I'm not your Cinderella.

Capitulo 6: Polos opuestos se atraen.

Samantha le observó de pies a cabeza. Seguía con la misma ropa de ayer con la excepción que no traía puesto el saco ni la corbata.


Su barbilla denotaba la sombra de una barba por la falta de afeitado de esa mañana. Samantha sabía que se había duchado en su apartamento, pues volvió a verlo vagar con una toalla en la cintura. Así que despedía un aroma fresco y a su jabón. 


—Creí que te irías directo a tu casa — dijo evadiendo la pregunta.
—Sí. Regresé para saber si necesitabas que te rescatarán. Entonces ¿Vienes o no?
—¿Quien dijo que necesito que me rescaten?
—¿No dijiste entrabas a las 9? Son las siete y media. ¿Por qué vas caminando?
—Por que quiero caminar.
—¿Segura? Talvez si no hubieras roto el billete que te di, tendrías para un taxi o por lo menos el autobús.
—Si haz venido a cobrarme esos tontos cien dólares ten seguro que te los pagaré.
—Bien. Y con intereses. Al Diez porciento.
—Bien — dijo cruzándose de brazos.
—Y para el final de ésta semana.


Eso era mañana.


—¡¿Para mañana?! Estas loco. ¿Cómo voy a conseguir el dinero si me pagan hasta el miércoles?
—De acuerdo. — Se cruzó de brazos y le observó serio. Ella era más bajita, no lo había notado anoche aunque le vio descalza —. Haremos esto. Me pagas el miércoles con el 45%.

—¡¿Cómo?!
—Debiste pensarlo mejor antes de romper ése billete. Ahora sube al auto o llegaras tarde para preparar tus hamburguesas — dijo observando el logo de la "M" dorada en su camisa negra.
—Y ¿Vas a cobrarme por llevarme?
—No es una mala idea — respondió acariciándose el mentón—. No te preocupes, el miércoles te daré la cuenta.
—Increíble — decía negando con la cabeza.


¿Cómo podía existir alguien así como él?


—No gracias. Me quedo con los cien y el 45 %. — Comenzó a caminar dejándolo atrás.
—Samantha. Samantha. — Le llamaba siguiéndola —. ¿Por qué eres así? — preguntó con frustración.
—¿Cómo? — inquirió con inocencia.
—Así tan... Difícil. Tan terca. ¿Que te cuesta subirte al auto y dejar que te lleve?
—No quiero que me lleves Evan. Deja de molestar. —


Retomó su caminata dejándolo atrás.


—¿Trabajas en el McDonald's al que pasamos anoche, cierto? ¿Por eso te escondías del chico de la ventanilla? ¿Es tu novio o algo así? — preguntó en tono burlón.


Samantha había pasado con él menos de diez minutos y ya sentía que estaba por estallar. Aquel hombre sabía ponerla de malas.


—¡No te interesa! — dijo sin detenerse.
—Es uno de tus novios. Igual que el de la motocicleta ¿Cierto? — Samantha se detuvo al oír aquello. Evan, al ver su reacción se acercó a ella con una sonrisa malévola —. No creí que alguien como tú fuera así, sabes. ¿Cómo le haces para que no se den cuenta? A mí nunca me funciona salir con más de una, siempre...


Pero el impacto de una palma contra su rostro le hizo callar de inmediato.


—No quiero volver a verte. No quiero escucharte.


Y con aquello siguió su camino.


Evan permaneció ahí unos segundos más mientras le veía alejarse. No recordaba cuando fué la última vez que una mujer había hecho tal cosa.


Perplejo. Regresó al auto, lo encendió y se fue a su apartamento.

 

La bofetada de Samantha no le había dejado una marca externa como lo haría un golpe por parte de un hombre. Pero su acción le trajo a la memoria un viejo recuerdo de adolescencia.

 


Dakota había sido su primera novia seria en la secundaria. Él era de segundo año y ella de primero. Todo iba excelente entre ellos en el colegio. Él era parte del equipo de baloncesto y ella una hermosa porrista.
Eran la pareja perfecta. Hasta que después del verano una chica nueva llegó. Cursaba tercer año como Evan. Y por supuesto, los rumores y noticias entre la comunidad estudiantil vuelan. Tanto, que ni siquiera tuvo tiempo de crear una buena cuartada para ocultar su infidelidad.


Recordó la noche en que todo acabó con Dakota. Fué durante una fiesta de fin de semana. Ella llegó molesta por los rumores pero al verlo en la íntima compañía de la otra chica salió corriendo.


Evan intentó dirigir el asunto hacia otro lugar. Alegaba que aquella muchacha estaba muy ebria y que no había podido quitársela de encima.


Dakota no creyó sus palabras. La manera en que besaba a aquella chica le decía que estaba ahí con su voluntad completa.


—¿Es que no me quieres? — preguntó con lágrimas en los ojos.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.