al lugar de los suicidios, al llegar sintió de nuevo la voz que tarareaba una bella melodía.
— Hola ¿Cómo estás? — el rostro traslúcido de la jovencita era angelical, y su voz aterciopelada, tenía un largo vestido claro que flotaba al viento.
— Bien ¿Cómo te llamas? — Gabriel no demostró miedo hacia ella.
— Perisa.
— Tú me cantaste hace unas horas atrás.
— Así es, solo los puros de corazón me escuchan — sonrió de forma encantadora.
— ¿Por qué no te has ido al otro mundo?
*Nota de la autora: Se dice que los espectros vuelven a este mundo por alguna situación no concluida en vida.
— Sabes que me ocurrió ¿Verdad?
— Moriste en este lugar.
— Un mal hombre me engaño, cuando lo descubrí corrí sin ver por dónde iba y caí, por favor ayúdame, no quiero seguir por siempre aquí, quiero ir al paraíso.
— ¿Qué debo hacer para salvarte?
— Busca mi cuerpo, está en el fondo de este acantilado, muchos han tratado de rescatarme, pero no lo lograron, mientras no esté en tierra consagrada no podré ir al cielo.
El investigador recordó varios casos que tuvo donde había pasado algo así, bajo con la melodía siguiéndolo, pero él no reaccionó como antes que parecía embobado, ahora cada paso era firme, a pesar de eso resbaló un par de veces. Al menos no fue nada grave, pudo mantenerse con vida hasta que llegó al fondo, con su linterna alumbró los alrededores, todo era muy oscuro, las ramas no dejaban pasar nada de luz, le costaba moverse, luego de media hora, en un lugar muy escondido, que no era visible desde ningún lugar cercano, vio restos de un esqueleto, se veía que eran muy antiguo.
— Eres el único que ha llegado con vida hasta aquí en mucho tiempo — la expresión del espectro cambio, ahora era de maldad.
— Antes te subestime, pero ahora vengo preparado.
— Entonces tendré que matarte con mis manos — por un momento se convirtió en el hombre que le contó la leyenda de la mujer de la voz triste, luego volvió a la forma femenina.
— Antes dime quien eres en realidad, no eres el espíritu de una humana, nunca lo fuiste ¿Verdad?
— Soy el demonio Perisa, desde tiempos inmemoriales me realizaban sacrificios aquí, primero los humanos de las tribus, luego los que llegaron en los grandes barcos, pero desde que fueron destruidos todos mis seguidores he tenido que procurarme almas nuevas yo misma — sus ojos se volvieron amarillos brillantes.
El hombre sacó un saquito que vacío en los restos óseos.
— ¿Qué hiciste? Cortaste mi unión con ella — empezó a tomarse la cabeza, y su cuerpo se estremeció, gritó haciendo que el eco retumbará en todas partes.
— Es tierra consagrada, ya no podrás seguir usando a esta humana, robas la apariencia de quienes matas y no son encontrados, y retienes las almas de quienes te llevas para que no vayan al paraíso. Pero ahora te detendré para siempre.
El demonio, ya con su forma de ser andrógeno, de piel roja y ojos brillantes, se tiró a matar al hombre con sus uñas largas y afiladas, pero éste hizo que sus ojos y manos brillarán como soles, y recitó invocaciones milenarias.
— Noooo, eres un maldito, me engañaste, tú eres....
El ser oscuro desapareció de la Tierra, por fin volvió al infierno donde quedó sellado para que no pudiera volver a salir jamás de allí.
Cuando todo quedó en calma varias luces salieron de distintos lugares, cuando pasaban frente al investigador, esté veía a quienes habían muerto en ese lugar, todos movían la cabeza en señal de agradecimiento. Hasta que una se agradó y formó el cuerpo de la mujer que usaba Parisa.
— Gracias Gabriel, trate de combatir con ella para que no siguiera con su maldita labor, mató a mi hermano — su mirada se volvió triste — pero era más fuerte que yo, me tiró a este lugar donde morí, sola, desde ese momento uso mi forma para atraer a sus sacrificios, ahora que la mandaste de nuevo al averno, por fin estoy libre para ir al cielo, gracias.
Y cerrando los ojos, los brillos se volvieron a disgregar y desaparecieron en la noche.
En la madrugada el hombre rubio volvió al pueblo, pagó su cuenta en la hostal, tomó sus cosas y fue a la casa de su clienta, llegó cuando estaba amaneciendo, a pesar de eso ésta lo estaba esperando, Gabriel le contó todo lo que pasó.
— Sra. Carlton, me alegra que ahora podrá reunirse por fin con su esposo, gracias por llamarme, he logrado liberar a muchas almas.
— Gracias a usted, cuando descubrí el video entendí lo que ocurría, pero fue tanta la impresión que morí sin poder hacer nada, y no quise irme sin mi amado, le agradezco haber tomado mi caso, fueron muchos años esperando poder ir al paraíso, pero valió la pena para salvar a mi esposo. Le agradezco de nuevo que haya venido, sé que muchos lo buscan para pedirle ayuda de este tipo.
— Así es, a veces son demasiado, y lamento no poder tomarlos todos. De nada señora, me alegro haberla ayudado.
— Nunca lo olvidaré, gracias de nuevo.
Dicho esto la figura desapareció en un haz de luz, el hombre quedó solo, se levantó, tomó su mochila, estaba feliz por haber logrado salvar a varias almas más, esa era su misión y lo que lo alentaba a seguir adelante.