Immundus

El secreto de un Orión.

— 03 —

Londres, Inglaterra.

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—¿Podrías llevar esto a la mesa cuatro? —Mamá pide poniendo una charola con bebidas frente a mí.

Cierro la libreta en la que estaba escribiendo y me levanto de la barra tomando la charola y regalando mis servicios de mesera en el café de mamá. Regreso con la charola vacía colocándola sobre la barra, observo a mamá hablar por el teléfono. Me pregunto si se trata de papá con el que ella hablaba tan discretamente.

—Bien, yo le diré. —Ella responde a la persona del otro lado de la línea.

Tras unos murmullos más, finaliza la llamada y se acerca a la barra frente a mí.

—¿Era papá? —indago esperando corroborar mis sospechas.

Papá tenía cerca de tres meces fuera del país por una cuestión de trabajo, ya que la clínica donde trabaja como cirujano necesitaba de urgencia a varios de esta área en su cede de Canadá. Se había perdido mi cumpleaños dieciocho, así como mis compras y preparación para la universidad. Falta menos de un mes para irme a esta y la verdad no creo que papá vaya a estar presente.

—Sí, es recién de mañana allá y tuvo oportunidad de hablarme durante el desayuno. Informa mientras limpia la barra. Es extraño, la barra esta reluciente.

—¿Ya sabe cuándo regresará a Londres?

Pregunto cruzando los dedos con la esperanza que su respuesta fuera positiva.

—Bueno… ya tiene fecha de regreso y es todo un hecho, pero me temo que será hasta el mes de octubre —anuncia con tristeza.

Sabe que lo extraño terriblemente y obviamente mamá echa de menos a su esposo.

—Claro, entiendo.

Intento ocultar mi decepción viendo la televisión que está en lo alto de una esquina del café.

—Sé que no ha sido el mejor verano mi niña, sé que tenías la esperanza de pasar tiempo con tu papá.

Había rechazado las vacaciones en Italia, esperando pasar tiempo con papá antes de la universidad. Eso no había sucedido durante los últimos meces y realmente me pone triste, extraño mis charlas con papá. Al quedarme en Londres no tenía mucho que hacer, con mi hermano Leo en Verona con los abuelos y la mayoría de mis amigos de viaje con sus respectivas familias; no me quedo más remedio que ayudar en la cafetería de mi madre. Al menos estaba pasando más tiempo de calidad con ella y aunque la pasaba bien, no era el verano que esperaba antes de entrar a la universidad.

—Está bien mamá, me gustó que estuviéramos solas tú y yo —digo regalándole una sonrisa tranquilizadora.

—Igual a mí. —Sonríe—. Pero, me temo que se terminará, ya sabes que tu hermano regresa mañana al mediodía.

⭒⭒⭒⭒

Me encuentro ayudando en la cafetería junto a la trabajadora estrella de mamá y mi mejor amiga desde la infancia, Becca. Había sido mi salvadora en este extraño verano; nos encontramos un poco atareadas ya que mamá había ido al aeropuerto por mi hermano. Así que Becca y yo nos turnábamos entre recibir los pedidos y entregarlos. Cuando las horas más pesadas terminaron, el local se fue vaciando dejando a unas cuantas personas charlando y disfrutando de sus aperitivos. Me recargo en la barra unos segundos sintiendo mis pies arder. Escucho la campanilla de la entrada y levanto mi vista para encontrar a un hombre y una mujer en trajes muy elegantes observando detenidamente a su alrededor. Doy un vistazo a Becca quien está concentrada en la caja registradora ajena de la presencia de los trajeados. Al ver que ninguno se acercaba a la barra decido caminar a ellos.

—¿Desean ordenar algo?

Hablo con la voz más amable que tengo, necesito de esta, ya que las personas frente a mi tienen las caras más serias que había visto.

—Buscamos a Randall, Leonard y Sienna Grant.

Informa con voz casi robótica el hombre en traje de una gris plata. Mi curiosidad por los trajeados se incrementa al escucharlo nombrar a mi familia.

—¿Quién los busca? —cuestiono con desconfianza.

No parecen ser agradables personas, así que mi lógica duda que lo que quisieran fuera lo opuesto.

—Venimos de parte de la corona, por asuntos de Estado.

Anuncia la mujer de traje color blanco. Suelto una carcajada que parece molestarla. Definitivamente, no son personas agradables.

—No creo que alguien que viene a un asunto tan importante, se lo diría a una simple mesera —respondo con incredulidad.

No puedo creer lo que está sucediendo, debe tratarse de una broma. Si, eso es.

Mesera o no. Eres Sienna Grant, por lo tanto, decirlo es mi deber.

La mujer replica en tono molesto.

Me sorprende al escucharla identificarme, así que la idea de que se tratara de una broma se va haciendo borrosa en mi mente.

—Pues no hay nada que me interese de la Corona o lo que sea que los trajo aquí. Así que, si me disculpan, tengo que continuar trabajando.

¿Asuntos de Estado? ¿Conmigo y mi familia? Antes de girarme veo a mamá saludando a los clientes de manera amable, hasta que sus ojos castaños se topan conmigo y las dos personas frente a mí.



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En el texto hay: angelescaidos, fantacia, romance

Editado: 15.01.2024

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