I'm Better Than You

Capítulo 7

- ¡Tessa Pimenova! - gritó mi entrenador viendo como me escondía detrás de las gradas - ¡Pimenova! ¡Te exijo que vengas!

Hacia muchísimo frío y no quería perder mi tiempo corriendo alrededor del campo de fútbol. Donde por cierto, se mantenía el equipo entrenando para los siguientes partidos que tenían.

Pronto comenzaría los partidos con otras universidades, pero vaya, nada importante.

Me negaba a correr con el frío que tenía. Y además, podía notar la mirada de los depravados sexuales que entrenaban junto a mi.

Jaden estaba ahí. Entrenando y riéndose más cada vez que el entrenador me llamaba exigiendo saber donde estaba. Y no, no me llevaba bien con el profesor.

Se enteró de que había fingido un dolor de cabeza para no dar las carreras que nos mandó. Y también se enteró de que Gabriel se había quedado conmigo en la enfermería durmiendo, cosa que lo hizo enojar aún más.

Pedro, mi profesor, habló con el entrenador de Gabriel y se pusieron de acuerdo en castigarnos a los dos. Y nuestro castigo era hacer el doble que los demás.

¿Por qué? ¿Me merecía esto por ser tan perfecta? No lo entiendo o no lo quiero llegar a entender.

Observe el campo de fútbol de nuevo. Esta vez, Jaden y sus amigos habían parado de patear el balón y buscaban con sus miradas a algo.

O a alguien.

Por ejemplo, a mi.

Neil comenzó a señalarme para que el profesor mirara al mismo sitio que señalaba.

Maldito infantil de mierda. Este comenzó a descojonarse cuando el profesor comenzó a caminar hasta las gradas, justo donde yo estaba.

Thomas, el hermano de Gabriel, me miró seriamente. Y volvió a lo suyo. Sin reírse, sin una sonrisa.

Era muy raro.

- ¡Pimenova! - volvió a gritar Pedro, haciendo que pegara un pequeño brinco - ¡Estoy cansado de ti, y nos acabamos de conocer!

- Pues todavía te queda - informé levantándome, ya que me había escondido en los asientos - Estoy enferma, no puedo hacer deporte.

- Cinco vueltas - chilló de nuevo este, harto de mis excusas - ¡Ya!

Sin hacerle mucho mas caso de lo esencial, bajé de las gradas y comencé a correr alrededor de los jugadores de fútbol.

Las excusas con este hombre no servían para nada. Tenia solución para todo.

¿Tienes la regla?
Haz deporte.

¿Te duele la cabeza?
Haz deporte.

¿Te duele el corazón?
Haz deporte.

¿Te estas muriendo? ¿Te esta dando un infarto? ¿Te has quedado sin piernas?
Haz deporte.

- ¡Que culo más respingón, Pimenova! - gritó uno de los jugadores haciendo que sacara mi dedo medio - ¡Sería bonito de tocar, preciosa!

Y se comenzaron a reír. De mi.

Pare de correr y me acerqué al chico que había dicho esa barbaridad. Este sonrió complacido, pensando seguramente que le iba a pedir el número.

Lo que te voy a pedir es una cara nueva, gilipollas.

- ¿Que has dicho? - gruñí acercándome a él, haciéndolo sonreír más - Repítemelo

- Que me gustaría tocar ese culo tan respingón que tienes, preciosa - soltó y creyéndose lo que obviamente no era. No tenia labia, así no enamoraría ni a su abuela - ¿Me dejarías hacerlo?

Sonreí como una niña buena. Escondí las dos manos en mi espalda y las entrelace, viéndome tierna.

Este se acercó pensando que me había ganado. Que había caído en el bote.

Este tío es gilipollas.

Comencé a caminar y me acerque a Jaden, que estaba bastante cerca de nosotros. En sus manos, se mantenía el balón que minutos antes había estado rodando por el suelo.

Rápidamente, la golpee haciendo que esta cayera al suelo y la golpeé en dirección al chico, dándole en los huevos. De lleno. En el punto exacto.

Gritó y cayó al suelo, cargándose en mis muertos, claro está.

- Ups - solté acercándome a él - Fue sin querer, de verdad.

- Maldita perra...

- Eso no se dice - le interrumpí poniéndome seria al instante - ¿Quieres que siga golpeando el balón en el mismo sitio? Porque lo puedo hacer. Míralo por el lado bueno, así no tendrás porque ponerte condón cuando folles, si lo haces alguna vez en tu vida.

Los compañeros de equipo de Jaden se acercaron riéndose del que estaba en el suelo llorando como una niña pequeña. Algunos, tan sorprendidos por mi reacción se acercaron para chocarme la mano.

Y es cuando me fijé.

Gabriel no estaba

- ¡Pimenova! - volvió a gritar mi entrenador dejándome sorda - ¿Que has hecho ahora?

Me encogí de hombros alejándome del chaval para comenzar a correr de nuevo, esta vez sin distracciones. Pero mi entrenador no tenía los mismos planes para mi, ya que se puso enfrente mía y comenzó a regañarme como ya estaba cogiendo la costumbre.

—¿Y esa puntería ancestral? — dijo cuando se dio cuenta de lo que había pasado. Palmeó el hombro de su compañero que observaba como sus jugadores se reían, riéndose también —



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En el texto hay: peligro, universidad

Editado: 13.06.2018

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