Ilusiones Ópticas

Capítulo 4

Marcos

Contemplé a lo lejos cómo Julia reprimía sus lágrimas hasta que inesperadamente rompió a llorar. De nuevo se me encogió el corazón al verla. No sabía si era por algo que yo había dicho o había algún otro motivo oculto de mayor envergadura que la hiciese palidecer hasta el punto de tener que huir para liberarse de esa carga. Fuese lo que fuere, la chica estaba lidiando con sus emociones y yo no paraba de hacerla caer en ese abismo una y otra vez. Lo cierto es que me había convertido en un experto en cagarla.

Y cuando vi a la "Jefa Suprema" acercarse hacia ella comprendí que mi final estaba cerca. Estaba seguro que después de todo el daño que le había hecho, era una certeza que me delatara ante ella. Justo cuando escuché la palabra "traslado", se me encogió el corazón en un puño. Primero hablaron sobre un cambio de estudio, y me sorprendió que mintiera acerca del motivo; después, sucedió lo mismo cuando le rogó dejar esta planta. La razón de ambos traslados estaba muy alejada de la que Julia había expuesto, la razón tenía mi nombre.

De modo que no me quedó otra que rogarle a la "Jefa Suprema" que no la cambiase de planta. Con una sola mirada entendió mi deseo de que no aceptase a ninguna de sus peticiones. Aunque siempre se había mantenido ajena al favoritismo con el que el resto del personal del hospital me trataba, esta vez accedió a ello. No sé si por motivos laborales o por otros más próximos a nuestra relación materno-filial.

En efecto, Sol era mi madre, una antigua enfermera que ascendió a su puesto actual por sus propios medios y no por ser la exmujer de mi padre. Desde que les expliqué mi decisión de irme de casa, nuestra relación se había enfriado hasta tal punto que me trataba como a un trabajador más que a su hijo. Además, mi rebeldía como ella le llamaba fue el detonante de una relación que pendía de un hilo desde hacía varios años. Mis padres se separaron por sus propios motivos, pero ella aseguraba que yo había sido la razón principal.

De forma que mi madre debió de ver algo en mí como para no aceptar lo que la chica pedía. Pensé que en el fondo sabía que yo era la causa de su infelicidad, pero ella tampoco era una de esas personas que apremiaban las mentiras. La falta de valentía para decir el motivo real del traslado pudo haber sido lo que le hizo tomar esa decisión. Seguramente sería eso, puesto que la "Jefa Suprema" no le daría prioridad a lo que su propio hijo le pediría. Sí, eso era. La ilusión de que nuestra relación se estrechara se desvaneció, otra vez.

— ¡Julia! Tenemos que tomar los registros diarios de los pacientes, ¿vienes? –interrumpí ante la cara de enfado y desconsuelo por no haber logrado lo que quería.

— ¡Sí, jefe! –proclamó sin perder la rabia que transmitía su mirada. Y una vez que estuvo a escasos centímetros de mí me lanzó un "te odio" que incluso me hizo temblar.

— Parece que te quedas –le susurré al oído.

— O parece que tú te vas –me respondió furiosa–, "niño mimado".

— Haré todo lo posible por que te quedes, "niña cobarde" –le contesté a colación de su frase.

— No me hables, nuestra relación será estrictamente profesional –sentenció sin titubear.

Y así fue como pasó el resto de la jornada. Simplemente intercambiamos cuatro frases exclusivamente por temas laborales. Decidí dejarle su espacio. No seríamos "amiguitos" como ella decía, pero me interesaba mantener una relación cordial si quería que no se arrepintiese de mentir por mí, o incluso llevarnos bien y ser amigos de verdad. Debía medir mis pasos, ya había cometido varios errores y me estaba jugando mi apartamento y una dura reprimenda de la "Jefa Suprema".

Julia se limitó a observar cómo desempeñaba mi trabajo, incluso un par de veces me ayudó a levantar de la cama a uno de los pacientes. Esa era la rutina de bienvenida del centro, el primer día para los novatos era de aprendizaje. El resto de la semana trabajaríamos en equipo para supervisar que realizaba las tareas correctamente. Y una vez completada la primera semana, continuaría trabajando de forma independiente, tomando sus propias decisiones. Y a juzgar por lo que había visto, esto último podría suponerle algún que otro quebradero de cabeza.

Más tarde me despedí de ella con un simple "hasta luego", pero pareció no hacerle demasiada gracia. Puede que hubiese preferido escuchar un "hasta nunca". Su mirada de odio me fulminó, no llegaba a comprender cómo podía cambiar drásticamente el amor y la dulzura que reflejaban sus ojos cuando estaba frente a los pacientes. La realidad era que me lo tenía más que merecido, y yo mismo me odiaba por eso.

Mis preocupaciones se desvanecieron cuando llegué al piso de Marta. Lo que más me gustaba de ella era que nunca me avasallaba a preguntas ni se metía en mi vida privada. Lo malo era que el consuelo o simplemente el desahogo que a veces necesitaba no podía compartirlo con ella. Todo en la vida tenía una parte buena y otra mala, así que no solía abrirme en ese aspecto con mi chica. De alguna forma hacía que olvidase mis problemas abriendo otras partes de su cuerpo, y sus largas y esbeltas piernas me esperaban ansiosas sobre la cama.

Canalicé mi rabia y mi dolor en ese acto al que llamaban hacer el amor. ¿Cómo podía existir tal conexión entre unos sentimientos tan opuestos? Si realmente reflexionaba sobre ello, Marta me ayudaba a soltar mi frustración y aliviar tensiones, no verbalmente pero sí a través de nuestros actos. Y hoy era uno de esos días que los problemas agitaban con fuerza mi cabeza, tanto que yo me agitaba con más fuerza si cabía contra su cuerpo, con la esperanza de hacerlos desaparecer por completo. Pero en esta ocasión, ese problema tenía nombre: Julia Aranda, y entre gemidos ese nombre que sonaba en mi mente escapó de mi boca.

— ¿Quién coño es esa tal Julia? –musitó Marta a media voz aún faltándole el aliento.

— No es nadie –expliqué yo besándola apasionadamente para dejarla fuera de juego en esta discusión que apenas comenzaba.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.