I'm not your Cinderella.

Capítulo 14: Perdidos.

Cuando por fin Samantha logró separarse de Akihiro, comenzó a caminar sin importar hacia donde se dirigía.  Solo quería alejarse de él.

 

Akihiro por su parte, no se mostraba arrepentido por el atrevimiento.  Pues según él y su vasta experiencia en las mujeres de Norte América, aquello no significaba nada más que diversión.  De manera que no tomó en serio el enfado por parte de ella.  Y sin querer complicarse en nada volvió a la cabaña dejándola atrás.


Estaba oscureciendo y en finales de verano así que las noches comenzaban a ser más frescas.


Samantha continuaba caminado sin rumbo, el sendero había quedado atrás y ya que aún no estaba totalmente señalizado no encontró rastros de camino.


Desesperada por estar cada vez más y más dentro del bosque comenzó a mirar a su al rededor intentando encontrar algún punto de referencia que le dijera cuan lejos de la construcción estaba.


Pero todo lo que veía eran árboles y árboles.  El cielo se oscureció por completo y los truenos anunciaron la tormenta.


Estaba perdida, con frío y en la oscuridad.  Recordaba que Evan aseguró que no había animales peligrosos más que ciervos que posiblemente fueran de paso por la zona.  Pero en medio de aquel oscuro y denso bosque, Samantha se sentía a merced total de la naturaleza y de algún depredador como un lobo o un oso.


La lluvia comenzó a mojar las copas de los árboles, no podía quedarse bajo la lluvia así que decidió seguir caminando.  Algo sumamente difícil en la oscuridad.


Recordó que traía el móvil en el bolsillo pero no sirvió de mucho, no había señal.  Intentó alumbrar su camino con ayuda de la pequeña lámpara del aparato pero el agua caía con tanta fuerza que ni siquiera veía más allá de su paso.


Angustiada miró al cielo, buscaba al rededor algo o alguien que la sacará de ahí.  En esos momentos deseaba ver a Evan.  Necesitaba ser rescatada por que era una damisela en apuros.  Pero si su caballero tardaba más, ella sería una damisela con hipotermia.


Su ropa ligera estaba empapada.  El frío le llegaba hasta los huesos.  Su barbilla temblaba.  Por más que frotara sus manos en sus brazos no conseguía entrar en calor.


La lluvia se calmó pero no cesó, las gotas sobre su cabeza se lo indicaron.  Se levantó del viejo tronco en el que había pasado sentada quién sabe cuánto tiempo, y emprendió la marcha de nuevo.


Nada más que oscuridad estaba a su al rededor.  Y ahora él móvil comenzaba a fallar por el agua.


—No.  Por favor, por favor. — Suplicaba entre sollozos al ver el anuncio en la pantalla diciendo que tan solo quedaban unos segundos para que se apagara.


10-9-8-7-6-5-4-3-2-1.  Oscuridad total.  Ningún ruido más que la lluvia y su llanto.
Sin rendirse, avanzó a trompicones de un árbol a otro.  Cayendo más de una vez y lastimando sus manos.  Un rayo iluminó unos segundos el bosque, pero fueron suficientes para que ella lograra divisar el enorme aerogenerador en lo alto de una colina sin árboles.


Una luz de esperanza se encendió en su interior.  Sabía que ahí podría haber algún teléfono o radio para comunicarse.


Caminó mucho más segura de su destino, un kilómetro o menos la separaban de aquel punto, pero ya había caminado mucho más que eso así que no se rendiría.


Sin embargo, a pesar que la lluvia cesó por completo, el frío le estaba causando un gran dolor de cabeza y cuerpo.  Sus pies pesaban por todo el lodo pegado a sus zapatos y el lodo en su ropa no le ayudaba a secarse.


Estaba temblando de nuevo.  Ni siquiera podría intentar hacer una fogata improvisada pues todo estaba mojado. 

Tampoco podía detenerse, si lo hacía, su cuerpo cedería al frío y sería mucho peor.
Recordó el estúpido y atrevido beso de Akihiro.  Esperaba que Evan nunca se enterara de aquello.  Y que de ser así, que eso no arruinara sus tratos laborales.


Era consiente que, lo que existía entre ellos no era más que teatro pero, en cierta medida comenzaba a verlo como un buen amigo.  Un cómplice de travesuras con quién divertirse.  Alguien con quien se sentía cómoda.


Había sido divertido hacerse pasar por un par de enamorados en esas fiestas y reuniones de la familia Reed.  Le gustaba pasar tiempo con los abuelos.  Le recordaban un poco a sus padres.  No precisamente por ser personas mayores a la edad que tenían sus padres cuando fallecieron, de hecho era muy jóvenes. 
Pero con los abuelos de Evan, se sentía en familia.


Con ellos, junto a un par de amigos cercanos de éstos, sentía el calor de una familia.  Y hacía mucho tiempo que no se veía rodeada de ese calor.


Los Reed, los abuelos, eran tan distintos de todo aquello que siempre había creído de los más "afortunados" como decía Evan.  Eran personas muy cariñosas, amables y trabajadores.  En lugar de dar por sentado todo, valoraban el trabajo duro sin importar lo que hicieras para vivir.  Y ellos habían sembrado esos pensamientos en su nieto.  Que para Samantha lo habían consentido demasiado.




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