Imaginación Normal

Imaginación Normal

Normal. Un día normal. Todo debe ser normal.

Carlos se levantó de su cama con la extraña idea de que el piso se sentía más áspero que de costumbre. Bajo sus pies el piso estaba lleno de una dura arena y pequeñas piedras que le lastimaban e incomodaban en cada paso que diera tanto así que le entraron deseos de barrer desesperadamente toda la casa. Detente. Camino hasta la sala sin lograr llegar a la nevera quedándose inmóvil en medio de la habitación sus manos se retorcían de un lado a otro a los lados de su cuerpo ¿cuándo había sido la última vez que había barrido? Limpio. Orden. Mugre. Limpio todo debe estar limpio. Se dio unas palmadas en el rostro y continuo hacia la cocina saco el jugo del refrigerador, trato de alcanzar un vaso en la despensa, no había ninguno ¿tendría que tomar directamente de la botella? ¿Y si se ahogaba? los vasos estaban en el fregador no los había devuelto a su lugar. Alcanzo los vasos, se sirvió un poco de jugo de naranja. Ordeno por tamaño el resto en la despensa. Subió las escaleras hasta el baño. Aun sentía las pequeñas piedras puntiagudas en el piso que eran como picaduras de abejas, coloco el vaso sobre el lavabo mientras abría el compartimiento detrás del espejo de baño tomo su cepillo de dientes ¿y si el vaso se caía del lavabo? Sangre. Muerte. ¿Si se le olvidaba limpiar bien por completo y dejaba un fragmento en el suelo que podría clavarse en su pie? Tomo su jugo y puso el vaso dentro de la bañera sobre un montón de toallas de baño. Tarde. Carlos observo la hora en el reloj de la pared y decidió apresurarse.

Bajo de nuevo a la cocina se sirvió un poco de café. Viejo. Rancio. Caduco. El café no tenía su sabor regular lo escupió en el fregador ¿qué pasaba si se enfermaba? no tenía dinero para pagar un hospital. Tiro el café. Subió al baño a recoger el vaso, lo lavo y volvió a ordenarlos por tamaño. Aseguro la despensa para que ninguno cayera sobre su cabeza mientras estuviera cocinando. Tarde. Trabajo. Despido. Debía vestirse o le despedirían. El fregador estaba sucio ¿realmente lo estaba? solo eran gotas de agua pero podrían oxidar las tuberías, pensó en secar muy bien con un trapo y luego retirar la tubería y hacer lo mismo. Pero estaba firmemente conectada, siempre era lo mismo. Solo seco el fregador y reviso la gaveta de los vasos para ver si aún estaba cerrada. Enfermedad. Tiempo. ¿Tiempo? Debía correr. Antes de salir de la cocina noto que el mantel del comedor estaba ligeramente inclinado hacia la izquierda, no lo cubría por completo dejando al descubierto una esquina del mismo. Podría dañarse la madera si alguien colocara algo frio o caliente sobre él. Quito y sacudió el mantel volviéndolo a colocar cuidadosamente sobre el comedor. Quedo perfecto, pero tal vez sería mejor limpiar el comedor y llevar a lavar el mantel y así estaría limpio. NO. Subió las escaleras abrió el espejo y saco la crema junto a la navaja para afeitar la paso con sumo cuidado mientras se miraba en el espejo ¿y si me corto alguna arteria del cuello? ¿Quién vendrá por mí? me desangraría en minutos pensó.

Se dio prisa dejando algunos pedazos de piel en la hojilla que limpio con agua caliente coloco unas banditas sobre la piel cortada, vio la cortina de baño era tarde para darse una ducha pero si no lo hacia olería mal ¿y si alguien me abraza? ¡Seré el apestoso de la oficina! Pensó. Tomo una ducha rápida por un momento cerro y abrió los ojos ¿y si una cucaracha sale del agua y cae sobre mi cabeza? Salió con cuidado apoyándose en la alfombra secando muy bien sus pies ¿y si resbalo? seco el lavabo, arreglo la alfombra y se aseguró de cerrar bien la llave de la ducha. Fue a su habitación abrió el closet y en la puerta colgaba limpio y planchado su traje azul y camisa blanca ¿Corbata? Por supuesto el traje no estaría completo sin una ¿Negra o Azul? Negra. ¿Pero y si alguien se burlaba de él o hacia algún comentario acerca de que no combinaba? Carlos no digería muy bien eso de las críticas. Basta. Se colocó el traje ato su corbata y limpio su zapatos, abotono su camisa y cerro la chaqueta. Tomo el maletín debajo del escritorio donde leía sus incontables novelas de amor. Tomo las llaves y su sombrero del perchero, comió unas mentas que compro el día anterior que había guardado en su bolsillo. Se miro en el espejo que estaba en la puerta saco del bolsillo del traje sus lentes los cuales hacían que sus ojos azules se volvían grises tras lo grueso del cristal, se veía muy cansado había grandes manchas negras bajo sus ojos, sus labios habían perdido el color rosado. Las pecas en su rostro se habían multiplicado, su tez blanca se había vuelto pálida como la de un cadáver. —Parece que nada a ha cambiado en los últimos años—. Se dijo para sí mientras sonreía.

Afuera estaba nublado el sol comenzaba a dar sus primeros destellos de luz sobre las nubes blancas entre los espacios azules del cielo, se distrajo por un momento con una banda de aves que pasaron volando en forma de V sobre su cabeza, los rayos de luz hicieron que su cabello rubio brillara como una moneda de oro con dificulta por causa de la mugre. ¿Usaba mucho gel? Tiempo. Se colocó su sombrero. Encorvado sobre la acera camino deprisa de vista hacia adelante su mano derecha se aferró al asa del maletín que movía rápidamente mientras tomaba velocidad, cruzando calles, perdiéndose entre callejones que hubiera querido evitar pues en esos lugares era muy fácil ser presa de algún ladrón. Robo. Perdida. Se detuvo ¿y si eso pasaba? miro el reloj y le quedaban al menos Treinta minutos para llegar al trabajo pero ahora se encontraba a Cuarenta y Cinco minutos del edificio. Podría tomar un taxi, no, no tenía dinero suficiente como para permitírselo debería usar el autobús y tener que ignorar el porcentaje de personas que mueren en él, la idea le revolvió el estómago apretó los dientes. ¿Había dejado la cafetera encendida? no, no lo hizo pues el café que intento tomar era viejo lo cual indica que la cafetera estaba apagada. ¿Pero y si no lo estaba? podría provocar un incendio se quedaría sin casa, sin hogar. Miro el reloj. Miseria. Soledad. Negligencia. Tal vez podría devolverse. Costoso. Carencia. Tres cuadras después en medio de pleno callejón vacío sintió que alguien le seguía ¿a mí? ¿Porque le seguían? No, nadie le seguía, aquel hombre tal vez iba por el mismo lugar que él y todo resultaba en una gran coincidencia. No, tal vez si le seguía podría tratarse de un ladrón que venía a quitarle lo poco que tuviera encima. Camino más rápido.



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En el texto hay: trabajo, casa

Editado: 19.07.2018

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