Tessa Pimenova
Mi cama era la mejor creación del hombre. No solo era blandita y te resguardaba del frío del aire acondicionado, si no que además callaba tus pedos en la noche.
Si una cama hablara, más de uno estaría en la cárcel por estar tan podrido. O quién sabe, a lo mejor estaría en la cárcel por otras cosas que hacen encima de ella.
Me imaginé un Christian Grey, azotándome en la cama mientras que la cama grita conmigo por las sacudidas.
Oh por Dios, Tessa, deja de pensar ese tipo de cosas que al final te acabas levantando peor de la cabeza.
El despertador comenzó a sonar. Sería el día en el que mi vida cambiaría por completo: me iría a un internado que realmente no es un internado, es una universidad. Quién haya creado una cosa así era sumamente gilipollas.
Y tendría problemas mentales, seguro.
No me levanté de la cama como pensarías que haría, me quedé en la cama y me subí más la sábana, tapándome aún más.
Mi madre no tardaría en subir por las escaleras gritándome lo vaga que era por no haber bajado a desayunar. Y hoy más, ya que era el día en el que me iría de esta casa.
Siempre había pensado que cuando me fuera de esta mansión sería para independizarme sola, para poder echar a volar.
Que digo, si llego a tener alas me muero ahogada.
— Tessa — gritó mi madre entrando en la habitación sin tocar, como tenía acostumbrado — Levántate que te tienes que ir
Me hice la dormida. Quizás así me dejaría dormir por el resto de mi vida y así no tendría que ir a ningún sitio. Me quedaría en mi amada cama, con mi sábana y mi aire acondicionado.
La gloria. El paraíso sin dudarlo.
Pero sabía cómo era mi madre, y si algo la identificaba era lo pesada que era. No me dejaría en mi cama tranquila, antes me tiraría por la ventana para despertarme.
— Tessa — volvió a llamarme tirando de mi amada sábana, queriendo quitármela — Vas a llegar tarde.
Agarré con más fuerza la tela y me seguí haciendo la dormida mientras me imaginaba o intentaba hacerlo en el lugar exacto en el que estaba.
Me estaría fulminando con la mirada y se le estaría acabando la paciencia. El problema era si llamaba a mi padre.
Mi padre no dudaría en quitarse la correa y hincharme a hostias.
Y no precisamente el cuerpo de Dios.
— Tessa te lo digo en serio — amenazó quedándose sin paciencia — Llamaré a tu padre como sigas en este plan.
Ya no podía quedarme callada. Si no, acabaría corriendo por toda la casa huyendo de mi padre.
— Mamá me siento muy mal — mentí sacando mi as de la manga — Llévame al doctor, por favor — me levanté de la cama y entrecerre los ojos, haciéndome la enferma — Creo que mi corazón se ha parado. Mamá, me estoy muriendo
Mi madre llevó su mano a su cintura, enojada por mi teatro más malo que la mierda. Me cogió de los pelos y grité, cayendo al suelo por su agarre
— Te quiero abajo en menos de cinco minutos, niña — me regañó soltando mi hermosa melena — Como no estés, llamaré a tu padre y a tu abuela.
Oh, eso si que no.
No había cosa peor que tu padre te estuviera pegando con la correa y que además tú queridísima abuela en tanga se estuviera riendo de ti.
Bufé enojada y me levanté del frío suelo, murmurando cosas incoherentes.
Después de cepillarme el pelo y estar más o menos presentable con unos jeans y una camiseta de un gato, bajé las escaleras arrastrando la maleta.
— Tienes cinco minutos para desayunar — informó mi madre sin ni si quiera mirarme — Después Ted pasará en su coche para llevaros a Tara y a ti al internado.
— No se quieren gastar ni gasolina para verte niña — escupió mi abuela, que estaba sentada en la barra tomando un zumo desde una pajita — Al menos te pagan el internado, porque yo te dejaría en la calle.
— Mamá, deja a la niña ya — replicó mi madre cruzándose de brazos — No seas cruel
— No es ser cruel, es ser realista
Suspiré derrotada.
Me sentía un estorbo en mi propia casa. ¿Eso era normal? Porqué a mi parecer no.
No me sentía bien viendo como mi abuela se alegraba de mi partida. Y menos aún que mi padre no se hubiera presentado para despedirse de mi.
— ¿Y papá? — hablé por primera vez, sobresaltando a mi madre — ¿No se va a despedir de mi?
— Tu padre se ha tenido que ir muy temprano, Tessa — informó mi madre, terminando de lavar los vasos que había utilizado — Dijo que algún día de estos iría a visitarte
Eso significaba que no lo iba a ver hasta que me dieran las vacaciones y volviera a casa.
Mi padre tenía una empresa que se encargaba de la publicidad del país. Y mi madre, trabajaba con él pero ella en cambio era presentadora de algún que otro programa.