Ilusión Destrozada

Capítulo 5. Entre las sombras de las páginas

Después de unos meses, Riverdale ya no era solo un lugar era mi hogar, lleno de detalles especiales que daban vida a este nuevo capítulo de mi vida. La conexión con Nana, a quien cariñosamente llamaba así, se fortalecía día a día. Su ternura y dedicación se convertían en un bálsamo que suavizaba las asperezas de mi adaptación a esta nueva realidad.

Nana no era solo una cuidadora se transformaba en mi confidente. Sus abrazos no solo ofrecían consuelo sino también seguridad. Sus palabras siempre llenas de sabiduría, se volvían faros de guía en medio de la inseguridad. La voz en mi cabeza, aunque persistente encontraba un eco más suave en su presencia, como si la generosidad y calidez de Nana crearan un escudo contra las sombras que intentaban emerger.

Explorando el vecindario, encontré una pequeña biblioteca a unos pasos de casa. Las estanterías rebosaban de historias por descubrir, convirtiéndose en mi santuario secreto. Entre las páginas de libros oscuros, donde los asesinatos y misterios reinaban, hallé un refugio, dejando atrás momentáneamente la tristeza que a veces pesaba en mi corazón.

Cada visita a la biblioteca era una aventura. Mis dedos acariciaban con curiosidad los lomos de los libros, y mi mente se perdía en narrativas cautivadoras. En esas páginas, las preocupaciones cotidianas se desvanecían, y por un tiempo, me sumergía por completo en mundos llenos de intriga y giros sorprendentes.

Entre las estanterías, conocí personajes que se volvieron cómplices y lugares que se convirtieron en escondites de secretos. La magia de la literatura se convertía en mi aliada, ofreciéndome no solo historias fascinantes sino también una pausa reparadora para mi alma.

En una de nuestras charlas, Nana, al enterarse de mi inclinación por los libros oscuros, sonrió con complicidad. Mientras compartíamos pensamientos sobre las tramas más intrigantes, una conversación inesperada sobre mi padre surgió.

—Recuerda, querida, a veces, las personas más ocupadas son las que llevan las cargas más pesadas. Tu padre, aunque se enfoque en su trabajo, siempre tiene un lugar especial para ti en su corazón. Las realidades de la vida real pueden esconder mucho, pero el amor siempre encuentra la manera de brillar -aconsejó Nana, sus ojos reflejando una comprensión profunda.

Así que, entre las sombras de las páginas y las palabras sabias de Nana, mi vida en Riverdale se teñía de misterio y consuelo, preparándome para los giros inesperados que aún estaban por llegar.

Después de aquella charla con Nana, la noche caía sobre Riverdale. Se avecinaba la hora de descansar para que al día siguiente mi primer día de clase en esta nueva etapa comenzara con buen pie. Los consejos sabios de Nana resonaban en mi mente, creando una mezcla de expectación y nerviosismo.

La mañana siguiente, Nana, con su amabilidad de siempre, me despertó temprano. Era el día de empezar la escuela, y el sol apenas se asomaba en el horizonte. Me preparé con la mezcla de emoción y ansiedad que acompaña a cualquier primer día. Mi uniforme, aunque nuevo, se ajustaba a la perfección, y mi mochila estaba lista.

Descendí las escaleras y en la cocina el aroma del desayuno preparado con cariño por Nana llenaba el aire. Mi padre con una sonrisa confortadora ya estaba listo para llevarme a la escuela. Su presencia, aunque breve en la mañana me daba un respaldo reconfortante.

La escuela un lugar completamente diferente al hogar y la biblioteca, aguardaba. Llegamos a la entrada y el bullicio de estudiantes llenaba el ambiente. Nana me recordó que buscara la dirección y preguntara por mi horario. Con suerte y la guía de Nana, me dirigí a la oficina principal.

Allí, una señorita amable me asignó a una compañera que me mostraría la escuela. La casualidad tejió sus hilos, y la chica designada resultó ser de mí misma clase. Nos dirigimos juntas a través de los pasillos, descubriendo las aulas y los rostros que llenarían mi día a día.

La atmósfera en la escuela era diferente de la que había conocido hasta ahora. Risas y murmullos llenaban los pasillos, creando una sinfonía animada. Mi guía, compartiendo historias sobre profesores y travesuras estudiantiles, me ayudaba a integrarme en este nuevo entorno.




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