Duermo, y la música suena entre mis oídos como una invitación pecaminosa. Luego me transporto a esa época donde los bailes y la aristocracia, los vestidos y el glamur eran mas importantes que el de hoy.
Me siento perdida y sofocada, quiero despertar pero a la vez no. No llego a escuchar solo los pasos de una música clásica y ver el danzar de las personas en completa sincronía perfecta. Alguien toma mi mano, la besa, enmascarado. Me acerca a el de un solo empujón para quedar piel con piel, cuerpo con cuerpo, tan pegados. No se a que dirección moverme, pero el me dirige. Solo hay silencio entre nosotros.
Luego despierto y me encuentro con la realidad. Quiero volver a dormir pero no puedo. Salgo a mi vida a trabajar sin dejar de pensar por un minuto en ese sueño, en el baile sin fin. Loca por llegar a mi casa para poder dormir otra vez y perderme en esa historia de hadas. Pero cuando menos lo espero estoy ya allí, vestida con un traje victoriano blanco, mirando a todos lados en busca de mi pareja de baile. El enmascarado vuelve a tomar mi mano, la besa y me jala de nuevo por la cintura. Suelto un quejido cuando lo hace, casi en un gemido. El misterioso caballero huele mi cuello, suspira hasta llegar a mis labios.
― Esperaba ansiosamente tu llegada mi amor ― dice sin dejar de bailar, de llevarme, de dirigirme en el baile.
― Déjame mirarte. Quita tu mascara, déjame contemplarte ― le pedí tocando su rostro con mucha curiosidad.
― No puedo amor mío. No es el momento. Necesitas dormir ― me dice dándome un beso en los labios, para levantarme en mi maldita realidad.
No quiero estar aquí, quiero quedarme allí, en ese baile que jamás tiene fin. Me miro al espero, tocando mi reflejo, luego cuando regreso a la cama estoy tendida aun en ella con los ojos abiertos y contemplo que estoy muerta, sin vida.
Me miro las manos fantasmales y me toco el pecho y grito aterrada sin comprender que pasa. Pero una mano calida sujeta mi hombro, regalándome ese sentimiento de calma. Era el enmascarado.
― Ven amor mío, te estaba esperando, te llevare a un lugar donde no existe la tristeza y el dolor. Danzaremos, y celebraremos por siempre ― dijo quitando su mascara para dejar ver un deslumbrante rostro angelical.
― Nunca dejes de bailar conmigo ― le pedí besando sus labios volviendo de nuevo a ese reino y ese baile que jamás tenia fin.
―Jamás amada mía, pues desde la sombras te ame y en la luz te seguiré amando ― dijo el enmascarado con sus ojos verdes sobre mi. Haciendo una caravana para comenzar del baile nuevamente desde el comienzo de la muerte.