I'm not your Cinderella.

Capítulo 12: Rest Green.

Luego de aquella noche, Evan y Samantha se distanciaron seis días a la semana hasta que llegaba el domingo. 

 

Podían ignorarse por completo seis días pero siempre había una excusa, una casualidad, una coincidencia para encontrarse el domingo y hacer cualquier cosa juntos.  Aunque terminaban peleando como un par de chiquillos de 10 años.


Evan aclaró el absurdo mal entendido.  Sin embargo la condición seguía impuesta en los documentos y no había nada que Evan pudiera hacer para que su abuelo cambiará de opinión.  El abuelo Reed no perdía las esperanzas en aquellos dos.


Sabía que el camino que recorrerían sería duro o tal vez no.  Pero estaba seguro que Evan tomaría la decisión acertada en el momento correcto.  Así que no creyó sus excusas sobre su relación falsa con Samantha.  Lo tomó como parte de su evasión.

 

 

—¿Dónde iremos? — Quiso saber Samantha al subirse al Audi Q7 blanco.


No era usual que Evan cambiara el auto a menos que tuviera pensado un cambio para la agenda.


—Debo ir a la construcción.  Casi está terminado pero quiero asegurarme de un par de cosas.  Y recordé que no te he llevado.
—¿Iremos hasta Montana?
—Sí.  No trabajas hasta el miércoles ¿Cierto? Empaca tus cosas.  Tenemos que estar a las 4 en el aeropuerto.


Sin darse cuenta, ya estaban frente a su edificio con Evan llevándola por las escaleras.


—Tenía planes — dijo mal humorada metiendo la ropa en la maleta mientras Evan ponía todos los artículos de belleza que había en el baño en el neceser.
—¿Con quién? No estás saliendo con nadie Samantha.  No sales con tu prima.  Además, ¿Cuáles eran tus planes? ¿Ir a la lavandería? ¿Dormir? — Se burló cerrando la maleta por ella.
—No es justo Evan.
—Cierto.  No es justo que yo page tu boleto de primera clase y te deje hospedarte en mi nuevo hotel.  Vas a ser la primer huésped.  Debería cobrarte extras por viajar con el apuesto propietario. — Sonrió con las maletas en mano —.  Vamos, no me digas que no extrañas estar ahí.  Además, me servirá para que me des tu opinión.


Samantha se cruzó de brazos, aún dudaba.  No importaba si el equipaje estaba hecho, los boletos pagados y la estadía gratis.  Dudaba sobre si ese inocente viaje de negocios de Evan, afectaría un poco más su "amistad".


—Vale — dijo sonriente —.  Pero cada quien dormirá en habitaciones separadas.
—Por Dios Sam. ¿Acaso no sabes que soy un caballero? — Respondió extendiendo su mano.

 

 

Diez horas después estaban aparcando en un lugar que parecía más una residencia forestal, a excepción de la máquina excavadora y camiones con materiales de construcción.


—Bajaremos aquí — indicó.


Estaban en una zona de estacionamiento alejada de una cabaña.  Era la más grande, destinada a la oficina de registro.  Pero aún no tenía los muebles correspondientes, pues a penas habían instalado el alumbrado.  Estaba en lo alto de la colina al final de un sendero que resaltaba entre el césped por su tapizada alfombra de rocas planas.


—¿Por qué caminamos hasta la cabaña? — preguntó mientras cargaba la maleta —.  Pudimos estacionar en frente.
—Cierto, lo olvidé. — Admitió con el par de maletas pesadas detrás de él —.  Primero tendré que buscar como evitar éste tramo con las maletas encima.  Y es por el concepto del lugar.  La idea principal no se limita a disfrutar de la naturaleza, más bien ser participe de su cuidado.
Los automóviles se quedarán fuera.  Dentro de los límites de la propiedad, por supuesto, pero no dentro del 90% designado a los huéspedes.  En su lugar habrán bicicletas a disposición para recorrerlo todo y senderos para caminatas.
De manera que cada cliente. — Interrumpió su exposición para detenerse y mirar a su alrededor —.  Contribuya a la conservación del ambiente al solo pisar éste sitio.  No cigarrillos, no internet, no teléfonos.
—¿No hay teléfonos ni internet? Pero ¿Que hay de una emergencia? Alguien podría necesitarlo.
—Cierto.  Por eso siempre habrá disponible señal telefónica y de internet si el cliente lo solicita.  Y las oficinas administrativas lo tendrán.
—Oh — dijo comprendiendo.
—¿Que piensas? — dijo al verle callada mientras avanzaban por los pocos pasos que les separaban de la cabaña.
—Es muy responsable y admirable tu trabajo Evan.  Seguro que convencerás a tus amigos japoneses de invertir.  Solo saber que habrán bicicletas por todo esto harán que digan sí — dijo con una sonrisa.


Evan apreció aquellas sencillas palabras.  Pocas pero sinceras.




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