Immundus

Angelical y fría.

— 04 —

…s…

—¿Todo listo Sienna? —pregunta mamá viéndome bajar con lo último de mi equipaje.

—Si, solo falta que Leo tome algunas cosas. —Dejo salir un suspiro melancólico.

Capto la mirada de compasión de mamá, pero la ignoro fingiendo revisar que todo estuviera en orden con el equipaje. Estoy agotada en todos los sentidos, mi vida había cambiado totalmente en menos de un mes. Tenía que mentir a todo el mundo de a dónde iba, abandonar la universidad que por años había anhelado ingresar, estudiar de manera muy rápida y general todo sobre los Orionis y su educación, ya que hasta donde tengo entendido, llevaban una formación en su mayoría diferente a los humanos, y al haberme enterado de todo esto hace poco, tengo que aprender lo más básico para estar al nivel de los que lo han aprendido desde su nacimiento.

Detesto esto.

—Listo.

Mi hermano dice bajando por las escaleras con un par de maletas en sus manos.

Los tres subimos el equipaje al automóvil de mamá, ella nos llevaría hacia donde seríamos trasladados a la institución Balteum, una de las muchas instituciones Orioni alrededor del mundo. Al llegar a Park Square, un oficial se acerca y muestra una placa con el escudo de la Orden. No me había detenido a pensar con cuantos Orionis debía haberme topado o hablado sin tener idea. Bajamos el equipaje y aunque Park Square no suele ser un lugar muy concurrido, está casi vacío. Mientras terminamos de bajar el equipaje, un hombre se acerca.

—Familia Grant —saluda, quien resulta ser el chofer que nos había llevado al castillo de Leeds semanas antes—. Temo que hace unas semanas no me presenté, pero he sido asignado a ayudar con su traslado, mi nombre es Barker.

Leo, mamá y yo lo miramos esperando algo más, pero no hubo continuación.

—Ahora, pido se despidan ya que deben subir a su transporte —indica con su aparente, seria personalidad. Se acerca al oficial quien tiene el equipaje y comienzan a charlar.

—Bien, aquí los dejo mis niños. —Mamá dice afligida—. Leonard, cuida a tu hermana y trata de no meterte en problemas por esa gran boca que tienes.

Mamá lo abraza con fuerza, río al observar la sonrisa sínica que mi hermano muestra ante las palabras de mamá, todos saben que Leo es la voz de la justicia. Mamá lo suelta y se acerca a mí con lágrimas recorriendo sus mejillas.

—Mamá, nos veremos en navidad o incluso antes —declaro reconfortante.

—Sé que irías a la universidad de todas formas, pero esto es tan diferente.

Habla con la voz entrecortada.

—Estaremos bien, los dos.

La tranquilizo abrazándola fuerte. Si soy honesta, también tengo miedo, porque estaba preparada para ingresar a la universidad, mas no a una institución de cuentos de hadas. Nos separamos para unir a Leo en el abrazo, pero somos interrumpidos por alguien sonando su garganta.

—Es hora de irse. —Barker anuncia.

Comenzamos a tomar el equipaje, pero Barker nos indica que alguien más se hará cargo de eso. Seguimos a Barker adentrándonos en el parque dejando a mamá, la cual trata de evitar derramar más lágrimas. Después de unos minutos de caminar en silencio, en uno de los caminos más anchos de los jardines, se encuentra una camioneta color plata. Barker nos señala nuestros lugares y al subir vemos que los asientos están ocupados por cuatro jóvenes; aunque Leo y yo tenemos dos años de diferencia, según lo que se nos había informado, cualquier nuevo Orioni entre los dieciocho y veintidós años de edad debía ingresar al primer año del Instituto Orioni, así que mi hermano y yo estaríamos juntos, cosa que animaba a los dos.

Me dejo caer al asiento sin prestar demasiada atención a mi alrededor. Todo esto aún sigue aturdiéndome.

—Hola.

Saluda alguien a mi lado. Al voltear, me topo con una chica de cabello rojizo y ojos avellana.

—Hola. —Sonrío amable.

—Valentina Archer —se presenta con una bella sonrisa.

—Sienna Grant, supongo que eres nueva también ¿no?

—Creo que todos en el automóvil lo son.

Dice Valentina agregando una pequeña risa al final.

—¿Quién es el chico con el que venias? —Señala a Leo quien hablaba con un chico de cabello color miel.

—Es mi hermano Leo.

—Ya veo, son parecidos.

Valentina me guiña. Lo tomo como un cumplido.

—¿Tienes hermanos? —pregunto mientras el autobús se pone en marcha.

—Si, una hermana menor. Pero ella fue enviada a un internado, le costó entender todo esto —comenta con una mueca incomoda—. Ya sabes, creo que ni nosotros siendo mayores logramos entender ni la primera parte de este… mundo, situación, estilo de vida.

—Coincido contigo, Valentina.

—Val —corrige.

Le doy una mirada confundida.

—Llámame Val, así me llaman mis amigos y familiares. Con eso me refiero a que si quieres podemos ser amigas —murmura con timidez.



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En el texto hay: angelescaidos, fantacia, romance

Editado: 15.01.2024

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