Desde el comienzo de la humanidad hemos sentido la necesidad de creer en algo, de encontrar aquello que nos brinde esperanza y reconforte nuestras almas cuando más lo necesitamos; sin embargo, no todo lo que creemos es una muestra divina de benevolencia.
En las siguientes páginas no encontrarás palabras de aliento ni la muestra de que nuestra fe nos conduce siempre por el camino correcto, o la misericordia de Dios.
Lo aquí escrito es el registro de que, en ocasiones el conocimiento y la búsqueda de la verdad, nos pueden llevar a la desolación absoluta y el quiebre de nuestras almas pues hay momentos en que lo considerado divino, no es más que el mal primordial que nos acecha en todo momento, esperando volver.
Si hay alguien realmente dispuesto a leer esto, que esté preparado para ser testigo de aquello que no debe de buscarse y de las consecuencias que hacerlo trae consigo.
Pues en este mundo todo está cuidadosamente envuelto en un velo de paz y tranquilidad, esperando a rasgarse un poco para desatar el mal inefable que ahí habita, un velo en el que una vez decidí creer.