Marcos
No caería en saco roto que mi padre me hubiese engañado en mi cara, pero ahora ni era el momento ni dedicaría mis pensamientos a ello. Como bien decía Julia, las buenas nuevas eran un motivo más de celebración... Una celebración que justo se daba por comenzada. Agradecí que nos tocase trabajar ese día de turno de mañana, así tendríamos toda la tarde para disfrutar del festejo sin necesidad de estar pendiente de horarios de medicamentos, cambios de suero y el sin fin de cosas que un enfermero debía hacer.
Todo estaba listo: Los globos acompañaban las guirnaldas, cada paciente sujetaba una de las letras que formaban la oración de "Feliz cumpleaños Carlitos", por supuesto, perfectamente ordenadas, así como la gran pancarta que conformaba una sonrisa repleta de mensajes de ánimo y cariño para el pequeñín. Apetecibles viandas cubrían una larga mesa en la que la fuente de chocolate y, cómo no, la tradicional tarta de cumpleaños, eran las protagonistas. Por el momento, claro, ya que en el instante que Carlitos entrase por esa puerta se convertiría en el centro de atención indiscutiblemente.
Y así fue cómo recibimos al cumpleañero con un grito de "sorpresa" al unísono acompañado de aplausos y alabos de todos los allí presentes. La cara del pequeño era imposible de describir. Su sonrisa irradiaba felicidad, alegría, plenitud y, sobre todo, esperanza. Pero no solo él estaba agradecido, sino también sus padres, los cuales halagaron públicamente la implicación y dedicación que desde siempre había tenido con el niño. Es más, me felicitaron por lograr que esa eminencia londinense accediera a ayudar a su hijo. Con sus palabras, tuve que disculparme y salí de la sala para evitar derramar mis lágrimas delante de ellos. Mi compañera, por su parte, decidió seguir mis pasos para apoyarme...
— ¡Mira todo lo que has conseguido! Carlitos y sus padres están muy agradecidos. Eres un excelente enfermero, pero sobre todo una excelente persona –expresó su más sincera admiración mientras yo secaba mis incontroladas lágrimas y la miraba complacido.
— Ha sido gracias a ti... A ti se te ocurrió la idea de la fiesta y, aunque sé que no has querido robarme el protagonismo –carraspeé ahora esbozando una sonrisa guasona–, tú mereces ese reconocimiento tanto como yo. Y si crees que soy una buena persona es porque he ido aprendiendo de la mejor, de ti –añadí acariciando su mejilla, deteniendo la lágrima que recorría empapando su travesía.
— Pues... me encanta este Marcos –soltó con cierto nerviosismo en su voz.
— Hace tiempo que descubrí que me encantaba esta Julia. Después de vivir rodeado de mentiras, sólo puedo confiar en ti –expuse acercándome a ella a la vez que desviaba su mirada siendo incapaz de mantener el contacto visual. Rápidamente comprendí que estaba excediendo unos límites y que mis sentimientos no eran correspondidos–. Lo siento.
Una voz infantil me llamó en repetidas ocasiones y tuve que volver al interior, sin poder terminar la conversación con Julia. Probablemente yo había malinterpretado sus palabras, ella ya no me odiaba, pero tampoco me amaba. O, al menos, no en sentido romántico. Yo era nuevo en esto del amor, y mis emociones cada vez me eran más difíciles de ocultar. Cada vez que la tenía cerca sólo quería tocarla, acariciarla, abrazarla, besarla... y cumplir con ese deseo que intentó repetir diez veces en el pasado, pero que yo mismo impedí. En parte, porque aún no estaba preparado para aceptar lo que sentía y, por otro lado, porque temía no poder contenerme ante sus súplicas.
★★★★★
Julia
¿Marcos se estaba declarando? Eso me pareció entender, y mi forma de responder no fue a fin de evadir su propuesta. Nada más lejos de la realidad, el corazón me iba a mil por hora con sentir solo su aliento cerca de mi mejilla, con sentir el tacto de su piel contra la mía. No me sentía así desde antes de... En fin, hacía años. Me gustaba este Marcos, al principio lo veía como un posible amigo, pero ahora entendía el matiz de mis sentimientos. Era amor, mas no un amor superficial y vanidoso, sino un amor en mayúsculas. AMOR.
No obstante, fue en el preciso instante en el que habló de mi lealtad cuando mi corazón se rompió en mil pedazos. Quería confesarle que el médico especialista no había venido antes por mi culpa, porque no quería jugar con sus sentimientos y forzar una reconciliación paternal no deseada por su parte. Pero me daba miedo, otra vez el miedo parecía resurgir de sus cenizas. "Aquí estoy, y nunca dejaré de estar" parecía decirme en mi interior, ese sentimiento de temor que no me dejaba articular palabra. Ocultar la verdad también significaba mentir, y yo lo había hecho. Así que no podía dejar que creásemos algo juntos sustentado en la mentira. Era la primera vez que pensaba en un "nosotros", por muy lejano que me pareciesen los comentarios de Marcos cuando utilizaba verbos en la tercera persona del plural.
El resto de la celebración, lo evité por completo. Si bien, sabía que en algún momento tendríamos que abordar el asunto que de seguro había malinterpretado. Tres horas después, prácticamente los últimos invitados abandonaban la sala. La misma que había presenciado decenas de risas y muestras de felicidad, ese sonido que extrañamente en los hospitales se escuchaba y se veía sólo en contadas ocasiones. Al final y como cabía esperar, Marcos y yo nos quedamos recogiendo los restos de la fiesta que borraría rastro alguno de que en aquel salón de actos de un centro sanitario también era posible vivir buenos momentos como ese.
El tenso encuentro que se avecinaba quedó en pause al acercarse Sol. La supervisora quería agradecernos la generosidad con la que su hijo y yo habíamos preparado la celebración, e incluso agasajó a todos los niños con peluches solidarios de diferentes fundaciones que estudiaban enfermedades raras. Al principio, Marcos se mostró reticente a su colaboración, pero finalmente aceptó de buen gusto. Se podría decir que Carlitos era un ángel en todos los sentidos, había estrechado nuestros vínculos, tanto mi relación con Marcos como la de Sol con su hijo estaban siendo retomadas. Prueba de ello eran las disculpas que él mismo expresó: