En Marcos descubrí que sí existía una persona capaz de ver el mundo de la misma forma en la que yo lo hacía, sin impostar una imagen falsa. Al fin y al cabo, eso era lo que significaba amarse mutuamente, mirar a través de los ojos del otro. De ese modo, conseguí que un chico que no parecía estar interesado en compartir la misma percepción del mundo con otra persona, se abriera y aprendiese el significado del amor verdadero. Quizá mi miedo a creer que se repetiría el patrón de aquél que intentó hacerme creer que compartía mi forma de ver la realidad, me llevó a intentar huir de mis sentimientos... Pero, como una luz en medio de la oscuridad, la ilusión siempre te guiaba en el largo camino del amor, esa que demostraba no ser una mera ILUSIÓN ÓPTICA.