Ilusiones Ópticas

Capítulo 32

Marcos

Lo tenía todo más que planeado, cogería el coche de mi madre y pondría rumbo al pueblo donde vivía Julia. Porque eso era lo más probable que hubiese hecho, volver a casa, a su lugar seguro con su madre. Eso me llevaría unas cuantas horas, prácticamente sería de noche cuando llegase y no había conducido en años. Pero no importaba, el amor que sentía era más fuerte que el miedo y no dejaría que mis temores y traumas empañaran mi futuro. Desde que mi amigo falleció en aquel terrible accidente de tráfico, el alcohol y la conducción habían desaparecido de mi vida. No obstante, si no fuese por mi fuerza de voluntad en hacer lo segundo y llegar sano y salvo a mi destino, lo primero me habría llevado hasta niveles de embriaguez que hubiesen precisado de atención médica.

De regreso a casa y después de escuchar por boca de mi madre que me juraba y perjuraba que Julia estaba perfectamente repuesta, sin querer se le escapó un comentario que me sirvió para desentrañar la pelea que había mantenido con su padre. Ese vaivén emocional que la chica había vivido me aceleraba el corazón, tanto como la prisa que me entró por llegar junto a ella. Me aproveché de la complicidad entre madre e hijo y le hice saber a mi madre que había decidido ir al pueblo de Julia, y que necesitaba su coche para ello. No pensaba pedirle permiso para todo, pero eso no quitaba que la informase de mis planes y más después de lo que me había pasado. Al fin y al cabo mi madre había entendido que necesitaba mi independencia y no sentirme encarcelado. Entendía su preocupación y su protección, mas volver a establecer esos límites suponía dar un paso hacia atrás. Avanzar era la dirección correcta, y me alegré de que ella también pensase lo mismo, pues aceptó mi propuesta.

Soy como una bomba de relojería
Siento que te hago pagar to' lo que arrastro de atrás
Y no he sana'o todavía
Amor, te están brillando los ojos
Y no es por la razón que a mí me gustaría
Siempre que no estás
Yo salgo por ahí buscando joderme la vida
Pensando en si te tuviese encima
Porque no me vuelves a mirar

Quédate, mi corazón
Que el recuerdo que tengo de los dos, me lo bebo a diario
Dando tumbos por el barrio
Y no lo sé hacer mejor
Cuando me alejé, ya sé que te dolió
Lo creía necesario y era todo lo contrario

La misma mierda todos los días
Las veces que te pedí perdón
Sabiendo que solo yo soy el que te contamina
Pa' que voy a darte siquiera esta canción
Si no puedo darte una alegría
Y me miento a mí mismo otra vez diciendo que así está bien
Lo llevo en mi anatomía
Esto no es lo que te merecías, yah-oh
Y lo pensé tantas veces ahí afuera
Toda la vida en carretera
Se me hizo tarde para vernos otra vez

Quédate, mi corazón
Que el recuerdo que yo tengo de los dos, me lo bebo a diario
Dando tumbos por el barrio
Y no lo sé hacer mejor
Cuando me alejé, ya sé que te dolió
Lo creía necesario y era todo lo contrario

"Era todo lo contrario", terminé de cantar a pleno pulmón la canción de Walls mientras conducía. Mi madre no se negó a dejarme el coche, era por una buena causa claro, por su nuera decía ella... Y era la verdad. Al principio me costó acostumbrarme al cambio de velocidades del motor, pero con el uso adquirí la destreza que tiempo atrás tenía. Mi destino estaba fijado en mi mente, aunque más bien el nombre del pueblo, ya que la dirección exacta la desconocía. Aún así, mi querida Sol se puso manos a la obra y accedió de extrangis a la base de datos del hospital y me proporcionó los datos exactos. ¡Lo que hacía una madre por su hijo! Era el vivo ejemplo de darlo todo por mí, eso me hacía olvidar todo lo malo que nos había separado este tiempo.

El único problema ahora residía en cómo lograr que Julia quisiera verme. Era un paso imprescindible en este entramado, y a juzgar por su desinterés en cada uno de los intentos que hice por contactar con ella, esta no sería la excepción. Barajé varias opciones en mi mente, pero las deseché al no conocer a nadie de su círculo que pudiese ayudarme. Por otro lado, estaría feo presentarme en su casa sin llevarle ningún detalle. Es decir, si mi perdón lo acompañaba con algo, las posibilidades aumentarían estadísticamente. "A nadie le amarga un dulce", pensé... ¡Y a esta chica le encantaba el chocolate! La resolución de estos dos problemas parecía ir de la mano, creí encontrar el kit de la cuestión. Pero antes debería hacer un par de compras y enmascarar mis aspecto...

★★★★★

Julia

No me quedaba otra que esperar a que los días pasaran y Luna confirmase o deshiciera mis sospechas respecto a mi padre y mi hermana. Por un lado, después de sopesar con más calma los nuevos cambios que habían sacudido mi vida, la emoción predominante era la euforia. Me sentía revitalizada, como si algunos de los fragmentos de mi roto corazón se hubiesen recompuesto. Sin embargo, un conglomerado de sensaciones positivas se entremezclaban con la desolación que Marcos había traído consigo. ¿A quién quería engañar? Si ya me había dejado más que claro que no merecía ninguna segunda oportunidad. Aquello de hablar en cierto modo ya lo habíamos practicado, no en términos amorosos, pero sí que indirectamente habíamos discutido sobre eso. Siempre que parecía llenar el marcador de "segunda oportunidad", hacía algo y la cagaba, como abandonarme en plena crisis nerviosa para largarse con Marta.

Salí del bucle en el que me debatía justo en el preciso instante que mi madre entró en mi habitación para pedirme consejo. Desde que participaba en todas las reuniones de su grupo de superación del cáncer de mama, la veía más feliz. Estaba radiante, su pálida piel y el pañuelo que cubría su cabeza no le hacían justicia a su belleza, es más, realzaba su rostro. En ella veía el reflejo de la valentía, justo lo contrario que encontraría en mí al mirarme al espejo.




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